martes, 28 de febrero de 2023

Ley de Gresham de Bicipalma

 Ley de Gresham de Bicipalma

mallorcadiario

Sir Thomas Gresham fue un próspero comerciante británico del siglo XVI, consejero de la reina, que ha pasado a la historia por percatarse que cuando circulan dos tipos de monedas de curso legal de metales de distinto valor, el público atesora la que considera más "buena" y, por tanto, sólo circula la que considera más "mala". Por ello todos los economistas estudian la ley que lleva su nombre y que se simplifica en la frase “la moneda mala expulsa a la buena”.

La Ley de Gresham es una evidencia que ya había analizado el mismísimo Nicolás Copérnico en su obra de 1519 “Tratado de la moneda”. Pues, es de toda lógica que, si por ejemplo circulan monedas de oro y cobre, el público prefiera utilizar estas últimas en sus transacciones diarias para guardarse las más apreciadas como reserva estable de valor.

Algo parecido a lo expuesto ya está sucediendo con las bicicletas rosas y verdes de Bicipalma. Unas, las rosas, incorporan un motor eléctrico que asiste al pedaleo, mientras que las verdes carecen de tal comodidad. Así que, como tienen el mismo precio de suscripción, cualquier observador puede apreciar con relativa facilidad como en las diferentes estaciones habilitadas sólo se ven bicicletas verdes. Los usuarios prefieren las eléctricas, aunque estas sean sorprendentemente tan sólo un tercio del total.

La ley de Gresham de Bicipalma podría quedar enunciada de la siguiente forma "las bicis verdes desplazan a las rosas". Aunque si al alcalde le hace ilusión también la podríamos bautizar como la Ley Hila de las bicicletas. Tal vez así tendría una posibilidad de ser recordado.

Hace alrededor ocho años, siendo concejal del Ayuntamiento de Palma, tuve ocasión de proponer la electrificación del servicio de bicicletas compartidas, ante la evidencia del escaso número de usuarios de aquel momento. Por supuesto, mi propuesta quedó en saco roto por estar, mi grupo municipal, en la oposición y por la escasa atención que el equipo de gobierno dedicaba a los temas de gestión.

En cualquier caso, recuerdo que, en el escrito elevado al Pleno, sostenía que las bicicletas con asistencia eléctrica eran mucho más adecuadas para cubrir este tipo de servicio, dadas las dimensiones, los desniveles y la pirámide de edad de la población palmesana y visitante. Dicho de otra manera, con la electrificación se incrementa notablemente el público objetivo, tanto por el aumento de la distancia que se puede cubrir, como por la ampliación de la franja de edad y de formación física de los usuarios.

Así que bienvenida sea esta tardía modernización del servicio. Pero no acabo de entender por qué se han elegido estas proporciones entre un tipo y otro de bicicleta. No dudo que existan usuarios que prefieran prescindir del motor, pero, me inclino a pensar que tienen que ser una minoría y no la mayoría.

En cualquier caso, supongo que el problema generado se resolverá, como cuando se inauguró el servicio por primera vez, vía precios. Es decir, que, tras las elecciones, cuando el postureo político remita, la empresa municipal gestora optará por establecer una discriminación de precios entre las bicicletas rosas y las verdes. O sea, que por el uso de unas habrá que pagar algo más que por el de las otras.

De hecho, pienso que la estructura tarifaria adoptada por la SMAP podría mejorarse para hacer confluir más satisfactoriamente la demanda con la oferta existente. Sin ir más lejos para que puedan usar las bicicletas todos aquellos que demandan un único desplazamiento, como puede ser el caso de muchos turistas y visitantes. Pero, en fin, tal vez este será tema para un próximo artículo. 

martes, 21 de febrero de 2023

La mutación de la UE

 La mutación de la UE

mallorcadiario

Esta semana se ha aprobado, en el Parlamento Europeo, una de las normativas más intervencionistas de la institución. La prohibición de los automóviles de combustión. Personalmente, tengo la impresión que esta norma es la culminación de un proceso de transformación de los principios económico-sociales inspiradores de la UE.

Durante sus años iniciales, y hasta el mandato del italiano Mario Draghi en el Banco Central, la Unión Europea estuvo orientada a la promoción de la prosperidad de sus ciudadanos a través de una economía en la que éstos fueran sus auténticos protagonistas. Es decir, alejada del dirigismo gubernativo. Siguiendo esta senda, el Euro se creó con la intención de ser una moneda estable que permitiese el ahorro y, por tanto, el crecimiento futuro.

Es cierto, que, como cualquier otro proyecto político, la UE no ha estado exenta de contradicciones, como fue el caso del proteccionismo en materias de alimentos y otras. Pero en líneas generales los dirigentes europeos conocían y promovían el desmantelamiento de las trabas que impedían la libertad de empresa, evitando la concesión de privilegios tan característica del nacionalismo. Una ideología que se pretendía superar.

El ejemplo del milagro liberal alemán liderado por Konrad Adenauer y Ludwig Erhard que transformó en muy poco tiempo al derrotado, avergonzado y devastado país en el líder económico, capaz de superar con rotundidad a los vencedores de la terrible guerra fue la luz en la colina que actuaba como faro a seguir. De esta forma, cuando nuestro país se incorporó al Club lo hizo desmantelando los restos de la economía intervenida típica del franquismo. Así, en tiempos del socialismo de González se llevaron a cabo las dolorosas reconversiones industriales que tenían por objetivo alcanzar una actividad productiva menos subsidiada y más orientada al mercado.

Una vez incorporados a la Unión, los distintos gobiernos, elaboraban los “Planes Nacionales de Reformas” guiados por la misma filosofía. Aunque, poco a poco, los dirigentes nacionales y, sobre todo, los locales fueron dificultando y desvirtuando el contenido de dichos documentos. En política, si hay algo difícil de hacer, es llevar a cabo un proceso de reformas auténticas, ya que éstas afectan al tranquilo statu quo que tantos beneficios otorga quien ocupa un cargo de poder.

Cuando llegó la crisis de 2008, Europa todavía confiaba en sus principios fundacionales y fundamentales, de manera que pretendió que los distintos países miembros afrontasen las dificultades del momento siguiendo las líneas programáticas del equilibrio fiscal y la eliminación de barreras entre sectores, regiones y países con el objetivo de alcanzar una actividad económica robusta. De hecho, incluso el propio presidente populista Zapatero, aunque a regañadientes, inició en mayo de 2010 un programa que luego profundizó Mariano Rajoy en sus primeros años como presidente. Un programa que, a pesar de su tibieza y de sus titubeos, tendría un notable éxito, como lo demuestra el crecimiento de los años posteriores.

Sin embargo, las palabras mágicas de Draghi en 2012, aquello de “haré lo que tenga que hacer” y sus actuaciones a partir de 2015 denotaron que la “ley del péndulo” se acabaría imponiendo. Tan pronto el dinero recién impreso del BCE comenzó a fluir, los gobiernos nacionales renunciaron a llevar a cabo las reformas a las que se habían propuesto. Así, aunque los “Planes Nacionales de Reformas” se han continuado elaborando, año a año se han ido transformado en el papel mojado, destinado al consumo interno de para la propaganda electoral.

En este ambiente los lobbies empresariales han encontrado el terreno abonado ideal para conseguir privilegios que les eviten la ardua tarea de tener que competir por el favor de los consumidores y clientes. De hecho, se han aliado con la nueva generación de líderes políticos quienes, a base de promesas de poder ilimitado, han dejado de creer en la economía ortodoxa que tanta prosperidad proporcionó a nuestro continente, para abrazar un descarado intervencionismo que ya está mermando los efectivos de la otrora pujante clase media europea.

A pesar de que una parte del arco parlamentario ha votado en contra de la normativa comentada, lo cierto es que el dirigismo, y con él la melancolía del recuerdo de los tiempos mejores, se están apoderando del panorama social en un proceso de transformación institucional que desgraciadamente parece que durará en el tiempo.

 

martes, 14 de febrero de 2023

La inflación verde

 La inflación verde

mallorcadiario

Hay economistas que consideran que una parte de la inflación que padecemos tiene su origen en la forma de pilotar, por parte de los gobiernos, la transición energética que tiene como objetivo declarado la descarbonización. Estos autores, de alguna manera, lo que nos están diciendo es que todo ese proceso de cambio hacia las energías renovables y la sostenibilidad no tan sólo no es gratis, sino que tiene un precio elevado.

Y es que, ciertamente, abandonar los combustibles fósiles y las tecnologías que llevan aparejadas a golpe de silbato tocado por los boletines oficiales del estado está conduciendo a un enorme incremento del precio de las materias primas y aquellos otros elementos necesarios para llevar a cabo dicha transición.

De esta forma, la conjunción de, por un lado, las decisiones encaminadas a disminuir las emisiones de CO2, sumadas a la incapacidad de los diferentes gobiernos para contener sus abultados déficits nos está conduciendo a un incremento de los precios que equivales a un empobrecimiento de una parte importante de la población. Ciertamente, se ha dicho muchas veces, y es verdad, que la inflación es un tipo de tributo que no recae por igual sobre el conjunto de la población, afectando de forma especial a los más desfavorecidos. Es decir, que el precio a pagar por “lo verde” acentúa la desigualdad social.

Así, incluso con el templado invierno actual, muchas familias tienen dificultades para calentar sus hogares y no son pocas las que optan por una dieta alimenticia de menor riqueza nutritiva. Las hay que a duras penas mantienen un vehículo propio que les brinde cierta libertad en sus desplazamientos, y muchas más son las que renuncian a renovarlo.

Los defensores del diseño actual de la transición energética contraponen la “inflación verde” a la “inflación climática” que se produciría sin las imposiciones gubernamentales. Sin embargo, todo ello puede tener efectos indeseados -vía rechazo social- con consecuencias contrarias a lo que se pretende conseguir.

Por ejemplo, ya se está produciendo un envejecimiento del parque automovilístico (cubanización) por el sólo anuncio la prohibición de los coches de combustión interna en una docena de años. Lo que lleva aparejado un incremento de las emisiones de CO2.

La “Teoría de las consecuencias no intencionadas” explica como muchas de las bienintencionadas decisiones gubernamentales se convierten, paradójicamente, en contraproducentes, tal como ocurre con el control de precios que siempre ababa produciendo el efecto indeseado de la escasez, puesto que desincentiva la oferta de los bienes afectados.

De esta forma, una parte importante de la profesión económica está comenzando a plantear que el camino elegido para la transición energética puede estar teniendo efectos contraproducentes tanto para la cohesión social, como -y esto es lo más llamativo- para el cuidado del propio medio ambiente.

 

martes, 7 de febrero de 2023

La batalla cultural comienza en Cort

 La batalla cultural comienza en Cort

mallorcadiario

Si en Baleares hay un cargo político realmente interesante, por su capacidad de influencia a largo plazo, es el de regidor de cultura de Cort. El presupuesto que maneja, aunque con los lógicos límites municipales, permite un más que aceptable margen para colocar en la agenda aquellos eventos y promociones a los que se les quiera dar visibilidad, al tiempo que también permite arrinconar aquellos otros que no reciban tal consideración.

Salvo alguna excepción, hasta ahora, ese preciado cargo, por alguna extraña razón que se me escapa, ha sido mucho más utilizado por la izquierda y el nacionalismo que por la derecha. De esta forma, los retratos de los Hijos Ilustres que adornan, y otorgan solemnidad, a la magna Sala de Plenos están colocados en función de las preferencias socialistas e identitarias, como si unos fuesen más ilustres que otros. Por idénticas razones esa parte del espectro político no tiene ningún reparo en otorgar los premios, condecoraciones y distinciones a sus correligionarios. Ni en regar con subvenciones a los historiadores y cronistas pertinentes que elevan a los altares a aquellos que reciben la consideración de miembros de su santoral laico nacional-izquierdista.

Por supuesto tienen claras preferencias en cuanto al nomenclátor de las calles y, también de los colegios, aún sea a costa de dejar al descubierto la ignorancia histórica del alcalde. De hecho, llegan a colocar, placas que recuerdan alguna acción propia de cuando estaban en la oposición, tal como ocurre con la que está adosada al Pont d’es Tren.

No dudaron ni un momento en excluir el himno nacional de cualquier celebración, incluida la muy tradicional y arraigada del 31 de diciembre o, incluso, de la fiesta del día de la Constitución, dejando tal labor a la delegación del gobierno. Eso, equivale constatar que el consistorio, que es la institución decana de la comunidad, asiste únicamente como invitado y no como protagonista.

Tampoco han dudado, ni por un segundo, a la hora de excluir uno de nuestros dos idiomas, no sólo de los galardones Ciudad de Palma, sino de cualquier evento y comunicación. Ahora a este tipo de sectarismo, en la UIB, lo llaman “seguridad lingüística”. Eligen la relevancia otorgada a las instalaciones municipales, así, por ejemplo, nunca han habilitado ninguno de los numerosos, e interesantes, refugios antiaéreos que forman parte del patrimonio urbano como auténticos monumentos que permiten recordar el terrible horror de la guerra.

Rebautizan los propios nombres de las concejalías como elemento propagandístico de sus partidos. Y no tienen ningún empacho en hacer declaraciones para erigir nuevos monumentos, aunque sea en tamaño muy reducido. Al tiempo que proclaman la intención de utilizar importantes recursos municipales en destruir otros.

Desde luego la política cultural se ha fundamentado mucho más en la apariencia que en los hechos, intentando contentar, sobre todo, a la parroquia más extremista antiliberal. Probablemente por ello ha brillado por su ausencia la promoción de la cultura universal, desplazada, en numerosas ocasiones, por el clientelismo localista que, poco a poco, ha ido opacando el brillo natural de nuestra urbe.

En definitiva, podríamos seguir, porque, como señalamos, la iniciativa cultural de Cort ha estado prácticamente siempre en manos de la izquierda y del nacionalismo, aunque no hayan gobernado tantos años la institución como la derecha. Con su éxito, han conseguido que sus mitos formen parte de lo cotidiano. Y lo cierto y verdad es que quien controla los mitos sociales ostenta el poder con independencia de los asientos que ocupe en los plenarios.

Por ello, si finalmente en Cort se produce el relevo que las encuestas pronostican, es de esperar que esta vez se le dará la importancia que se merece a la concejalía de cultura, intentando revertir la actual línea, de forma especial en lo referente al intencionado mensaje de desprestigio de España y lo español, así como del liberalismo clásico e ilustrado, pues sin estos dos elementos la sociedad parece abocada a la fragmentación.