martes, 29 de diciembre de 2020

2020: contar lo sucedido

 mallorcadiario.com

2020: contar lo sucedido.

Este año que termina ha resultado demoledor y no sólo por los devastadores efectos del maldito bicho. Sino, en buena medida, por cómo se ha decidido afrontarlo. Pues, es cierto que ante una circunstancia como esta los gobiernos se sienten impelidos a actuar, a pesar de no tener ni la más remota idea de cómo hacerlo. Pero lo peor, es que se puede percibir que han intentado aprovechar la pandemia para transformar los principios básicos de la política democrática liberal.

Cuando los atentados del 21S de 2001 inocularon el virus del miedo en la mente de muchas personas, se abrió un debate sobre cómo combinar los principios de máxima seguridad con los de máxima libertad. Y las fórmulas se encontraron, pues al tiempo que se mejoraron los controles se actuó de forma exquisitamente escrupulosa para preservar las libertades individuales, al considerar que precisamente el objetivo de los terroristas era atacar a la sociedad abierta occidental. Así pues, la única forma de vencer al miedo era redoblar los esfuerzos en mantener y fortalecer la libertad.

Sin embargo, en esta ocasión, quizás porque el virus proviene y se combatió en primer lugar en la autoritaria China, se ha decidió que existe una incompatibilidad total entre esos mismos principios. Así pues, no tan solo no se ha dudado ni un instante en suprimir libertades, sino que se ha iniciado un proceso oportunista para que la política disminuya su énfasis en ser un medio de llegar a acuerdos, para convertirse en un subterfugio para legitimar la arbitrariedad del poder.

Por su parte, los países pioneros y líderes en democracia, Gran Bretaña y Estados Unidos, optan por dejar de ser un referente y una guía. El Brexit británico y la administración Trump muestran que prefieren las barreras con el exterior a ser la “Ciudad en la Colina” observada por el mundo entero, de la que hablaban los presidentes Kennedy y Reagan.

En esta transformación también está teniendo un especial protagonismo cierta prensa, que herida por la irrupción de la digitalización, busca refugio al amparo de los presupuestos públicos a cambio de pastorear a la audiencia hacia el aprisco del gobierno. A lo que hay que unir el constante asalto del ejecutivo al judicial, y el rechazo a tomar cualquier decisión que suponga coste político, al anteponer sin tapujos la permanencia en el poder al bien común. En su conjunto, todos estos elementos unidos al miedo y la ansiedad generalizada, empujan a la democracia liberal hacia el colapso.

De hecho, una hipótesis posible de lo sucedido este 2020 es que, con la aparición del virus, la OMS, muy influenciada por China, difundió el mensaje de la incompatibilidad entre salud y economía. De forma que muchos gobiernos débiles, y por ello muy orientados al márquetin, optaron por seguir a su manera esos principios en un intento de eludir cualquier tipo de responsabilidad propia. Aprovechando, además, la ocasión para ampliar su posición de poder utilizando las leyes para controlar a los ciudadanos, en vez de aceptar que estas marquen sus límites.

Como era de esperar, el resultado ha sido un fracaso sin paliativos. A los malos datos sanitarios se suman los peores económicos. Por la sencilla razón que cuando el poder del Estado no está contenido, y desborda sus límites, provoca que los individuos pierdan su libre albedrío, su independencia y su condición de ciudadanos responsables y con plenos derechos, lo que conduce inevitablemente a la desorientación y la crisis social. Las personas aisladas unas de otras y constantemente tuteladas se vuelven cobardes y, por ello mismo, receptivas a ensoñaciones.

Por todo ello, en mi humilde opinión, es urgente construir, cada uno desde su perspectiva, una narrativa de lo sucedido en este fatídico año como base para proponer paliar errores y corregir las derivas que nos han conducido hasta aquí.


jueves, 24 de diciembre de 2020

¡Me declaro inconformista!

asociacionlibertaria.org 

Me declaro inconformista

José Ignacio Fuster nos advierte en este artículo sobre visiones políticas no democráticas que cada vez toman mas fuerza. La división de poderes no es una letra muerta de un manual de Instrucción Cívica de colegio. Es una conquista fundametal para la humanidad. Con su inconformismo, el autor nos invita a no ser espectadores pasivos de las destrucción republicana.

martes, 22 de diciembre de 2020

¡Me declaro inconformista!

 

¡Me declaro inconformista! mallorcadiario.com

Montesquieu ha pasado a la historia por contribuir a fundamentar las naciones más libres, prósperas e inclusivas. Lo hizo con una simple argumentación según la cual como “todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo” es preciso, por tanto, que “el poder detenga al poder” mediante la división del mismo en tres: legislativo, ejecutivo y judicial. De forma que cada uno vigila, controla y detiene los excesos de los otros.

Es la fórmula que salvaguarda las libertades individuales, y que, por tanto, quedó escrita en las constituciones democráticas de Occidente, convirtiéndose en la piedra sobre la que se alza el avance del espíritu crítico e inconformista que las caracteriza. Una cultura en permanente evolución. Sin embargo, los peligros siempre han estado ahí, por un lado, como observó George Washingtonel gobierno (ejecutivo) no es la razón, tampoco la elocuencia. Es la fuerza. Opera como el fuego, es un sirviente peligroso y un amo temible”. Lo que se traduce en un continuo intento de acumular más y más poder a costa de los otros dos. Un hecho que observamos casi a diario y que sólo consiguen contener los países en los que su carta magna es muy respetada.

Pues bien, otra de las fórmulas con que cuentan los ejecutivos para dar rienda suelta a sus ansias de poder es su recurso al crédito. Ya que es evidente que cuanto más “dinero” tengan más poder ganan. En el extremo, la posibilidad de una acumulación ilimitada de deuda equivale a poder gubernamental ilimitado. O lo que es lo mismo, a que las libertades individuales queden reducidas a cero. Es decir, existe una clara disyuntiva entre deuda gubernamental y libertad personal.

Ciertamente, el crecimiento imparable de la deuda pública no es sólo una cuestión de buena o mala administración, es mucho más que eso. Sobre todo, en un momento en que, también, se aprecia cómo el aparente éxito económico y tecnológico de la autoritaria China, unido a los sueños de pasados imperiales de Rusia, Turquía e Irán, está facilitando que penetren en Occidente visiones políticas no democráticas y antagónicas con cualquier idea de progreso y libertad individual. Lo hacen aprovechando el flanco débil de la incoherente corrección política que apela a los sentimientos en vez de a la razón, y a las ensoñaciones en vez de a la realidad. Y cuya última versión es la afirmación de que "lo personal es político" lo que equivale a otorgar a los gobiernos capacidad para regular todos los aspectos de nuestras vidas, incluidos los más privados e íntimos.

En definitiva, el ilimitado acceso al crédito de los gobiernos, unido a la corrección política y el renacer del autoritarismo, está propiciando una enorme capacidad para dirigir y configurar la vida de la gente hasta extremos que parecían imposibles hasta hace muy poco tiempo. Actúan difundiendo consignas amplificadas por televisores, diarios, radios y redes sociales con tal intensidad que el disenso resulta casi imposible, vendiendo a la población la mentira de una eterna asistencia social, convirtiendo a los sistemas educativos en máquinas de infantilización, y utilizando de forma oportunista el miedo que provoca el virus.

Ante estos huracanes, aunque sólo sea desde la perspectiva personal, es reconfortante recordar que Occidente se construyó poco a poco y ha resistido transformaciones complejas y laboriosas, apoyado en sus profundas y consistentes raíces que intentan conciliar el pasado y el presente para ganar la esperanza del futuro, siempre pegado a la realidad y al conocimiento mediante la razón. Con esta última meditación se puede alcanzar una cierta tranquilidad, pues seguro que queda mucha energía para el inconformismo. ¡Desde luego, yo me declaro inconformista!

 

viernes, 18 de diciembre de 2020

Incertidumbre y miedo

 

Incertidumbre y miedo

 

En esta segunda crisis de la década, la incertidumbre y el miedo han reaparecido con tal energía que revivimos experiencias que creíamos enterradas en un pasado muy remoto.

La incertidumbre y el miedo nublan la racionalidad de las mentes, lo que puede provocar, no sólo poner fin al proceso de convergencia entre países que se venía experimentado, sino incluso iniciar un proceso de divergencia creciente. Pues, por un lado, aquellas naciones que cuentan con instituciones más cuestionadas, y por tanto más débiles, pueden optar fácilmente por abrazar ideas populistas alejadas de la realidad, y nucleadas en torno a una nueva visión benigna del autoritarismo (iliberalismo), que tiende a agravar los males derivados de la Covid-19, en un proceso de retroalimentación que seguramente desemboque en una pérdida de posiciones en términos de prosperidad, bienestar y libertad.

Al tiempo que, en aquellos otros, en los cuales los derechos individuales, la propiedad privada, la prensa libre, y la división de poderes sean más respetados, serán capaces de aprovechar la propia incertidumbre y el miedo en beneficio del conjunto de la sociedad acelerando la consecución de más logros y prosperidad.

Una pandemia de dimensión planetaria como la actual, sin duda, es un acontecimiento crítico que puede poner en marcha tendencias diferentes dependiendo de la situación y la salud de las instituciones previamente existentes. Así, por ejemplo, a partir de los rastros de la peste negra, en la mitad occidental de Europa surgieron pueblos y ciudades más fuertes, y los campesinos dejaron de estar atados a la tierra liberados de sus obligaciones feudales, lo que puso las bases para la llegada del renacimiento como primer paso hacia el crecimiento económico que terminó conduciendo al despegue de la revolución industrial. Pero en la otra mitad oriental de Europa las pequeñas diferencias institucionales existentes en el momento en que llegó la pandemia les llevaron a reforzar el sistema servil. Es decir, mientras que en occidente la escasez de mano de obra supuso mejoras en las pagas a los trabajadores poniendo en marcha una espiral virtuosa, en oriente supuso una vuelta de tuerca al servilismo.

Efectivamente la peste negra transformó los equilibrios sociales, económicos y políticos en una dirección u otra dependiendo de la situación y fortaleza del sistema institucional previo. A unos les allanó el camino hacia la prosperidad, mientras que a otros les devolvió a los tiempos más oscuros.

Este maldito bicho llega a España justo cuando muchas de nuestras más importantes instituciones están muy cuestionadas y desgastadas. Lo que pone a nuestro país en una situación de clara debilidad, convertido en presa fácil del populismo empobrecedor, incluso a pesar de estar cubiertos con el paraguas europeo. ¿Seremos capaces de tomar la bifurcación correcta?

martes, 15 de diciembre de 2020

Desigualdad por matrimonio

 

Desigualdad por matrimonio mallorcadiario.com

Ahora que aquí está creciendo tanto la desigualdad, como consecuencia de las erráticas políticas llevadas a cabo para atajar los efectos de la Covid-19, puede ser un buen momento para ir un poco más allá e intentar visualizar algunos de los elementos de fondo que agravan la actual coyuntura.

Sin duda, uno de ellos es lo que se ha venido en denominar “desigualdad matrimonial” por la cual se están convirtiendo en tendencia los emparejamientos entre personas del mismo nivel educativo y laboral. Es decir, que entramos en esta crisis con un gran número de parejas compuestas sólo por ganadores o, alternativamente, sólo por perdedores en detrimento de lo que podríamos llamar parejas “mixtas”. Una desigualdad que, además, es cultural y de acceso a las redes de conocimiento, puesto que los titulados superiores suelen contar con ingresos más elevados que los demás colectivos. Mientras que, alternativamente, los que carecen de un mínimo nivel de formación cuentan con ingresos situados en las bandas más bajas.

Para empeorar la situación de partida, la escalera social asociada tradicionalmente al sistema educativo carece del empuje de épocas anteriores al haberse relegado el mérito y el esfuerzo a un segundo plano. Con estos mimbres, el parón de actividad provocado por los confinamientos ha dañado mucho más la posición de los que estaban en peor situación, sin apenas rozar al sector mejor posicionado, que incluso se ha visto potenciado.

A todo lo anterior hay que añadir que, con el mayor uso de las redes, la “prima educativa matrimonial” supone que las parejas con más estudios tenderán a transmitir a sus hijos el consumo de un entretenimiento más formativo y de fomento del espíritu crítico, en detrimento de la pura diversión más consumida en los hogares con menor nivel de estudios. Por lo que se puede pronosticar que la “diferencia por matrimonio” tenderá a incrementarse con el paso del tiempo traspasando la línea generacional.

Desde instituciones como la universidad de Wisconsin se sostiene que al inicio de la pandemia el 40% de las parejas en que ambos cónyuges trabajan tienen ingresos similares. Cuando esa proporción era sólo del 30% veinte años atrás. En democracias occidentales cada vez hay menos desigualdad salarial entre hombres y mujeres, sobre todo dentro del propio matrimonio.

Un ejemplo claro de este fenómeno, aunque hay muchos otros, lo constituye la pareja compuesta por el vicepresidente segundo del gobierno español y la ministra de igualdad que han visto catapultadas sus condiciones económicas y patrimoniales ganadoras. Una tendencia que a buen seguro transmitirán a sus hijos, compartiendo con ellos más juegos, películas o series informativas y formativas. De hecho, señalaron como uno de los motivos de la compra del chalet de Galapagar la disponibilidad de colegios reconocidos, aunque ahora quieran imponer un modelo educativo sin posibilidades de elección.

En definitiva, la posición social y económica de los matrimonios (pareja) de este tipo se está fortaleciendo con las medidas adoptadas para combatir la pandemia con respecto a quien no goce de estas condiciones y, por tanto, hayan quedado muy atrás. De hecho, y de igual forma, aunque sea objeto de otro artículo, también parece observarse un estrecho vínculo entre el menor número de matrimonios y el incremento de la pobreza.

Y es que el matrimonio siempre ha tenido, a lo largo de toda la historia, un papel fundamental en la estratificación social que parece que no se diluye con la extensión de la igualdad salarial entre hombres y mujeres. ¿Lo tendrá en consideración nuestra ministra de igualdad? ¿Y sus homólogas autonómicas, insulares, municipales, etc.?

martes, 8 de diciembre de 2020

Ley Celaá

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Ley Celaá

Estamos en pleno proceso de aprobación de la novena ley educativa del período democrático. Algo que en principio resulta, ya de por sí, especialmente llamativo, pues significa que la vida media de estas normas ronda los cinco años, cuando el periodo de escolarización supera ampliamente el doble de duración.

Pero, además, en esta ocasión se apuesta de una forma clara, sin tapujos, por fomentar la confrontación tratando de imponer un modelo de tipo sectario y monopolístico, sin posibilidades de elección, con los valores de sólo una parte del espectro político. Lo que conlleva, lógicamente, a una rebaja en la importancia del aprendizaje de contenidos, para dejar espacio a aspectos más de carácter ideológico ante los que se hace una renuncia expresa a la sana confrontación de ideas.

En coherencia con lo anterior se rebajan los niveles de exigencia penalizando, de forma indirecta, cualquier atisbo de esfuerzo que pueda conducir a la elaboración de un pensamiento propio e independiente a través del conocimiento de diferentes puntos de vista. Así, por ejemplo, el texto legal establece, literalmente, que hay que mostrar a los alumnos el “carácter social de los impuestos y la justicia fiscal”, sin considerar ni por un momento que pueden existir otra cara en la moneda, como la “pérdida irrecuperable de eficiencia” que provoca cualquier tipo de tributación. De esta forma, la Ley Celaá intenta privar a los estudiantes de una visión real y completa del mundo en el que se desarrollarán sus vidas, en aras de introducir una determinada y exclusiva forma de pensar. De igual forma, y en la misma línea, se sitúa en las antípodas del fomento de la propia responsabilidad.

Con esa filosofía subyacente, la supresión de la libertad de elección de centros se convierte en otro de los objetivos a conseguir. De ahí que se intente que los centros concertados vayan siendo, poco a poco, sustituidos por centros públicos en donde las doncellerías del ramo tengan más capacidad de mando a través de inspectores que, a partir de ahora, serán digitados en lugar de acceder al cargo por oposición.

Por supuesto, se introducen nuevas asignaturas que intentan ser un Caballo de Troya ideológico para facilitar, mediante la elaboración de los correspondientes nuevos libros de texto, la divulgación de los relatos que deseen en materia de memoria democrática. Sin duda, una forma subjetiva de conocer la verdadera historia. Ya lo decía el premio Nobel de Samuelson “En la batalla de las ideas económicas, dejarme a mi escribir los libros manuales”.

Todo esto no es nada realmente nuevo en Baleares y otras comunidades con gobiernos nacionalistas. Desde hace tiempo se apuran los márgenes de las leyes en vigor, o se incumplen directamente, en la confianza de la impunidad que otorga el pensamiento único que van imponiendo. Así que, para consagrar esta forma de actuar, ahora el castellano dejará de ser lengua vehicular, en un claro intento de romper otro nexo entre todos los españoles y, así, ir socavando la eficacia de nuestra Constitución que ampara a los disidentes.

En definitiva, el gobierno ha decidido que su continuidad pasa por un control total de la sociedad hasta el punto que se vaya imponiendo una única forma de pensar mediante no sólo medios de comunicación afines, control de las redes sociales y de los distintos instrumentos del propio Estado, sino, y esto es lo más grave, instrumentalización el mundo educativo.

martes, 1 de diciembre de 2020

SEPARATISTAS CENTRALISTAS Y BALEARES

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SEPARATISTAS CENTRALISTAS Y BALEARES

A pesar del potentísimo aparato propagandístico utilizado, está llamando poderosamente la atención la capacidad de impostura e hipocresía que está exhibiendo el separatismo catalán con el asunto de la armonización fiscal al alza. Ya que lo que ahora demandan no es más que una re-centralización tributaria, algo que, en teoría, está en las antípodas de quien no quiere formar parte del Estado Español. ¿A caso le han pedido a Portugal que incremente sus impuestos para evitar que los catalanes deseen tributar en ese país?, ¿Lo ha hecho con vascos y navarros?

De hecho, lo que están proponiendo supondría, para la propia Comunidad Catalana, cercenar su margen normativo en esta materia. Un absurdo de dimensiones estratosféricas que sólo se explica por las auténticas intenciones de los nacionalistas, que no son otras que las de acumular poder. Es decir, su propuesta de país no existe más allá de que ellos estén en los puestos de mando. Dicho de otra manera, no les preocupa ni el progreso de Cataluña, ni el de sus gentes.

Una impostura que el PSIB-PSOE ha tardado dos minutos en imitar en boca de su líder Armengol. Quién no puede abandonar, de una forma u otra, su discurso del “Madrid nos mata”, porque no tiene otro. Es el populismo facilón que les permite acumular poder a costa de perder puestos en el ranking de comunidades y de países. Ya que más poder gubernativo significa menos libertad, menos creatividad y menos economía.

¡Qué sin sentido pedir mayor autonomía, para rechazarla cuando ésta se ejerce! La gran ventaja de un estado descentralizado no es que todas las administraciones hagan lo mismo, sino que tengan capacidad para ensayar propuestas y políticas que pueden resultar más eficaces y ajustadas a los deseos de los electores, justo lo contrario de lo ahora demanda Armengol y sus socios nacional-populistas que no es más que el monopolio total del poder, prohibiendo la sana competencia entre diferentes formas de administrar.

No se tiene que olvidar que la motivación de la Comunidad de Madrid al optar por tener algunos tributos a tipos reducidos, -algo que otras comunidades no hacen porque, en teoría, conlleva el coste de prescindir de la recaudación correspondiente-, es una opción abierta a todos que pretende que los políticos y burócratas renuncien a una pequeña parte su poder en favor de los ciudadanos.

¿Cuál será la siguiente ocurrencia de estos nacional-populistas-separatistas? ¿Prohibir ir de compras a la comunidad vecina? ¿Prohibir la libertad de residencia? Por no citar todo lo que están imponiendo, como su interpretación de la historia, una única lengua, un único colegio, etc.

Baleares comenzó su carrera autonómica liderando los primeros puestos en nivel de vida y, poco a poco, ha ido perdiendo posiciones. Quizás ha llegado la hora de analizar qué alícuota parte de responsabilidad les corresponde a nuestros políticos locales ávidos de arañar poder a los ciudadanos. Quizás la Comunidad de Madrid es el modelo a seguir.

Decía el filósofo Jeremy Benthan que los gobiernos son insaciables en sus ansias de acumular más y más poder, por lo que la sociedad tiene que preocuparse, sobre todo, en buscar fórmulas para marcarles los límites. Nunca antes como ahora esa necesidad se está tornando urgencia.