martes, 26 de abril de 2022

Otro modelo de diputado en Baleares

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Otro modelo de diputado en Baleares

El modelo o tipo de diputado en el que pensaban los liberales, fundadores de las modernas democracias, era el de un representante que defiende los intereses de sus electores frente, sobre todo, al descomunal poder del Estado con tendencia al abuso, elegido por sufragio en circunscripciones uninominales. Sin embargo, nuestro congresista tipo es, más bien, un funcionario del partido por el que ha sido nombrado. De hecho, muchos de los actuales legisladores, tanto regionales como nacionales, ni tan siquiera han participado en las campañas electorales. Les ha bastado con que su nombre figure en una lista.

Además, nuestro sistema electoral tiene la peculiaridad de contar con circunscripciones provinciales para recibir un mandato de representatividad nacional. Una incongruencia que alimenta el auge de los nacionalismos periféricos, pues, los candidatos solo tienen incentivos para rendir cuentas de los problemas locales, a pesar de representar al conjunto del pueblo español. Todo lo cual motiva que casi ningún votante sepa, ni tan siquiera, quienes son los parlamentarios de su provincia, de manera que la sensación que tiene la mayoría de la población es que los políticos constituyen una casta aparte que sigue sus propias dinámicas de forma independiente de sus representados.

Y de hecho es así, un diputado del partido del gobierno defenderá con los ojos cerrados cualquier acción del ejecutivo, aunque ésta contravenga lo que él mismo prometió durante la campaña. Con Sánchez, y los diputados del PSOE y sus coaligados, ha ocurrido en infinidad de ocasiones, aunque también pasaba con otros presidentes. Por contra, si un diputado pertenece a un partido de la oposición evitará realizar propuestas de reforma que conlleven un mínimo de dificultad, aunque éstas puedan ser beneficiosas para el conjunto del país, o incluso para sus votantes.

Esta es, a mi juicio, la principal razón por la que, en nuestro país, las campañas electorales se han convertido en algo así como una subasta de dinero público, y con ello de la invasión que la política realiza de los ámbitos más privados. Pues mientras los sectores de la izquierda siempre están dispuestos a gastar más, aunque con ello se hunda la actividad económica, los de la derecha proponen reducciones de impuestos sólo en la medida en que esperan mejorar la gestión, y no por una auténtica reducción del gasto. También es este déficit de representatividad el que motiva, tanto la aparición de partidos extremistas, como que muchos temas políticos acaban en las sedes judiciales.

Por ello, opino que sin una reforma electoral que cambie el modelo de diputado, a través un cambio en los incentivos de nuestros representantes públicos, tenderemos a continuar padeciendo los problemas estructurales que, poco a poco, nos están conduciendo a posiciones inferiores respecto a los países de nuestro entorno. O dicho en otras palabras, es nuestro sistema electoral el que, en buena parte, motiva que la economía nacional lleve tanto tiempo estancada y con graves dificultades para hacer frente a los “cisnes negros” que nos está deparando el siglo XXI.

Sin ninguna duda, una reforma electoral es tremendamente difícil de realizar, puesto que a la hora de plantear un nuevo modelo los partidos existentes se posicionarán sacando la calculadora para ver si les beneficia o no. No analizarían nada más que eso. Así, las propuestas de una reforma electoral que mejore el vínculo entre representantes y representados sólo están presentes en la sociedad civil a través de organizaciones como OLE (Otra Ley Electoral) y otras.

Sin embargo, como el sistema electoral nacional es el mismo que han adoptado las comunidades autónomas, quizás, sí se podría hacer una propuesta a nivel local que resultase más fácil de debatir. De hecho, como la ley electoral balear es probablemente inconstitucional al otorgar pesos representativos inversos a la población entre Menorca e Ibiza, nuestra comunidad puede ser el escenario perfecto para iniciar un cambio que mejore el “modelo de diputado”, y con él a toda la sociedad.

lunes, 25 de abril de 2022

Datos sobre el turismo cultural en Baleares

 CULTURA. En 2021, de los 8.680.931 turistas que llegaron a Balears, un total de 1.678.550 declararon tener el turismo cultural como el motivo principal de su viaje o bien realizaron diferentes actividades de carácter cultural. Son el 19,33% del total. En 2019 habían sido 3.922.663, que representaban el 23,85% del total. En las Islas tuvieron lugar 63.319.864 pernoctaciones de las que 13.155.440 correspondieron a turistas que realizaron actividades relacionadas con la cultura. Son el 21,10% de las pernoctaciones. De hecho, la estancia media de los turistas es de 7,2 días, mientras que la de los que realizan actividades culturales es de 7,8 días. En 2019, las pernoctaciones de turistas que realizaron actividades relacionadas con la cultura fueron el 23,85%, mientras que la estancia media se situaba en 7,6 días. El gasto por persona y día fue de 140,50 euros en 2021, ligeramente por debajo de la media de los turistas (140,70). El gasto total de los visitantes que realizaron actividades relacionadas con la cultura fue de 1.101,30 euros, por encima de la media. En 2019, el gasto entre los turistas que realizaron algún tipo de actividad cultural fue de 145,20 euros por persona y día, superior a los 140,50 euros de 2021. En cambio, el gasto total por persona fue de 1.100,50 euros en 2019, ligeramente inferior al registrado dos años después.

ultimahora.es

martes, 19 de abril de 2022

Mi relato sobre el estado del mundo

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Mi relato sobre el estado del mundo

Antes de empezar debo pedir disculpas a los amables lectores porque hoy les presento un artículo algo más largo de lo habitual. Si bien creo que cualquier idea se tiene que poder expresar con una extensión de poco más de un folio, en esta ocasión, la narrativa más variada que pretendo tiene que tener una extensión algo mayor.

Hace poco más de una generación se retomó un proceso de mundialización interrumpido por los grandes desastres del siglo XX. Un proceso que nos venía bien a todos, al mejorar la vida de la mayoría. El mundo de los negocios supone la existencia de espacios comunes que no dependen de la ideología, así que, en ese ámbito, los bloques no existen. De esta forma muchos pobres pudieron abandonar la pobreza, mientras que los países ricos tuvieron suficiente como para compensar a los escasos perdedores del proceso. Una sensación de euforia y de haber dejado atrás los seculares problemas de la humanidad que lo invadió todo.

Pero llegó la crisis de septiembre de 2008. La "exuberancia irracional" iniciada con el siglo nos mostró como buena parte de la producción de bienes se había desplazado a China y algún otro país asiático. Mientras que en Occidente nos dedicamos a los servicios, en especial a los servicios públicos, también a los financieros. Ambos sectores, al atraer a las élites que no encuentran acomodo en la desplazada producción de bienes alimentaron sendas burbujas económicas que finalmente acabaron por estallar.

La primera reacción ante esa Gran Depresión de hace 14 años fue afrontarla de una forma diferente a como se hacía en el pasado, se quería mantener el valor de las principales monedas, en especial del casi recién creado Euro. Un enfoque que obligaba a tener que realizar los ajustes y las reformas necesarias para fundamentar una sólida recuperación. Es decir, para enganchar la globalidad desde una mejor posición.

Simultáneamente, se comenzó a tejer una nueva religión laica con vocación de universalidad basada en el medio ambiente, la alimentación sana, el feminismo y el consumo responsable. Tenía, y continúa teniendo, la misma misión que el resto de creencias religiosas. Etimológicamente la palabra “religión” proviene del latín, el prefijo “re-” indica intensidad, mientras que el verbo “ligare” significa ligar o amarrar, es decir, "religión" es la acción de ligar fuertemente. En este caso, tratando de unir al total de la humanidad. Así mismo, como todas las demás, la nueva promete un paraíso en la propia tierra, aunque también como las demás, lamentablemente, cuenta con sus Torquemada y Savonorola que pretenden evitar desvíos.

Sin embargo, como siempre ha ocurrido en la historia de los gobiernos, afrontar reformas profundas se volvió una tarea casi imposible. La resistencia para mantener el statu quo siempre ha sido la tónica social general. Además, las transformaciones propuestas hace una década afectan, en buena medida, a las élites con poder de los sectores públicos, así como a toda su constelación de sectores orbitales. A lo que hay que añadir que la acción político-electoral había ido configurando identidades territoriales y sectoriales que diluían el concepto de "bien común".

La resistencia al cambio llegó al extremo de poner en riesgo el gran proyecto europeo de la moneda común. Por ello, en 2012 Mario Draghi, en teoría un gris y discreto funcionario, se convierte en el gran líder salvador del Euro. Una moneda nacida como la más importante contribución europea a la prosperidad compartida y democrática. Por supuesto, sus palabras iniciales “Haré lo que sea necesario” tuvieron un corto recorrido, así que al poco tiempo se inicia la expansión monetaria que antes se había querido evitar.

Como en aquel momento el proceso de mundialización todavía estaba en marcha, avanzando en la especialización internacional del trabajo, la inflación no hizo su aparición, pues el exceso de dinero se compensaba con las mejoras globales de productividad. Sin embargo, con los nuevos billetes en las arcas de los gobiernos las reformas se detuvieron, o incluso en algunos casos se puso la marcha atrás. La magia monetaria pareció dar la razón a las formaciones políticas de tipo populista iliberal que consideran, de manera infantil, que la realidad es lo que uno desea, y que, por tanto, la economía se puede configurar a voluntad.

Trump en Estados Unidos con un programa aislacionista que aquí se podría considerar nacionalista y el Brexit en la Gran Bretaña, son claras pruebas de ello. Aquí, en nuestro país, los sempiternos nacionalismos y Podemos consiguieron seducir a una parte de los sectores de pensamiento más tradicional. Así, que la recuperación a la crisis del 2008 se acabó cerrando en falso. La economía de gran parte de los países occidentales, y por supuesto de España, se sustentaba en pilares claramente débiles en 2019.

Con esto, la mundialización nos trae una extraña e impensada sorpresa, pues si bien todos sabíamos que una pandemia era posible (de hecho, ya se habían producido varios avisos) lo que no sabíamos era que íbamos a combatirla al estilo chino, con confinamientos masivos y, por tanto, con suspensión de los sacrosantos derechos constitucionales.

El virus SARS-CoV-2 aparece en China, un país de tradición colectivista, gobernado por autoritarios jerarcas comunistas, que no dudan en aplicar su idea de “contagios cero” a costa de llevar a cabo una hipervigilancia policial que incluye las nuevas tecnologías electrónicas.

La imitación del autoritarismo por parte de los dirigentes de las democracias occidentales pone de manifiesto una cara desconocida de la globalización: el aumento del control estatal de la población, bien de forma directa, o bien a través del manejo de los modernos medios de comunicación, la propaganda y la difusión interesada de opinadores a sueldo.

Una situación que eleva a los principales puestos de mando a políticos dispuestos a prometerlo todo, a considerar que el poder del estado no tiene límite. Así, las “máquinas de imprimir dinero” funcionan a pleno rendimiento mientras la producción real de bienes casi desaparece por completo. El resultado no puede ser otro que una creciente inflación que, más pronto que tarde, nos va a pasar una dolorosa factura.

Por su parte, los bancos centrales ya habían perdido buena parte de su reputación cuando, durante la crisis del 2008, mostraron una flagrante incompetencia a la hora de supervisar las operaciones financieras de mayor riesgo, muchas veces en manos de los propios gobernantes, como fue el caso de las cajas de ahorro españolas. Ahora, quizás, pueden perderla definitivamente ante su incapacidad de cumplir su mandato esencial de preservar la fortaleza y credibilidad de sus monedas, esto es el patrimonio de los ahorradores. El trasiego de políticos encumbrados como directivos de las instituciones prestamistas de último recurso no contribuye a mejorar su credibilidad.

Para colmo de males, se promete a la población una rápida recuperación gracias a una lluvia de millones recién impresos en forma de fondos que transformarán la economía en beneficio de todos, aunque repartidos siguiendo exclusivamente los mandamientos de la nueva religión laica. Sin embargo, el grueso de la población lo único que percibe es un paulatino y continuo empobrecimiento. ¡Ahora sí que la globalización tiene una cara negativa!

La guerra de Ucrania es el episodio definitivo. La vieja promesa de que cuando las mercancías cruzan las fronteras no lo hacen los soldados se ha desvanecido. Ya no nos podemos calentar con el barato gas ruso, tampoco China puede fabricar eficaces chips con tecnología occidental. Ahora entendemos el abandono a los demócratas afganos.

Ha resultado que, desde hace un tiempo, las democracias occidentales son incapaces de exportar sus valores. Ya no los defienden ni en sus sistemas educativos, ni en la producción de sus películas populares, y a veces, ni tan siquiera sus universidades. Es increíble, pero ha acabado resultado que quien si estaba en condiciones de difundir su modelo eran los sátrapas del mundo.

Occidente, debilitado por sus nuevas formas de pensamiento, las cuales incluyen la malhadada corrección política, se está intentando encastillar en sus propios límites aún a costa de romper la senda de prosperidad asociada a la mundialización. Será un encastillamiento híbrido, con contactos e intercambios con el otro gran y heterogéneo bloque, pero con fortalezas militares defendiendo sus fronteras y con controlado intercambio cultural.

Puede ocurrir que está nueva confrontación de bloques nos lleve a recuperar los genuinos valores característicos del humanismo occidental, aquellos que alumbraron a las prósperas democracias que consiguieron superar la secular pobreza de la humanidad. Sin embargo, esa recuperación, si se produce, requiere que las masas se alejen de los fantasiosos populismos. Un proceso que necesariamente requiere tiempo. De momento, me temo, nos esperan tiempos de melancolía, tiempos de pérdida, tiempos de reconocer que, aunque la realidad no nos guste no podemos escapar de ella.

 

martes, 12 de abril de 2022

Otro fenómeno argentino que nos interesa

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Otro fenómeno argentino que nos interesa

El año próximo hay elecciones presidenciales en Argentina. Todavía no hay candidatos oficiales, pero ya han comenzado los movimientos para participar en el juego. Además, con la que está cayendo desde la perspectiva económica, y con los rumores que arrecian sobre la mala relación con Cristina Kichner, no está del todo claro si el actual titular, Alberto Fernández, finalmente opte a la reelección.

De entre todos esos potenciales candidatos, sin duda, el que más llama la atención es Javier Milei, quien rompe de forma radical con los modos y maneras acostumbrados en el país hermano. Con una abundante cabellera desordenada, patillas al estilo Elvis y una chupa de cuero negro su aspecto es el de un roquero. Un “afuerino” que no ha recorrido la típica carrera política. Lo que le permite lanzar un contundente mensaje antistablishment vividor de lo público. En el polo opuesto a las cantinelas populistas victimistas y estatistas que, en realidad, lo único que pretenden es incorporar nuevos efectivos a esa casta, Milei predica un liberalismo casi libertario.

Su medida estrella es la clausura del Banco Central de la República Argentina, institución que responsabiliza de buena parte del muy deficiente desempeño económico nacional, motivado por la persistente y elevada inflación. Su propuesta es la dolarización, para evitar que los políticos en el gobierno continúen teniendo en su poder "la máquina de imprimir dinero". Una tentación demasiado grande para gobernantes de cualquier pelaje, pues siempre es más fácil darle al botón de "ON" que afrontar la realidad.

Milei, con sus bien argumentadas y apasionadas formas de expresar su liberalismo duro y contundente, es un viejo conocido de los argentinos por haber escrito libros y participado del show mediático, donde acostumbra a ilustrar sus puntos de vista con didácticas metáforas que transforman los sesudos argumentos académicos en lenguaje corriente.

Su salto a la política comenzó al presentarse a las primarias nacionales y quedando, nada más y nada menos, como tercera fuerza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un resultado espectacular en un país que arrastra el pesado lastre de las trampas estatistas del peronismo desde hace ya muchas décadas. Lo más sorprendente es que lo consiguió declarándose un enamorado del capitalismo por ser una “auténtica máquina de reducir la pobreza”.

Cuando en sus apariciones grita ¡Viva la libertad, carajo!, consigue que sus seguidores, que cada vez son más, vibren y entren en éxtasis. Seguramente porque su mensaje es muy diferente al que están acostumbrados a escuchar. A diferencia del resto de políticos, él no ofrece más gasto público, o resolver los problemas de cada uno de los diferentes colectivos a los que se dirige, sino que les dice muy alto: “yo no me metí acá para guiar corderos, yo me metí acá para despertar leones”. Esta es su receta para volver a situar a la Argentina en los puestos más avanzados de la primera liga económica mundial.

Su apuesta es del tipo "o todo o nada'' ya que, si no alcanza los votos necesarios para hacerse con la más alta magistratura del país, no tendrá apenas capacidad de pactar con ningún otro grupo, pues cualquier asociación supondría rebajar su absoluto liberalismo.

Por su puesto, la prensa oficial y populista (también la española) lo intenta desprestigiar catalogando de extrema derecha. Algo que sólo denota el nerviosismo que está creando entre los que llevan años instalados en el pesebre público. Sin embargo, el propio economista liberal porteño apunta en sus intervenciones a que no le interesa el tradicional eje derecha-izquierda, sino que prefiere el del republicanismo cívico fundamentado en la libertad versus el populismo intervencionista, asfixiante y subsidiador.

En definitiva, a pesar de que ya Hayek apuntó que uno de los principales problemas del liberalismo es que el socialismo resulta más intuitivo a pesar de conducir al fracaso y la pobreza, Milei lo está predicando mediante la técnica de transformarlo en píldoras de indudable atractivo y buen sabor para un votante medio cansado de los discursos conocidos.

Como, al igual que el platense, una buena parte del electorado español está seducido por el populismo de tipo peronista, incluso a pesar de conocer sus reiterados fracasos, ahora tenemos la oportunidad de escuchar un nuevo y sencillo argumentario con propuestas que realmente que están en las antípodas de aquellas.

Por eso, los españoles, a pesar de disfrutar de la ventaja de pertenecer a la UE, haríamos bien en seguir a este sólido economista académico con pinta de estrella de rock. Siempre se ha dicho que Argentina es el único gran misterio que le queda por desvelar a la ciencia económica. Un país en que cada contienda electoral se convierte en un gran salto a lo desconocido. En ocasiones, sin embargo, de la mano de actores con capacidad de traspasar fronteras, montañas y mares. ¡El tiempo lo dirá!

 

martes, 5 de abril de 2022

Importancia del crecimiento económico

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Importancia del crecimiento económico

Con frecuencia se oye hablar sobre la necesidad de alcanzar el crecimiento económico, pero rara vez se explica el motivo. Cómo mucho se dice que es un equivalente del enriquecimiento, y por tanto, es el instrumento que permite generar más empleo y mejorar el nivel de vida.  Ahora bien, como ya tenemos unos estándares elevados no son pocos los que consideran que ya es hora de echar el freno en aras a conseguir otro tipo de sociedad. Además, el crecimiento implica cambios y por tanto también riesgos, pero nuestras sociedades más envejecidas refractarias a todo esto.

Veamos, la humanidad no abandonó su estado de miseria hasta que, hacia finales del siglo XVIII, comienza una etapa de crecimiento. Adam Smith y otros pensadores de aquel tiempo son relevantes, precisamente por señalar que, no tan solo es posible escapar de la pobreza, sino que además es bueno hacerlo.

Como las sociedades siempre se organizan en torno a una idea moral, mientras no hubo crecimiento económico, los filósofos exaltaron de una u otra forma las bondades morales de la pobreza, exacerbando los peligros de la búsqueda del enriquecimiento personal. Platón, Aristóteles, cínicos, epicúreos, estoicos y cristianos recelaron de todas aquellas prácticas que alejaran a las gentes de la miseria. Incluso llegaron a crear instrumentos mentales, como el de la idea del “precio justo” o la condena del cobro de intereses, que califican de usura, para mantener ese estado de pobreza. Una pobreza que, como señalamos, se consideró moralmente superior.

Sólo cuando, poco a poco, se comienza a romper con la idea de la superioridad moral de la pobreza y del statu quo que comporta (“es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”) se inicia el despegue, de forma lenta en sus inicios para acelerarse después, que nos conduce al mundo actual.

Es el fenómeno del crecimiento económico el que nos ha traído un mundo con menos males, ya sean estos hambrunas, enfermedades o crímenes, al tiempo que nos ha permitido rodearnos de prodigios materiales, como la abundancia de luz artificial, de agua caliente al instante, u otros que hacen nuestro paso por el mundo mucho más agradable.

Sin embargo, hay un bien que está asociado al crecimiento económico en el que no se suele pensar: la paz y la armonía social. Cuando se produce el crecimiento económico todos los grupos sociales, o todas las personas, pueden aspirar a mejorar su posición sin que para ello ningún otro tenga que empeorar la suya. Siempre aparecen nuevas oportunidades. De esta forma, la concordia y el entendimiento entre los diferentes es muchísimo más fácil, por lo que lo normal es que reine la paz y la armonía expuesta en la famosa parábola de la "mano invisible".

Sin embargo, cuando el crecimiento no se produce, la economía se torna un juego de suma cero, en el cual para que alguien pueda mejorar su posición es necesario que otro empeore la suya. Una situación perversa donde las haya, pues inevitablemente hace aparecer el conflicto (de clases o de cualquier otro tipo), al haber siempre personas, o grupos, que verán en el hundimiento de otros su única posibilidad de mejora.

Dicho en otras palabras, los sectores que denuestan el crecimiento económico porque consideran que ya se ha alcanzado un nivel de riqueza suficiente, no están teniendo en consideración la importancia inmaterial del fenómeno. De hecho, suelen vincularlo al consumo de recursos materiales limitados, sin considerar que estos lo son, única y exclusivamente, por la acumulación inmaterial de conocimiento humano, un recurso económico hasta ahora inagotable.

Por todo ello, me atrevo a predecir que, si llega a triunfar la idea de la superioridad moral del crecimiento cero, se inaugurará una nueva época de conflictos de todo tipo, incluidos, por supuesto, también los bélicos.