martes, 29 de diciembre de 2020

2020: contar lo sucedido

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2020: contar lo sucedido.

Este año que termina ha resultado demoledor y no sólo por los devastadores efectos del maldito bicho. Sino, en buena medida, por cómo se ha decidido afrontarlo. Pues, es cierto que ante una circunstancia como esta los gobiernos se sienten impelidos a actuar, a pesar de no tener ni la más remota idea de cómo hacerlo. Pero lo peor, es que se puede percibir que han intentado aprovechar la pandemia para transformar los principios básicos de la política democrática liberal.

Cuando los atentados del 21S de 2001 inocularon el virus del miedo en la mente de muchas personas, se abrió un debate sobre cómo combinar los principios de máxima seguridad con los de máxima libertad. Y las fórmulas se encontraron, pues al tiempo que se mejoraron los controles se actuó de forma exquisitamente escrupulosa para preservar las libertades individuales, al considerar que precisamente el objetivo de los terroristas era atacar a la sociedad abierta occidental. Así pues, la única forma de vencer al miedo era redoblar los esfuerzos en mantener y fortalecer la libertad.

Sin embargo, en esta ocasión, quizás porque el virus proviene y se combatió en primer lugar en la autoritaria China, se ha decidió que existe una incompatibilidad total entre esos mismos principios. Así pues, no tan solo no se ha dudado ni un instante en suprimir libertades, sino que se ha iniciado un proceso oportunista para que la política disminuya su énfasis en ser un medio de llegar a acuerdos, para convertirse en un subterfugio para legitimar la arbitrariedad del poder.

Por su parte, los países pioneros y líderes en democracia, Gran Bretaña y Estados Unidos, optan por dejar de ser un referente y una guía. El Brexit británico y la administración Trump muestran que prefieren las barreras con el exterior a ser la “Ciudad en la Colina” observada por el mundo entero, de la que hablaban los presidentes Kennedy y Reagan.

En esta transformación también está teniendo un especial protagonismo cierta prensa, que herida por la irrupción de la digitalización, busca refugio al amparo de los presupuestos públicos a cambio de pastorear a la audiencia hacia el aprisco del gobierno. A lo que hay que unir el constante asalto del ejecutivo al judicial, y el rechazo a tomar cualquier decisión que suponga coste político, al anteponer sin tapujos la permanencia en el poder al bien común. En su conjunto, todos estos elementos unidos al miedo y la ansiedad generalizada, empujan a la democracia liberal hacia el colapso.

De hecho, una hipótesis posible de lo sucedido este 2020 es que, con la aparición del virus, la OMS, muy influenciada por China, difundió el mensaje de la incompatibilidad entre salud y economía. De forma que muchos gobiernos débiles, y por ello muy orientados al márquetin, optaron por seguir a su manera esos principios en un intento de eludir cualquier tipo de responsabilidad propia. Aprovechando, además, la ocasión para ampliar su posición de poder utilizando las leyes para controlar a los ciudadanos, en vez de aceptar que estas marquen sus límites.

Como era de esperar, el resultado ha sido un fracaso sin paliativos. A los malos datos sanitarios se suman los peores económicos. Por la sencilla razón que cuando el poder del Estado no está contenido, y desborda sus límites, provoca que los individuos pierdan su libre albedrío, su independencia y su condición de ciudadanos responsables y con plenos derechos, lo que conduce inevitablemente a la desorientación y la crisis social. Las personas aisladas unas de otras y constantemente tuteladas se vuelven cobardes y, por ello mismo, receptivas a ensoñaciones.

Por todo ello, en mi humilde opinión, es urgente construir, cada uno desde su perspectiva, una narrativa de lo sucedido en este fatídico año como base para proponer paliar errores y corregir las derivas que nos han conducido hasta aquí.


jueves, 24 de diciembre de 2020

¡Me declaro inconformista!

asociacionlibertaria.org 

Me declaro inconformista

José Ignacio Fuster nos advierte en este artículo sobre visiones políticas no democráticas que cada vez toman mas fuerza. La división de poderes no es una letra muerta de un manual de Instrucción Cívica de colegio. Es una conquista fundametal para la humanidad. Con su inconformismo, el autor nos invita a no ser espectadores pasivos de las destrucción republicana.

martes, 22 de diciembre de 2020

¡Me declaro inconformista!

 

¡Me declaro inconformista! mallorcadiario.com

Montesquieu ha pasado a la historia por contribuir a fundamentar las naciones más libres, prósperas e inclusivas. Lo hizo con una simple argumentación según la cual como “todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo” es preciso, por tanto, que “el poder detenga al poder” mediante la división del mismo en tres: legislativo, ejecutivo y judicial. De forma que cada uno vigila, controla y detiene los excesos de los otros.

Es la fórmula que salvaguarda las libertades individuales, y que, por tanto, quedó escrita en las constituciones democráticas de Occidente, convirtiéndose en la piedra sobre la que se alza el avance del espíritu crítico e inconformista que las caracteriza. Una cultura en permanente evolución. Sin embargo, los peligros siempre han estado ahí, por un lado, como observó George Washingtonel gobierno (ejecutivo) no es la razón, tampoco la elocuencia. Es la fuerza. Opera como el fuego, es un sirviente peligroso y un amo temible”. Lo que se traduce en un continuo intento de acumular más y más poder a costa de los otros dos. Un hecho que observamos casi a diario y que sólo consiguen contener los países en los que su carta magna es muy respetada.

Pues bien, otra de las fórmulas con que cuentan los ejecutivos para dar rienda suelta a sus ansias de poder es su recurso al crédito. Ya que es evidente que cuanto más “dinero” tengan más poder ganan. En el extremo, la posibilidad de una acumulación ilimitada de deuda equivale a poder gubernamental ilimitado. O lo que es lo mismo, a que las libertades individuales queden reducidas a cero. Es decir, existe una clara disyuntiva entre deuda gubernamental y libertad personal.

Ciertamente, el crecimiento imparable de la deuda pública no es sólo una cuestión de buena o mala administración, es mucho más que eso. Sobre todo, en un momento en que, también, se aprecia cómo el aparente éxito económico y tecnológico de la autoritaria China, unido a los sueños de pasados imperiales de Rusia, Turquía e Irán, está facilitando que penetren en Occidente visiones políticas no democráticas y antagónicas con cualquier idea de progreso y libertad individual. Lo hacen aprovechando el flanco débil de la incoherente corrección política que apela a los sentimientos en vez de a la razón, y a las ensoñaciones en vez de a la realidad. Y cuya última versión es la afirmación de que "lo personal es político" lo que equivale a otorgar a los gobiernos capacidad para regular todos los aspectos de nuestras vidas, incluidos los más privados e íntimos.

En definitiva, el ilimitado acceso al crédito de los gobiernos, unido a la corrección política y el renacer del autoritarismo, está propiciando una enorme capacidad para dirigir y configurar la vida de la gente hasta extremos que parecían imposibles hasta hace muy poco tiempo. Actúan difundiendo consignas amplificadas por televisores, diarios, radios y redes sociales con tal intensidad que el disenso resulta casi imposible, vendiendo a la población la mentira de una eterna asistencia social, convirtiendo a los sistemas educativos en máquinas de infantilización, y utilizando de forma oportunista el miedo que provoca el virus.

Ante estos huracanes, aunque sólo sea desde la perspectiva personal, es reconfortante recordar que Occidente se construyó poco a poco y ha resistido transformaciones complejas y laboriosas, apoyado en sus profundas y consistentes raíces que intentan conciliar el pasado y el presente para ganar la esperanza del futuro, siempre pegado a la realidad y al conocimiento mediante la razón. Con esta última meditación se puede alcanzar una cierta tranquilidad, pues seguro que queda mucha energía para el inconformismo. ¡Desde luego, yo me declaro inconformista!

 

viernes, 18 de diciembre de 2020

Incertidumbre y miedo

 

Incertidumbre y miedo

 

En esta segunda crisis de la década, la incertidumbre y el miedo han reaparecido con tal energía que revivimos experiencias que creíamos enterradas en un pasado muy remoto.

La incertidumbre y el miedo nublan la racionalidad de las mentes, lo que puede provocar, no sólo poner fin al proceso de convergencia entre países que se venía experimentado, sino incluso iniciar un proceso de divergencia creciente. Pues, por un lado, aquellas naciones que cuentan con instituciones más cuestionadas, y por tanto más débiles, pueden optar fácilmente por abrazar ideas populistas alejadas de la realidad, y nucleadas en torno a una nueva visión benigna del autoritarismo (iliberalismo), que tiende a agravar los males derivados de la Covid-19, en un proceso de retroalimentación que seguramente desemboque en una pérdida de posiciones en términos de prosperidad, bienestar y libertad.

Al tiempo que, en aquellos otros, en los cuales los derechos individuales, la propiedad privada, la prensa libre, y la división de poderes sean más respetados, serán capaces de aprovechar la propia incertidumbre y el miedo en beneficio del conjunto de la sociedad acelerando la consecución de más logros y prosperidad.

Una pandemia de dimensión planetaria como la actual, sin duda, es un acontecimiento crítico que puede poner en marcha tendencias diferentes dependiendo de la situación y la salud de las instituciones previamente existentes. Así, por ejemplo, a partir de los rastros de la peste negra, en la mitad occidental de Europa surgieron pueblos y ciudades más fuertes, y los campesinos dejaron de estar atados a la tierra liberados de sus obligaciones feudales, lo que puso las bases para la llegada del renacimiento como primer paso hacia el crecimiento económico que terminó conduciendo al despegue de la revolución industrial. Pero en la otra mitad oriental de Europa las pequeñas diferencias institucionales existentes en el momento en que llegó la pandemia les llevaron a reforzar el sistema servil. Es decir, mientras que en occidente la escasez de mano de obra supuso mejoras en las pagas a los trabajadores poniendo en marcha una espiral virtuosa, en oriente supuso una vuelta de tuerca al servilismo.

Efectivamente la peste negra transformó los equilibrios sociales, económicos y políticos en una dirección u otra dependiendo de la situación y fortaleza del sistema institucional previo. A unos les allanó el camino hacia la prosperidad, mientras que a otros les devolvió a los tiempos más oscuros.

Este maldito bicho llega a España justo cuando muchas de nuestras más importantes instituciones están muy cuestionadas y desgastadas. Lo que pone a nuestro país en una situación de clara debilidad, convertido en presa fácil del populismo empobrecedor, incluso a pesar de estar cubiertos con el paraguas europeo. ¿Seremos capaces de tomar la bifurcación correcta?

martes, 15 de diciembre de 2020

Desigualdad por matrimonio

 

Desigualdad por matrimonio mallorcadiario.com

Ahora que aquí está creciendo tanto la desigualdad, como consecuencia de las erráticas políticas llevadas a cabo para atajar los efectos de la Covid-19, puede ser un buen momento para ir un poco más allá e intentar visualizar algunos de los elementos de fondo que agravan la actual coyuntura.

Sin duda, uno de ellos es lo que se ha venido en denominar “desigualdad matrimonial” por la cual se están convirtiendo en tendencia los emparejamientos entre personas del mismo nivel educativo y laboral. Es decir, que entramos en esta crisis con un gran número de parejas compuestas sólo por ganadores o, alternativamente, sólo por perdedores en detrimento de lo que podríamos llamar parejas “mixtas”. Una desigualdad que, además, es cultural y de acceso a las redes de conocimiento, puesto que los titulados superiores suelen contar con ingresos más elevados que los demás colectivos. Mientras que, alternativamente, los que carecen de un mínimo nivel de formación cuentan con ingresos situados en las bandas más bajas.

Para empeorar la situación de partida, la escalera social asociada tradicionalmente al sistema educativo carece del empuje de épocas anteriores al haberse relegado el mérito y el esfuerzo a un segundo plano. Con estos mimbres, el parón de actividad provocado por los confinamientos ha dañado mucho más la posición de los que estaban en peor situación, sin apenas rozar al sector mejor posicionado, que incluso se ha visto potenciado.

A todo lo anterior hay que añadir que, con el mayor uso de las redes, la “prima educativa matrimonial” supone que las parejas con más estudios tenderán a transmitir a sus hijos el consumo de un entretenimiento más formativo y de fomento del espíritu crítico, en detrimento de la pura diversión más consumida en los hogares con menor nivel de estudios. Por lo que se puede pronosticar que la “diferencia por matrimonio” tenderá a incrementarse con el paso del tiempo traspasando la línea generacional.

Desde instituciones como la universidad de Wisconsin se sostiene que al inicio de la pandemia el 40% de las parejas en que ambos cónyuges trabajan tienen ingresos similares. Cuando esa proporción era sólo del 30% veinte años atrás. En democracias occidentales cada vez hay menos desigualdad salarial entre hombres y mujeres, sobre todo dentro del propio matrimonio.

Un ejemplo claro de este fenómeno, aunque hay muchos otros, lo constituye la pareja compuesta por el vicepresidente segundo del gobierno español y la ministra de igualdad que han visto catapultadas sus condiciones económicas y patrimoniales ganadoras. Una tendencia que a buen seguro transmitirán a sus hijos, compartiendo con ellos más juegos, películas o series informativas y formativas. De hecho, señalaron como uno de los motivos de la compra del chalet de Galapagar la disponibilidad de colegios reconocidos, aunque ahora quieran imponer un modelo educativo sin posibilidades de elección.

En definitiva, la posición social y económica de los matrimonios (pareja) de este tipo se está fortaleciendo con las medidas adoptadas para combatir la pandemia con respecto a quien no goce de estas condiciones y, por tanto, hayan quedado muy atrás. De hecho, y de igual forma, aunque sea objeto de otro artículo, también parece observarse un estrecho vínculo entre el menor número de matrimonios y el incremento de la pobreza.

Y es que el matrimonio siempre ha tenido, a lo largo de toda la historia, un papel fundamental en la estratificación social que parece que no se diluye con la extensión de la igualdad salarial entre hombres y mujeres. ¿Lo tendrá en consideración nuestra ministra de igualdad? ¿Y sus homólogas autonómicas, insulares, municipales, etc.?

martes, 8 de diciembre de 2020

Ley Celaá

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Ley Celaá

Estamos en pleno proceso de aprobación de la novena ley educativa del período democrático. Algo que en principio resulta, ya de por sí, especialmente llamativo, pues significa que la vida media de estas normas ronda los cinco años, cuando el periodo de escolarización supera ampliamente el doble de duración.

Pero, además, en esta ocasión se apuesta de una forma clara, sin tapujos, por fomentar la confrontación tratando de imponer un modelo de tipo sectario y monopolístico, sin posibilidades de elección, con los valores de sólo una parte del espectro político. Lo que conlleva, lógicamente, a una rebaja en la importancia del aprendizaje de contenidos, para dejar espacio a aspectos más de carácter ideológico ante los que se hace una renuncia expresa a la sana confrontación de ideas.

En coherencia con lo anterior se rebajan los niveles de exigencia penalizando, de forma indirecta, cualquier atisbo de esfuerzo que pueda conducir a la elaboración de un pensamiento propio e independiente a través del conocimiento de diferentes puntos de vista. Así, por ejemplo, el texto legal establece, literalmente, que hay que mostrar a los alumnos el “carácter social de los impuestos y la justicia fiscal”, sin considerar ni por un momento que pueden existir otra cara en la moneda, como la “pérdida irrecuperable de eficiencia” que provoca cualquier tipo de tributación. De esta forma, la Ley Celaá intenta privar a los estudiantes de una visión real y completa del mundo en el que se desarrollarán sus vidas, en aras de introducir una determinada y exclusiva forma de pensar. De igual forma, y en la misma línea, se sitúa en las antípodas del fomento de la propia responsabilidad.

Con esa filosofía subyacente, la supresión de la libertad de elección de centros se convierte en otro de los objetivos a conseguir. De ahí que se intente que los centros concertados vayan siendo, poco a poco, sustituidos por centros públicos en donde las doncellerías del ramo tengan más capacidad de mando a través de inspectores que, a partir de ahora, serán digitados en lugar de acceder al cargo por oposición.

Por supuesto, se introducen nuevas asignaturas que intentan ser un Caballo de Troya ideológico para facilitar, mediante la elaboración de los correspondientes nuevos libros de texto, la divulgación de los relatos que deseen en materia de memoria democrática. Sin duda, una forma subjetiva de conocer la verdadera historia. Ya lo decía el premio Nobel de Samuelson “En la batalla de las ideas económicas, dejarme a mi escribir los libros manuales”.

Todo esto no es nada realmente nuevo en Baleares y otras comunidades con gobiernos nacionalistas. Desde hace tiempo se apuran los márgenes de las leyes en vigor, o se incumplen directamente, en la confianza de la impunidad que otorga el pensamiento único que van imponiendo. Así que, para consagrar esta forma de actuar, ahora el castellano dejará de ser lengua vehicular, en un claro intento de romper otro nexo entre todos los españoles y, así, ir socavando la eficacia de nuestra Constitución que ampara a los disidentes.

En definitiva, el gobierno ha decidido que su continuidad pasa por un control total de la sociedad hasta el punto que se vaya imponiendo una única forma de pensar mediante no sólo medios de comunicación afines, control de las redes sociales y de los distintos instrumentos del propio Estado, sino, y esto es lo más grave, instrumentalización el mundo educativo.

martes, 1 de diciembre de 2020

SEPARATISTAS CENTRALISTAS Y BALEARES

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SEPARATISTAS CENTRALISTAS Y BALEARES

A pesar del potentísimo aparato propagandístico utilizado, está llamando poderosamente la atención la capacidad de impostura e hipocresía que está exhibiendo el separatismo catalán con el asunto de la armonización fiscal al alza. Ya que lo que ahora demandan no es más que una re-centralización tributaria, algo que, en teoría, está en las antípodas de quien no quiere formar parte del Estado Español. ¿A caso le han pedido a Portugal que incremente sus impuestos para evitar que los catalanes deseen tributar en ese país?, ¿Lo ha hecho con vascos y navarros?

De hecho, lo que están proponiendo supondría, para la propia Comunidad Catalana, cercenar su margen normativo en esta materia. Un absurdo de dimensiones estratosféricas que sólo se explica por las auténticas intenciones de los nacionalistas, que no son otras que las de acumular poder. Es decir, su propuesta de país no existe más allá de que ellos estén en los puestos de mando. Dicho de otra manera, no les preocupa ni el progreso de Cataluña, ni el de sus gentes.

Una impostura que el PSIB-PSOE ha tardado dos minutos en imitar en boca de su líder Armengol. Quién no puede abandonar, de una forma u otra, su discurso del “Madrid nos mata”, porque no tiene otro. Es el populismo facilón que les permite acumular poder a costa de perder puestos en el ranking de comunidades y de países. Ya que más poder gubernativo significa menos libertad, menos creatividad y menos economía.

¡Qué sin sentido pedir mayor autonomía, para rechazarla cuando ésta se ejerce! La gran ventaja de un estado descentralizado no es que todas las administraciones hagan lo mismo, sino que tengan capacidad para ensayar propuestas y políticas que pueden resultar más eficaces y ajustadas a los deseos de los electores, justo lo contrario de lo ahora demanda Armengol y sus socios nacional-populistas que no es más que el monopolio total del poder, prohibiendo la sana competencia entre diferentes formas de administrar.

No se tiene que olvidar que la motivación de la Comunidad de Madrid al optar por tener algunos tributos a tipos reducidos, -algo que otras comunidades no hacen porque, en teoría, conlleva el coste de prescindir de la recaudación correspondiente-, es una opción abierta a todos que pretende que los políticos y burócratas renuncien a una pequeña parte su poder en favor de los ciudadanos.

¿Cuál será la siguiente ocurrencia de estos nacional-populistas-separatistas? ¿Prohibir ir de compras a la comunidad vecina? ¿Prohibir la libertad de residencia? Por no citar todo lo que están imponiendo, como su interpretación de la historia, una única lengua, un único colegio, etc.

Baleares comenzó su carrera autonómica liderando los primeros puestos en nivel de vida y, poco a poco, ha ido perdiendo posiciones. Quizás ha llegado la hora de analizar qué alícuota parte de responsabilidad les corresponde a nuestros políticos locales ávidos de arañar poder a los ciudadanos. Quizás la Comunidad de Madrid es el modelo a seguir.

Decía el filósofo Jeremy Benthan que los gobiernos son insaciables en sus ansias de acumular más y más poder, por lo que la sociedad tiene que preocuparse, sobre todo, en buscar fórmulas para marcarles los límites. Nunca antes como ahora esa necesidad se está tornando urgencia.

 

martes, 24 de noviembre de 2020

El castellano es ahora libertad

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El castellano es ahora libertad

Si algo es evidente por sí mismo para cualquier conocedor de la realidad de nuestra comunidad es que el castellano es una de las lenguas propias de los habitantes de esta tierra, más allá de lo que establezcan las autoridades acostumbradas a las imposiciones que se entrometen, de cada vez más, en todos los aspectos de nuestra vida. Además, hoy por hoy, es para muchos la lengua de la libertad que se usa porque se quiere usar.

Efectivamente, en la actualidad y con frecuencia, utilizar el castellano es mostrar capacidad personal de tener pensamiento propio independiente del grupal. Es reconocer que nadie, sino nosotros mismos, ejercemos nuestra propia soberanía.

La democracia no es simplemente el gobierno de la mayoría, sino, sobre todo, el respeto a las minorías. Y sin duda alguna, la minoría más pequeña es el propio individuo. La democracia es todo lo contrario a la ingeniería social que intenta apropiarse de las mentes de las personas; de hecho, es la máxima expresión de la salvaguarda de las libertades individuales.

Es cierto que la filosofía política reconoce dos tipos de libertades, la “negativa” y la “positiva”. La primera es aquella que se entiende en función de lo que la niega o limita: la coerción. Se es más libre mientras menos obstáculos se tengan para decidir de acuerdo al criterio propio. Es decir, cuanta menos autoridad se ejerza sobre mi conducta más libre soy. Mientras que la segunda constata que para seguir ese camino es necesario disponer de las condiciones sociales imprescindibles. Un ejemplo claro del primer tipo es la libertad de prensa, mientras que del segundo lo sería poder aprender a leer y escribir.

Ambas libertades son incompatibles y contrapuestas, una refuerza el carácter individual y la otra el social. Sin embargo, el verdadero progreso está en un punto en que una no suprima a la otra, en que ambas convivan, aunque sea confrontadas con cierta tensión.

Pues bien, en nuestra comunidad, apartar al castellano del sistema educativo conculca tanto la concepción de la libertad negativa, el derecho a la elección, como la positiva de fortalecer el conocimiento, en un claro intento del dominio de las mentes de la masa. La intención última no puede ser otra que la de dividir a la sociedad para, de este modo, reforzar los mecanismos de control.

El populismo, y su versión extrema que es el nacionalismo, siempre se han servido de la ignorancia de la gente con la finalidad de acumular poder. Lo cual, lógicamente, está en las antípodas de los fundamentos de las democracias republicanas en las cuales la política, y los servicios públicos, están al servicio de la gente y no de sus gestores, para que todos puedan seguir su propio camino de progreso.

Ahora bien, una vez hemos llegado hasta aquí revertir la situación no va a resultar tarea fácil, pues requiere no sólo reivindicar de forma constante y permanente los valores esenciales de la democracia liberal, -lo que, ahora, se puede hacer utilizando el castellano siempre que apetezca- sino, también identificando, una por una, las normas que se deben corregir para evitar las derivas que nos están llevando a perder grados de democrática libertad.

Muchos de los que nos hicimos adultos en tiempos del tolerante ambiente de la Transición observamos, con preocupación, cómo el Estado a través de sus diferentes gobiernos ejerce un control creciente sobre nuestras vidas que amenaza con ser asfixiante. Quizás por eso, somos más conscientes de que la ruptura del binomio educación y libertad es un salto cualitativo al vacío que deberíamos evitar.

martes, 17 de noviembre de 2020

Dólar, Euro, España

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Dólar, Euro, España

El dinero es, sobre todo, confianza. Un activo financiero que ha tenido muchas formas a lo largo de la historia, facilitando los intercambios y las relaciones interpersonales que promueven la civilización. Detrás del dinero no siempre ha estado el Estado, pues su importancia es tal, para la vida colectiva, que se puede afirmar que constituye una institución espontánea, de ahí el papel que siempre ha jugado el oro a través de los siglos. Pues un elemento clave de esa confianza radica en que la cantidad total de dinero no crezca, en ningún caso y bajo ningún concepto, a un ritmo mayor que el conjunto de la economía. Una condición que de forma natural cumple el dorado metal.

Estados Unidos, desde su fundación, ha sido uno de los países más políticamente estables del mundo, con una economía robusta de crecimiento constante, basada en sus arraigados principios constitucionales que invisten a sus instituciones con la fuerza de una religión. Por eso el Dólar ha sido, y continúa siendo, la moneda de referencia en las transacciones internacionales. Desde 1776 se ha ganado a pulso la confianza tanto de sus nacionales como de la mayor parte del resto del mundo.

El Euro también nació con vocación de moneda fuerte. Y, de hecho, inicialmente, transmitió esa fuerza hacia nuestro país. Así, nuestra incorporación a la Unión Monetaria supuso uno de los periodos más brillantes de nuestra historia económica.

Sin embargo, desde entonces España no siempre ha actuado en consonancia con la ruta marcada para alcanzar las metas que refuerzan la seguridad de la divisa. Nos ha faltado un liderazgo político, que más allá de la lógica alternancia democrática, vincule a los gobiernos con sólidas creencias intelectuales y morales, excluyendo del vocabulario político las medias verdades, las mentiras y el oportunismo populista. Sin el prestigio que otorga la verdad no se puede evitar la erosión de las instituciones sociales, incluida su moneda.

Es cierto que nuestro país es sólo una parte relativamente pequeña de la divisa europea, pero tiene el suficiente peso como para transmitirle algunos de nuestros males nacionales, ahora acentuados. Males que, como se ha dicho, están contribuyendo a dificultar alcanzar los objetivos de confianza con los que nació.

De hecho, cuando se habla de recuperación económica, no debería pensarse sólo en costosos programas de reactivación coyuntural. Un dinero que sería mucho mejor destinar a pequeñas empresas y emprendedores, así como a fondos de investigación e innovación. Sino también proponiendo, simultáneamente, fórmulas de crecimiento que apenas requieren recursos, como la flexibilización de la legislación, evitando que se den compartimentos estancos entre actividades, sectores o regiones, a la vez que se facilita una mejor adaptación a los nuevos usos digitales, energéticos y de internacionalización. O como la mejora del sistema educativo para alcanzar niveles más elevados de conocimiento, sobre la base fundamental del pensamiento crítico y autónomo que inmuniza del grupal. O la mejora de la calidad de la democracia poniendo sobre la mesa los grandes debates que pueden contribuir a ello, como puede ser una reforma electoral o del sistema de financiación autonómico. O la mejora de la transparencia y eficiencia del sector público, etc.

En definitiva, no se podrá salir de la poliédrica crisis actual pensando en soluciones simples exclusivamente de gran impacto mediático. El Euro tiene que ser mucho más que eso, representa el humanismo ilustrado que, desde Europa, se hizo universal. Aspira a ser encarnación metálica de la democracia liberal con respeto a su propio sistema institucional.

Por eso, no nos debemos engañar, el Euro no es una conquista asegurada para siempre, sino una institución que tiene que afianzarse con las políticas honestas que apelen a su esencia.

martes, 10 de noviembre de 2020

NACIONALISMO

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NACIONALISMO

El nacionalismo es el populismo llevado a su grado extremo, pues para ganar el poder y afianzarse en él, sigue el método de dividir a la sociedad, en este caso, entre los que se identifican con la nación tal como ellos la han diseñado, y los que no lo hacen, a quienes por supuesto se les calificará de “malos” o externos pertenecientes a una nación contrapuesta.

Para conseguir esa interesada división, la técnica consiste en una progresiva introducción de símbolos nacionales como portadores de mensajes positivos, al tiempo que los de la nación contrapuesta se representan sistemáticamente cargados de valores negativos. No dudan en narrar, e incluso manipular o reescribir, la historia en clave nacional. Lo que requiere que intelectuales, escritores, periodistas o artistas con cierta influencia sobre el gran público cuenten con los incentivos necesarios para que se decanten por el bando propio. Así se explica su conocida prodigalidad en materia de subvenciones.

El gran símbolo nacional, el símbolo de símbolos, es la lengua. Todo nacionalista considera a su lengua, no sólo como el vínculo sagrado que les identifica como tribu capaz de oír voces del subsuelo, sino como un deber divino que tiene que predicar y engrandecer. Lo que les lleva a rechazar de plano cualquier posibilidad de bilingüismo, sobre todo si la otra lengua tiene un mayor potencial comunicativo. La presentan como externa e impuesta y ante la que, lógicamente, se victimizan. De esta forma, un objetivo largamente perseguido es la utilización de la lengua que han decidido propia como exclusiva en el sistema educativo. Si las diferencias culturales no existen, se crean con los instrumentos del estado.

Esta estrategia de actuación, si tiene éxito, supone que el grupo que se afiance en el poder también se blinda, en buena medida, ante la alternancia propia y característica de las democracias. Pues quien mantenga posturas discrepantes, no sólo será identificado como anti-patriota, sino que se verá abocado a múltiples dificultades para vivir desacuerdo con sus propias ideas. De forma que o bien optará por no hacer pública su forma de pensar, o bien por irse a otro lugar, o bien por someterse, aunque sea de forma vergonzante.

El objetivo es que la población acepte la inevitabilidad del nacionalismo, a través de la supresión de la individualidad en aras de un poder y unos líderes que se auto-erigen en representantes de intereses colectivos superiores, sustituyendo los argumentos racionales por otros emocionales en donde el punto de encuentro entre distintos no existe.

En lo económico, el nacionalismo, suele ofrecerse como alternativa al cambiante entorno capitalista caracterizado por la destrucción creativa. Así, abraza el corporativismo, esto es, la introducción de barreras interregionales e intersectoriales que preserven un sistema de producción estático y petrificado. Es por ello que se mueven como pez en el agua en ambientes de decrecimiento económico, un terreno abonado para acrecentar su apoyo popular, al igual que ocurre con los episodios de corrupción política.

En definitiva, el nacionalismo está promovido por sectores que no sólo aspiran al poder, sino a perpetuarse en él, llevando al extremo las metodologías populistas, sin importarles la búsqueda de los mejores resultados para su sociedad. Es por eso que, desde puestos de oposición, únicamente una genuina doctrina liberal que considera al individuo como la minoría más pequeña es capaz de plantarle cara con posibilidades de éxito.

viernes, 6 de noviembre de 2020

martes, 3 de noviembre de 2020

Sin plan de inversiones

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Sin plan de inversiones

Cada año, desde hace décadas, cuando se presenta el Presupuesto General del Estado, se produce el mismo ritual balear, acudiendo raudos a la sección que territorializa las inversiones por comunidades autónomas. Luego, los diarios, -aunque cargarán más las tintas los de tendencia más nacionalista-, titulan con grandes caracteres “Baleares nuevamente maltratada”. Las tertulias de radio y televisión ocupan minutos y más minutos con el tema, los columnistas dejarán de tener miedo al folio en blanco y, por supuesto, en el Parlament algún diputado de un partido que está en el gobierno de la nación aprovecha la ocasión para disfrutar de su minuto de gloria. Y luego, hasta el año próximo, en que se repetirán los mismos protocolos y el mismo rasgar de vestiduras. 

Pero ni ningún político del gobierno o de la oposición, ni ningún periodista, y casi ningún tertuliano preguntará sobre el listado de inversiones pendientes que justifiquen una cifra diferente. Y para colmo, serán los mismos que no dudarán un segundo en mostrarse radicalmente contrarios a la ampliación de un puerto o de un aeropuerto, o de cualquier otra infraestructura de competencia nacional que conlleve una mayor partida presupuestaria.

 Una vez más, para los políticos locales es mejor mantener el problema que buscar una solución. Ya que ésta sería tan sencilla como debatir y proponer un plan de inversiones a realizar a medida que se cuente con la financiación correspondiente.

Pero claro, eso supone “mojarse” tener que asumir que hay infraestructuras que se han de ampliar, y que, al hacerlo, habrá quien salga ganando, pero también quien esté disconforme. Y estos últimos pueden dejar de votar o hacerlo por otros colores. Por tanto, es mejor no menearlo y dar la culpa a un ente forastero: “Madrid

Resulta que los actuales diputados, como consecuencia del sistema electoral, no representan correctamente los intereses de los ciudadanos que les votan, sino que más bien, como la lógica de partidos hace necesario que estos busquen la ampliación de sus bases electorales se centraran solo en aquellos temas que resulten de muy fácil y clara “venta” política, eludiendo los más complejos por muy necesarios y fundamentales que puedan ser.

Es por eso que, con frecuencia, se prefiere un problema que pueda justificar un discurso (y muchos sueldos) a encontrar una solución. Es así porque el sistema electoral marca los incentivos de los diferentes actores políticos.

De manera que podemos concluir, sin mucho temor a equivocarnos, que mientras el sistema electoral permanezca inalterado. La política seguirá las mismas pautas, así que, con cada nuevo Presupuesto General del Estado volveremos a vivir la misma ceremonia que, por desgracia, alimenta, sobre todo a los nacionalistas y populistas, aunque lo haga de manera paulatina.

Si, en momentos tan difíciles y complicados como los que estamos viviendo ningún partido es capaz de poner sobre la mesa las raíces profundas de alguno de nuestros principales problemas estamos abocados a continuar tal como estamos, con su lento declinar.

martes, 27 de octubre de 2020

Mano invisible vs. lucha de clases

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Mano invisible vs. lucha de clases

Publicada a mediados del s. XVIIl la primera obra del filósofo y economista Adam Smith, se tituló “Teoría de los sentimientos morales”, pues, en su época la economía era consideraba filosofía moral. El escocés, en ese primer libro, apunta su concepto de “mano invisible” según la cual el deseo de progreso egoísta de cada persona puede conducir al bienestar general de toda la sociedad, bajo la única condición de la existencia de los principios básicos de libertad e igualdad ante la ley, sin privilegios.

Un razonamiento que fundamenta la existencia de sociedades armónicas en donde todos pueden mejorar su posición sin que nadie tenga que empeorar la propia, al generar crecimiento económico y riqueza. Es decir, en su concepción del mundo, no hay ni buenos ni malos ni clases sociales antagonistas. Una luminosa idea que inspiró la revolución norteamericana de 1776, con tal éxito que su Constitución continúa vigente, asumida plenamente por cada nueva generación.

Muy poco tiempo después, en la europea Francia, también se llevó a cabo otra revolución, pero en esta ocasión bajo la incipiente idea de que para avanzar en el bienestar de una parte de la sociedad había que decapitar, literalmente, a la otra, como única forma de evitar privilegios. Es el momento en que aparece el concepto de “izquierda”, con su todavía no formulada idea de la lucha de clases. Una noción que equivale a la anti-armonía social. No es extraño que esta otra revolución terminará en caos y su Constitución no sobreviviese a esos acontecimientos.

Ciertamente, el término “lucha de clases” lo acuñó y divulgó Karl Marx quien también escribió que “la violencia es la parturienta de la historia”. Como una cosmovisión del mundo en la que en toda sociedad existen grupos antagónicos con intereses incompatibles y enfrentados. Esto es, unos son explotadores y otros explotados por lo que la única posibilidad de mejora colectiva general implica que los segundos se impongan y eliminen a los primeros.

Estas dos formas de interpretar el mundo han pervivido hasta nuestros días, a pesar de que durante algunas décadas del siglo XX parecieron converger, en algunos pocos países, bajo las formas más moderadas de economía social de mercado, por un lado, y socialdemocracia por otro.

Sin embargo, desde hace un tiempo la izquierda está volviendo con fuerza sobre el camino de las políticas divisorias y de confrontación, esta vez multiplicadas por las identidades supuestamente enfrentadas, lo que les iguala y alía con los nacionalistas, socavando los principios liberales básicos.

Sin duda, las dos contundentes crisis económicas del siglo XXI han contribuido a facilitar la propaganda de este mensaje izquierdista, ya que, en un escenario de estancamiento y recesión, es cierto que la economía se convierte en un juego de suma cero, esto es, para que unos ganen otros tienen que perder. Un terreno abonado, pues, para el populismo que predica antagonismos.

Por ello, ahora más que nunca, es necesario convocar, sin distinciones, a todos los que prefieren la armonía social a la confrontación, al mensaje implícito de la "mano invisible". Con una renovada apelación que, mediante las reformas oportunas y el afianzamiento de los principios del republicanismo cívico, nos devuelva pronto a la senda del crecimiento económico inclusivo y auténticamente fraterno, sin buenos ni malos.

Quizás sólo de esta manera se pueda intentar empujar a la actual izquierda a un segundo abandono del marxismo.

 

La tremenda caída del PIB nacional. El 21,5% según el INE

 

Así presenta el INE la brutal caída de la actividad, pero fíjese el lector la trampa que supone emplear una determinada escala cuando en la parte positiva del gráfico, y otra, en versión reducida para la parte negativa.

jueves, 22 de octubre de 2020

Asociación Libertaria Argentina.

 La Asociación Libertaria Argentina, ha re-publicado hoy 22 de octubre de 2020 mi artículo publicado en mallorcadiario.com en que comento el momento político de Uruguay.

martes, 20 de octubre de 2020

Sostengo que la derecha

 mallorcadiario.com

Sostengo que la derecha

 En mi opinión, a la actual derecha política española le falta realizar un ejercicio de introspección para diseñar una estrategia hacia un horizonte compartido e ilusionante a medio plazo. Una labor de vital importancia para nuestro país en un momento, como el actual, en el que se utiliza y azuza la división social para conservar y ampliar los espacios de poder por parte de una izquierda multiforme.

Sostengo que les corresponde a los partidos de la oposición dos labores fundamentales, la primera es identificar la raíz profunda de los problemas que nos han llevado a la situación de grave crisis política, institucional y económica. Y, al mismo tiempo, proponer una alternativa creíble, esperanzadora y compartible para una parte muy amplia de la población.

Esperar que el desgaste de la acción de gobierno sea suficiente para producir un cambio de rumbo político ya no es suficiente. La ocupación de todas las instituciones de poder, por parte de los actuales mandatarios, les asegura liderar el “relato”, tanto para la capitalización de sus aciertos como de la justificación de sus errores. Es parte del “tablero inclinado” del que habla Cayetana Álvarez de Toledo. Un campo de juego en el que pueden caer chuzos de punta sin que la sociedad reclame una alternativa.

Con toda modestia, considero que dos son, principalmente, los puntos focales que nos han conducido con paso lento pero imparable a la actual situación: el primero la legislación electoral y su influencia en la configuración de unos partidos políticos tan excesivamente centrados en torno al líder que han acabado dando muestras de problemas de representatividad. De hecho, incluso hay diputados que ni tan siquiera participaron en la campaña en la que fueron elegidos. Lo cual incita a la aparición de nuevas alternativas políticas, aunque con los mismos defectos. El segundo punto es el modelo de financiación autonómica que al no otorgar la suficiente responsabilidad a los dirigentes regionales está en el origen, tanto de las fuerzas centrífugas, como de muchas de las ineficiencias de los aparatos públicos.

Ciertamente, no son debates populares que quepan en un tuit, ni se centran en las muchas carencias de la acción del actual gobierno, ni otorgan un rédito inmediato, pero es posible que tengan la suficiente entidad como para facilitar una necesaria coincidencia entre los distintos partidos de la oposición, de forma que puedan, cada uno desde su propia perspectiva, realizar propuestas enriquecedoras que permitan visibilizar una ilusionante recuperación de los valores del auténtico republicanismo cívico (no del sectario de Sánchez-Iglesias) que ahora vemos en peligro. Sobre todo, porque muchas otras reformas modernizadoras pendientes para volvernos a acercar a los países más avanzados, no serán posibles sin un reforzamiento de los cimientos de nuestra convivencia.

Profundizar en los valores democráticos desde una perspectiva reformista que permita la regeneración imprescindible de la armonía social que está en la base de la prosperidad, pienso, requiere en estos momentos, sin dejar de estar atentos al día a día, centrarse de forma pausada y tranquila en la elaboración de un proyecto que pueda ser compartido por sus sólidos y realistas argumentos racionales por un gran parte de todos aquellos que pueden estar preocupados por el futuro, y por tanto, de forma muy especial por los jóvenes.

Sin ningún género de duda, la derecha tiene que reivindicar la Constitución y el espíritu netamente democrático de la Transición que la hizo posible. Una Constitución que fue fruto de un amplísimo consenso que, pienso, puede ser renovado mediante propuestas de modificación de aquellas partes de su desarrollo jurídico que han mostrado contener una tendencia histórica al alejamiento del mismo.

Soy consciente de que estas normas son tremendamente difíciles de modificar ya que cualquier pequeña alteración puede tener consecuencias trascendentales. No obstante, quizás, sí se puede empezar a hablar, y, además, se puede comenzar aquí en Baleares.

 

martes, 13 de octubre de 2020

LA ARMINIZACIÓN FISCAL Y LA LEY DE GRANOS

 

La armonización fiscal y la ley de granos

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Las empresas que compiten lealmente entre sí, intentan contener sus costes y diferenciar sus productos haciéndolos más atractivos y asequibles para sus clientes. Es una labor que requiere tener los músculos y los nervios en tensión permanente, siempre atentos tanto a los cambios de gustos y preferencias del público, como a las mejoras en eficiencia productiva. El resultado es una vida más cómoda, próspera, holgada y larga para todos. Es el gran éxito del capitalismo.

Sin embargo, si por la circunstancia que fuera algún empresario o grupo se sitúa en una posición de poder, tal como ocurrió con los terratenientes británicos a los inicios del siglo XIX, intentarán zafarse de esa incómoda competencia. Aquellos lo hicieron promulgando la “Ley de Granos” según la cual se prohíba la importación de trigo de terceros países mientras el nacional no alcanzará un determinado precio. Por supuesto, lo hicieron envueltos en la Union Jack, y así, pudieron continuar con su elevado estilo de vida retratado por Jane Austen, mientras las clases populares pagaban caro el pan.

La gran ventaja de tener un Estado de las Autonomías podría haber sido que éstas compiten entre sí para ofrecer a sus residentes-votantes los mejores servicios públicos gestionados con eficacia y promoviendo el crecimiento económico. Lo que derivaría, lógicamente, en una sana moderación tributaria. Es decir, el Estado sería eficaz para con sus obligaciones.

Sin embargo, en general, las comunidades autónomas, con Cataluña a la cabeza, han preferido seguir el camino de los terratenientes británicos legislando para reforzar el poder de las élites locales. Jordi Pujol rechazó en su momento contar con tributos propios potentes, ya que le hubiesen obligado a financiar su “construcció de país” cambiando el “Madrid ens roba” por “catalans, us vaig a fregir a impostos”. Incluso cuando las necesidades financieras crecieron, el dirigente nacionalista no reclamó un tributo propio, sino que solicitó participar en los existentes gestionados por “Madrid”. Estableciendo, eso sí, cláusulas que impidiesen cualquier competencia fiscal.

Pero incluso así, el perverso sistema de financiación autonómico dejó sin atar del todo tanto el impuesto de patrimonio como el de sucesiones. Un hecho que aprovechó la Comunidad de Madrid para reducirlos a su mínima expresión. Algo que molesta tanto a los “Señores” de las autonomías como, siguiendo a los terratenientes británicos, ponerse en pie de guerra envueltos ahora en la bandera de la armonización fiscal.

Pues bien, quizás estaría bien recordarles a estos armonizadores territoriales que la “Ley de Granos” acabó teniéndose que derogar por las presiones de los industriales agraviados comparativamente y, sobre todo, ante la triste circunstancia de una monumental hambruna desatada en Irlanda como consecuencia de que el elevado precio del trigo obligaba a sus gentes a alimentarse, principalmente, de modestas patatas cuando una terrible plaga acabó con varias cosechas.

Ciertamente, las similitudes de lo que estamos viviendo con lo sucedido con el proteccionismo agrícola que benefició a los grandes propietarios de tierra de la Gran Bretaña a costa del dolor y sufrimiento del resto de la población nos debería poner en guardia. ¿Qué diferencia hay entre prohibir que los precios puedan bajar o que lo puedan hacer los impuestos?

martes, 6 de octubre de 2020

EMIGRAR A URUGUAY

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EMIGRAR A URUGUAY

A diferencia de Estados Unidos o Brasil, por cuestiones históricas, el mundo hispanohablante está conformado por muchos diversos países, lo que supone algunas desventajas, pero también proporciona la capacidad de poder evaluar los ensayos de políticas diferenciadas. Así que si bien, muchas de esas naciones están avanzando hacia el populismo que denominan “socialismo del siglo XXI”, arrastrando a evidentes pérdidas de bienestar a sus poblaciones, existe alguna excepción como es el caso de Uruguay que tras más de tres décadas siguiendo las políticas intervencionistas argentinas en 2002, con la crisis del corralito, decidió seguir un camino propio consistente en aprovechar el potencial que ofrece la apertura al comercio internacional y la globalización. Para no arriesgar demasiado lo hizo a través de la potenciación de las Zonas Francas, con muy baja intervención e impuestos, creadas años atrás por gobiernos de centro derecha.

La apuesta resultó casi de inmediato, lo que les permitió atenuar las crisis económicas características de la región. Disminuyó la desigualdad al tiempo que la clase media se consolidaba y extendía a amplias capas sociales, al disfrutar de los salarios más elevados, junto con Chile, toda Latinoamérica.

El partido izquierdista Frente Amplio, que cuenta con una importante rama populista, ganó las elecciones de 2005. Sin embargo, sus dirigentes Vázquez y Mújica supieron mantener al gobierno del país en una posición mucho más moderada, respetando los logros económicos de las empresas asentadas en esas zonas especiales. José Mújica llegó a declarar “Soy socialista pero no bobo” haciendo referencia a la necesidad de continuar con las excepciones tributarias para sostener un crecimiento económico que permitiera financiar la mejora de los servicios públicos. Una estrategia que condujo a 14 años de gobierno frenteamplista. A pesar de todo, como genuinos socialistas, nunca consiguieron controlar los déficits públicos ni sus malas consecuencias que acabaron aflorando.

Así, poco antes de la pandemia, las fuerzas de la oposición se unieron vencieron en las últimas elecciones, con Luís Alberto Lacalle Pou, de origen Valldemossí, al frente de la coalición. Un liberal convencido que rehusó invitar a los gobiernos cubano, venezolano y nicaragüense a su toma de posesión para dar una señal inequívoca de su singularidad.

El nuevo presidente se tuvo que estrenar tomando decisiones para hacer frente al maldito bicho. Él mismo ha contado cómo a pesar de que la decisión más fácil consistía en un confinamiento total, prefirió apostar por el concepto de “libertad responsable”, al tiempo que su gobierno se centraba en una política de comunicación que se atuviera escrupulosamente a la verdad, tanto de lo que se sabe cómo de lo que no, contando para ello con un prestigioso comité de auténticos expertos.

Los resultados no han podido ser mejores. El país, ubicado entre dos gigantes (Argentina y Brasil) ve como sus vecinos sufren las terribles consecuencias de las malas políticas adoptadas para frenar el virus, mientras Lacalle acelera en un proceso reformista liberal que puede llegar a confirmar a su país, esta vez sí, como emblema de la mejor política. Baste mencionar que para poder pagar parte de la factura del Covid, decidió incluir una subida de impuestos, ¡ATENCIÓN!, a los políticos y altos funcionarios. Es decir, Uruguay apuesta por combinar la libertad, con la estabilidad y la mejora de las oportunidades. Una isla de prosperidad y esperanza en un mar de populismo-empobrecedor, fruto, en gran medida, de la sensatez de sus últimos dirigentes.

Desgraciadamente, en España la Sexta no entrevistará a Lacalle Pou como hizo con Mújica, pero buscando información por internet, y tal como están las cosas aquí en Baleares, no parece descabellado valorar seguir los pasos del ascendente del actual presidente de Uruguay y aceptar la su invitación a residir en ese magnífico país que con un territorio bastante que mayor que la suma de Baleares, Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía juntas tan solo tiene 3,5 millones de habitantes.


martes, 29 de septiembre de 2020

EL FENÓMENO GLORIA ÁLVAREZ

 mallorcadiario.com

EL FENÓMENO GLORIA ÁLVAREZ

Si con la radio y la televisión la dimensión informativa de la política era nacional, ahora con las redes sociales es idiomática. Eso explica, en parte, que el populismo, o socialismo del siglo XXI, hispanoamericano haya aterrizado, con fuerza, en España de la mano del tándem Sánchez-Iglesias.

Así que, de igual manera, es más que posible que la respuesta a esa empobrecedora corriente política también venga del otro lado del charco. Al menos así apunta el fenómeno Gloria Álvarez. Se trata de una joven y mediática politóloga guatemalteca afincada en México, de sólida formación y verbo arrollador, que ha alcanzado fama internacional mediante la presentación en youtube de los varios libros “best-sellers” de los cuales es autora o coautora. Además, aunque le faltaba más de un lustro para alcanzar la edad mínima de 40 años que la Constitución de Guatemala establece para ser candidato oficial a la presidencia del país, decidió participar en la última carrera presidencial de 2019 para dar a conocer sus propuestas reformistas a través de las redes.

Sus videos muestran su envidiable manejo del español, su fresco aspecto juvenil y, sobre todo, su potente argumentario liberal y anti-populista-socialista. Están causando, no sólo asombro, sino también numerosos nuevos adeptos a las ideas libertarias. Suele comenzar desenmascarando el origen del neo-populismo actual que sitúa en la orfandad que se crea entre los movimientos de izquierda tanto, la caída de la URSS, como la desaparición de casi todas las dictaduras americanas. A partir de 1989, reunidos Castro, Lula y otros en Sao Paulo, diseñan una estrategia para alcanzar el poder mediante la introducción de emociones sencillas en las contiendas electorales que desplacen el debate racional. El plan comienza fomentando un odio que divida a la sociedad, una multitud de promesas que pueden cambiar dependiendo del auditorio receptor con el nexo común del aumento de los empleos estatales que les permita extender la red clientelar y la ocupación de todas las instituciones incluidas las judiciales, educativas, informativas, empresariales, sindicales o las fuerzas armadas. Así, el líder, que siempre habla en nombre de todo el pueblo, alcanza un poder sin apenas limitaciones.

A ese populismo Álvarez contrapone la República en su sentido cívico (no en el revanchista de Sánchez-Iglesias), es decir, la unidad social a través del refuerzo de los derechos individuales, incluido el de la propiedad. Profundizar en la división de poderes mediante una mejora de la representatividad de los cargos electos y del funcionamiento de la justicia; una prensa alejada del gobierno;  respecto escrupuloso a las minorías, cuya mínima expresión es la propia persona; una educación que en vez de seguir consignas de pensamiento único acepte la diversidad; una economía con mercados competitivos, y por tanto sin los gremiales privilegios (ley privada) que con frecuencia se derivan de muchas regulaciones y del exceso de Estado; y en lo social, la despenalización de la prostitución, las drogas, la eutanasia, etc.

En definitiva, considera que el eje izquierda versus derecha ha quedado superado por el del social-populismo versus república cívica. Lo hace con un discurso que es igual de atractivo tanto para Guatemala, como para Argentina, México, Uruguay, Ecuador, Brasil, Venezuela, etc. o, ahora, España. Por lo que vale la pena estar muy atentos a la trayectoria de esta brillante divulgadora que no milita públicamente en ningún partido de ningún país, aunque muchos serían los que la querrían ver en sus filas.

En cualquier caso, de momento todo aquel que esté inquieto por el avance del populismo y sus tristes consecuencias puede leer sus libros o acudir a youtube y teclear “Gloria Álvarez Cross”, percibirá un discurso novedoso, aunque basado en contrastados valores sociales que, quizás, le hagan recobrar la fe en la política de nuestro tiempo.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Fracaso

FRACASO

"Fracaso" es la palabra que mejor describe la actuación gubernamental de la protección contra el covid-19. Un fracaso con tasas comparativas elevadas de contagios y muertes, que ha dado rienda suelta al miedo colectivo, a la supresión de derechos civiles, al abuso del “mando y ordeno”, al incremento abismal de la desigualdad, y a la ruina económica. Se ha manipulado la información desde instancias de poder y se ha hurtado el debate científico y la duda razonable. No ha habido lugar relevante ni para la discrepancia democrática ni para la científica. La Unión Europea no ha podido realizar una coordinación eficaz entre las naciones que igualase actuaciones y resultados. Los fallos del Gobierno español y del Govern autonómico han desembocado en unas asimetrías que hacen de España y de Baleares el país y la comunidad respectivamente más dañados en conjunto.

Este oscuro episodio sanitario-económico ya está provocando un sufrimiento humano varias veces mayor que el de la anterior Gran Recesión. Y eso que no se puede considerar que una pandemia sea un “cisne negro” (un acontecimiento imprevisible), puesto que todas las especies animales -los humanos somos una más- padecen alguna en algún momento. Por lo que no es del todo cierto que nos haya cogido tan de sorpresa, y lo es mucho menos en cuanto en los últimos años ya habíamos tenido varias amenazas serias.

Sin duda, una parte del espectro político dirá que han faltado recursos, pero eso es solo una excusa de mal pagador incapaz de desarrollar una gestión eficaz. Sobre todo cuando no han escaseado recursos, aunque sí escrúpulos, para convertir el gasto público en gasto político. Si en la bonanza el ahorro es siempre prevención, el déficit es imprevisión. A todas luces esta es una de las causas de la asimetría de resultados entre países y regiones.

El menosprecio ideológico hacia las reglas de la economía conduce a la falsa dicotomía que la contrapone con la salud. Una mala idea que está en el origen de algunas actuaciones de trazo grueso, torpe y en ocasiones contradictorio que han acabado dañando gravemente, aunque de forma muy desigual, al tejido productivo empresarial y laboral. Tan cierto es que las economía tiene que fortalecer el sistema de salud, como que el sistema de salud tiene que hacer lo propio con la economía. Son dos dovelas de un mismo arco.

En cualquier caso, la actual coyuntura crítica nos vuelve a poner sobre viejas disyuntivas: ¿Queremos un sistema político con representantes preparados o de cuota?, ¿Una educación que promueva la excelencia con autonomía intelectual o que fomente la igualdad también de pensamiento?, ¿Unos gobiernos que pongan más énfasis en el crecimiento inclusivo o en reivindicar más fondos a instancias superiores?, ¿Unos medios de comunicación de masas independientes o seguidores de dogmas?, etc. Desafortunadamente, quizás, ya hemos elegido.


jueves, 24 de septiembre de 2020

Por fin un poco de cordura entre tanto abuso e histerismo covid

 infobase


Jayanta Bhattacharya, profesor de salud pública de Stanford: “No nos tienen que preocupar 50.000 casos de coronavirus si no causan muertes”

Dirige el Centro de Demografía de la Salud y el Envejecimiento de la universidad californiana y es autor de tres estudios sobre la presencia de anticuerpos en la población estadounidense. Preocupado por los costes sociales del confinamiento, propone una estrategia diferenciada por edad y cuestiona la utilidad del testeo masivo y el rastreo de contactos en este momento de la pandemia

martes, 22 de septiembre de 2020

CONSECUENCIAS NO INTENCIONADAS

Consecuencias no intencionadas mallorcadiario.com

Los economistas denominan “consecuencias no intencionadas” a aquellas decisiones gubernamentales que, a pesar de su aparente buena intención, tienen un resultado calamitoso al despreciar las causas esenciales del problema que se quiere abordar, y solo actuar sobre los más visibles síntomas, con la finalidad de facilitar la “venta política” inmediata.

El ejemplo más manido es el de la limitación de precios mediante el Edicto promulgado por el emperador romano Diocleciano en el año 301. Ante las imparables subidas de precios estableció un tope para 1.000 productos básicos (grano, carne, cerveza, abrigos, sandalias etc.) con la finalidad de evitar el descontento del populacho. En la misma ley estableció la pena de muerte para acaparadores y especuladores en un intento de trasladarles la responsabilidad de la inflación.

El Edicto calmó los ánimos cuando se anunció, pero su implementación no consiguió detener la escalada de precios, añadiendo además un dramático episodio de desabastecimiento de trascendentales dimensiones, pues los mercaderes dejaron de vender, al igual que los artesanos dejaron de producir. Ciudades enteras entraron en una decadencia que no se detendría hasta el hundimiento total del Imperio.

La realidad acabó demostrando que el populista Diocleciano, no quiso aceptar que la auténtica causa de la inflación era el exceso de gasto público, financiado con la acuñación de nuevas monedas de progresivo menor valor metálico.

Pues bien, es más que posible que las normas anti-covid dictadas en el conjunto de España, y en Baleares, estén plagadas de “consecuencias no intencionadas”. Y que este sea el auténtico origen del monumental fracaso cosechado. De hecho, muchas de esas normas han despreciado las consecuencias económicas y sociales que conllevan, al no centrarse en identificar a las personas realmente afectadas.

En vez de focalizar la acción gubernamental preventiva en ayudar a la población de riesgo y a los afectados a mantenerse aislados, quizás hasta llevándoles los alimentos a sus domicilios durante su cuarentena, se ha preferido confinar a todos, a destiempo y por un periodo excesivo, mediante “mando y ordeno” impidiendo a los sanos seguir con su vida ordinaria, lo que puede ser especialmente demoledor en actividades económicas informales o cuasi-informales que carecen de cualquier tipo de protección. ¿Se genera así un incentivo no intencionado a no actuar conforme a las normas? Es muy posible que así sea a la vista de las zonas con más rebrotes.

Al mismo tiempo la proliferación de normas, contra-normas y más normas que se han dictado, acompañadas en algunos casos de falsedades oportunistas, son, desde luego, el origen de la consecuencia no intencionada de la brutal pérdida de credibilidad de los gobernantes e, incluso, del propio Estado que encarnan. El desprecio de ministros, consellers, y presidents al arraigado sentido común y sensatez del 98% de la población ha hecho evidente la falta del mismo de muchos de ellos, provocando otro poderoso incentivo a relajarse en el cumplimiento de algunas normas, por confundir las correctas y las incorrectas.

En definitiva, aunque el gobierno no quiera auditorías que analicen los motivos del fracaso de su gestión, poco a poco habrá economistas, u otros profesionales, que irán estudiando todas y cada una de las normas promulgadas para hacer frente al covid-19 desde la perspectiva de las consecuencias no intencionadas. Quizás sea entonces cuando descubramos, como ocurrió con Diocleciano, que sí en Baleares o España se han producido peores resultados que en otros lugares no es por un defecto de carácter de sus gentes, sino porque sus gobiernos han preferido el populismo de atacar los síntomas antes que las causas.

martes, 15 de septiembre de 2020

LIBERALES, FUNCIONARIOS E INCENTIVOS

 mallorcadiario.com

LIBERALES, FUNCIONARIOS E INCENTIVOS

La economía es la ciencia de los incentivos. De hecho, así como los ingenieros se dedican a estudiar cómo dominar las fuerzas de la naturaleza, los economistas intentan descubrir el inmenso poder, no siempre evidente, de los incentivos. Lo cual resulta especialmente interesante para el gobernante, quien de esta forma puede contar con un criterio objetivo para valorar la utilidad social de sus actuaciones y normas.

Por ejemplo, uno de los primeros derechos fundamentales de las constituciones democráticas más exitosas es el de la propiedad. Ya que esta institución es la que permite a los individuos recoger el fruto del propio esfuerzo, incentivando el trabajo que contribuye a la prosperidad de toda la comunidad. Es por eso que sin su protección siempre deviene la decadencia, tal como se puede observar en todos aquellos países en los que las expropiaciones arbitrarias están a la orden del día.

La libertad de precios en las transacciones es otro magnífico ejemplo de incentivos positivos. Si esa libertad no existe, por estar regulados, éstos serán excesivamente bajos cuando el gobernante-regulador quiere favorecer al votante-consumidor, y demasiado altos cuando lo que pretende es conseguir el apoyo de los productores.

En el primer caso se dictan “precios máximos” que desincentivan la oferta, como cuando se fijan topes sobre alquileres. Una actuación que siempre termina en desabastecimiento. En el segundo, se establecen “precios mínimos”, como ha podido ser el caso de algunos productos agrícolas, lo que crea un incentivo a producir en exceso, teniendo que afrontar los costes y la gestión de almacenar los excedentes. Sólo la libertad de precios garantiza que se produzca lo que se consume, sin excesos ni defectos, a los precios más bajos realmente posibles. Una garantía para la prosperidad.

Un ejemplo más, de otro incentivo que conlleva a la generación de riqueza para todos, es el de la libertad de creación de empresas que inicia el proceso de “destrucción creativa”. Cuando ésta existe, no se desaprovecha la oportunidad de ocupar un nicho de mercado que atienda a alguna de las necesidades del público. Mientras que si se regula con el requerimiento de licencias que establezcan cupos o incluso monopolios, como verbigracia ocurre con el caso de las ITV’s se pone en marcha un poderoso incentivo a la ineficiencia que la gente tendrá que pagar en forma de colas, precios elevados y otras incomodidades que dificultan la economía.

Nuestro país es notablemente respetuoso con los derechos mencionados, pero por desgracia el respeto a la propiedad todavía está sensiblemente cercenado por multitud de cambiantes e inseguras normas y tributos. Al igual que no hay temporada en la que algún político demagogo (ahora el Parlament catalán) amenace con precios máximos o mínimos. Y nuestros legisladores, una y otra vez, optan por proteger a los instalados a costa de los que se inician. Además, al mismo tiempo, van mejorando las condiciones de los trabajadores más blindados y con más poder de negociación, en especial, de los empleados públicos.

Si a todo ello añadimos que en España los puestos de mando (diputados, concejales, ministros, directores generales, etc.) se nutren mayoritariamente de funcionarios, o de trabajadores de sectores regulados, no debería extrañar a nadie que cualquier joven mínimamente formado, tenga la ideología que tenga, esté sometido a los incentivos que le lleven a desear formar parte del sector público, o de otro protegido, en vez de optar por la aventura empresarial, aunque sea como empleado.

En cualquier caso, los liberales, funcionarios o no, son aquellos que consideran que las distorsiones en estos incentivos son uno de nuestros principales problemas. Sobre todo, porque el sector público vive de lo que produce el privado.

 

 

martes, 8 de septiembre de 2020

CAMISETA OBLIGATORIA

 CAMISETA OBLIGATORIA mallorcadiario.com

 Sería muy conveniente que, este próximo otoño-invierno, el Govern se planteara seriamente el uso obligatorio de la camiseta para toda la población, los días en que el termómetro desciende por debajo de una determinada temperatura que podría variar dependiendo de las franjas de edad de cada colectivo. Para ello tendría que dictar los oportunos protocolos y publicitarlos, no sólo en los medios habituales, sino también a través de la megafonía de los coches y motos de las patrullas policiales, desde los helicópteros de vigilancia o mediante altavoces de nueva instalación. Por supuesto, la locución sería exclusivamente en catalán con una agradable, aunque contundente y autoritaria, voz femenina.

 Ciertamente, tan pronto comiencen a descender las temperaturas aumentará el riesgo de contraer resfriados, que en los casos extremos pueden convertirse en gripes. Una dolencia que en plena pandemia de coronavirus se vuelve especialmente inconveniente, pues además de que muchos de sus síntomas se pueden confundir, sobre todo, resta efectivos humanos y recursos materiales para combatir el Covid-19. El Govern, como parte de su responsabilidad en la lucha contra el maldito bicho, también tiene que estar atento al del constipado común.

 El resfriado es una infección viral de la nariz y la garganta, es decir, del tracto respiratorio superior. Se trata de un virus que puede propagarse a través de gotículas que entran en el cuerpo por la boca, la nariz o los ojos. También lo puede hacer por el contacto mano a mano, o a partir de objetos contaminados, de alguien contagiado.

Entre los factores de riesgo está la edad, las enfermedades crónicas previas, el tabaquismo, la mayor exposición (pasar más tiempo en espacios cerrados compartidos) y, de forma especial, el debilitamiento corporal ligado a las bajas temperaturas que provocan una disminución de las defensas inmunológicas. Para evitarlo es importante lavarse las manos con frecuencia, eludir el contacto con personas afectadas, así como abrigarse de forma suficiente. Y es aquí donde entran en juego las camisetas, pues su simple uso contribuye a mantener en mejores condiciones el sistema inmunológico.

Como seguramente los más jóvenes serían los más reacios a la utilización de esta prenda, por motivos de moda, estéticos o de inconsciencia, el Govern tendría que vigilar a este colectivo con particular atención. Además, suelen ser los más propensos a saltarse las normas dictadas de forma rápida e improvisada. Una actitud que los convierte en responsables esenciales de la difusión del inconveniente resfriado. Dado su bajo poder adquisitivo también habría que diseñar un reglamento punitivo que genere una disuasión efectiva y real de tales actitudes, evitando que las sanciones se trasladen a sus progenitores.

La camiseta obligatoria no terminará con los catarros, pero ciertamente, puede ayudar a disminuir su incidencia. Por lo que en un momento tan grave como el actual parece estar sobradamente justificado, que, dentro del creativo abanico de nuevas normas dictadas por los ejecutivos autonómicos, se incluya el uso de esta pieza de ropa interior que tan solo resta una mínima libertad de vestimenta.

Desde luego, todo lo dicho nos puede parecer una absurda ocurrencia, pero no hay que descartar que serían muchos los que aceptarían la nueva obligación como una medida más en consonancia con otras muchas. Con la gran ventaja que muchos responsables gubernamentales podrían sentir que sus puestos de mando quedan más justificados. Esta es la sociedad y la política que tenemos.

martes, 1 de septiembre de 2020

Un mallorquín en Hacienda

 

UN MALLORQUÍN EN HACIENDA  mallorcadiario.com

En los años finales del siglo XVIII e inicios del XIX, una vez más, el Estado bordeaba la bancarrota. La sempiterna mala administración de las finanzas públicas con sus voluminosos déficits, su asfixiante deuda, el sostenimiento de guerras imposibles y una economía ineficiente por la falta de modernización de las instituciones y las normas, conducían a la nación hacia un irremediable “default”.

Para evitarlo, el mallorquín Miguel Cayetano Soler y Rabassa elaboró el informe “Estado de la Real Hacienda” de 1798. Dada su condición de ministro lo elevó a la consideración del monarca Carlos IV dos años más tarde, consciente de la necesidad de recabar los máximos de apoyos a la hora superar las muchas las dificultades que surgirán, por tocar con su plan intereses de las capas más influyentes de la sociedad del ancien régime, los lobbies de la época.

Por ello, también fue muy cauto en sus propuestas dada además su total aversión, como buen economista, a la introducción de nuevas medidas impositivas. De hecho, declaró en varias ocasiones que "los tributos detienen los progresos de la riqueza pública". Acertadamente consideró que el mayor peso del ajuste tenía que recaer en la amortización de las propiedades en “manos muertas”, para que pudiesen ser utilizadas en la mejor de las alternativas productivas, e igual importancia otorgó al control de los excesos de gasto público. Dicho en lenguaje actual su plan consistía en combinar el rigor presupuestario, con el inicio de un proceso reformista liberalizador.

Ocurre que una medida de este tipo suele ser beneficiosa para el conjunto de la economía y de la sociedad, pero casi siempre afecta desfavorablemente a algún sector o conjunto de personas, quienes probablemente intentarán convertirse en grupo de presión.

La reacción en contra de los afectados es lógica, sobre todo, si la reforma afecta a un sector y no a los demás. Es por esto que el impulsor de tal política, de ninguna manera puede ser un ministro o conseller, sino que tiene que serlo el propio Presidente involucrando a todo el gobierno.

Soler concibió y redactó su plan cuando accedió a la alta magistratura de Secretario de Estado del Despacho de Hacienda (Ministro) de la mano de su maestro y mentor Cabarrús, encuadrado en el sector aperturista y modernizador de Jovellanos. Justo en el momento en que el oportunista Godoy salió de la jefatura del gobierno por su oposición a los vientos transformadores que soplaban desde Francia.

Aunque, como era de esperar, el ventajista “Príncipe de la paz” no tuvo ningún inconveniente en modificar 180 grados sus posturas para volver a recuperar el poder al cabo de poco tiempo. El seductor y trilero Godoy, en este segundo mandato, le propuso al mallorquín permanecer en su puesto para avanzar en las líneas por él diseñadas. Soler, tal vez guiado por su vocación de leal servidor público, se equivocó aceptando continuar en el cargo.

Porque si el jefe del gobierno, en realidad, acepta la puesta en marcha de un proceso reformista únicamente de cara a la galería para ganar algún apoyo inicial a su nombramiento, lo traicionará tan pronto aparezcan las primeras dificultades. Y eso fue lo que le ocurrió al desgraciado Soler quien no solo cayó, junto con su arribista jefe, sin alcanzar sus objetivos, sino que, además de ser acusado injustamente de corrupción, como la gente lo identificaba como el autor del tributo conocido como “cuartillo del vino” fué vilmente asesinado estando en la vinícola población de Malagón en 1808.

La historia es, sin duda, una gran reserva de conocimiento, y la aquí expuesta se ha repetido tantas veces que puede estar incluida en los manuales de todo gobierno. Hacer reformas es tan difícil que no basta con un buen plan, hace falta un buen gobierno.