martes, 31 de mayo de 2022

La clase media

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La clase media

Mucho se ha hablado y escrito sobre la progresiva disminución de la clase media que viene ocurriendo en los últimos tiempos. Con frecuencia el fenómeno se ha atribuido a la pérdida de buenos empleos debido a la globalización, que ha deslocalizado muchas empresas en busca de mano de obra barata. La digitalización, se dice, supone un fenómeno similar muchas veces complementario. Este tipo de explicación pone el acento en que el proceso de especialización internacional y automatización acentúa la importancia tanto de los puestos de trabajo muy cualificados, como de aquellos otros sin cualificación al servicio de otras personas.

Sin embargo, sociológicamente la clase media se puede definir, tal como hizo en su momento el politólogo siciliano Gaetano Mosca como aquel grupo social independiente de los que poseen el poder. Pues, efectivamente, es la independencia económica la que garantiza la cultura fundamentada en el espíritu crítico que procura su fortalecimiento en un proceso de retroalimentación que afianza las garantías jurídicas con respecto a la libertad, la defensa de la propiedad y el cumplimiento de los contratos. Lo que, a su vez, supone una distribución justa de la riqueza, por su legitimidad.

Ahora bien, para que la clase media pueda existir y extenderse por el conjunto de la sociedad es necesario que una mayoría de personas compartan los principios morales asociados a la libertad, la verdad y la justicia. Entre esos valores debe figurar una total separación entre el poder político y el económico.

Pues bien, atendiendo a este razonamiento la paulatina disminución de la clase media se puede debe, sobre todo, a la expansión sin freno del poder político, es decir, del intervencionismo gubernamental imponiendo regulaciones de todo tipo y tributos que suponen fuertes incrementos de los costes que acaban expulsando de la producción a aquellos tienen una dimensión económica más modesta. Además de desincentivar el concepto de "propia responsabilidad". Sin duda, se trata de un intervencionismo de tipo corporativista que beneficia en parte a los poderes económicos ya establecidos, dificultando la inclusión o incorporación, no sólo de los pequeños empresarios y emprendedores, sino también de los jóvenes en general.

El incremento del precio de la vivienda, impulsado por los bajos tipos de interés motivados por la necesidad de financiar los elevados y permanentes déficits públicos, y que finalmente han desembocado en una escalada inflacionista general, también se constituye en una inmensa barrera para la continuidad de la clase media. Si los jóvenes no se incorporan a la misma, lógicamente, ésta acaba por declinar.

Por último, cuando el sistema educativo está totalmente controlado por el poder político, a nadie le tiene que extrañar que éste ponga más énfasis en utilizarlo para difundir su propia justificación que para elevar el conocimiento del espíritu crítico que, como se ha señalado, está en la base de la clase media.

Mosca tenía razón, no es tanto la globalización como la propia expansión del Estado en combinación a las políticas corporativistas e intervencionistas, que en nuestro país fueron consideradas franquistas y que ahora práctica la izquierda, las que están reduciendo el número de efectivos de la capa social más dinámica y equilibradora de la sociedad. Es el crecimiento del Estado el que está expulsando a aquellos quienes, justamente, buscan su independencia económica respecto de ese mismo Estado.

Ciertamente, el fortalecimiento de la clase media exige mayores grados de libertad, el fomento de la propia responsabilidad y una tasa de natalidad empresarial que, en nuestro país, está muy capada por la fuerte intromisión de todas las administraciones además de por los elevados tributos que se tienen que soportar y que, así y todo, resultan insuficientes para financiar el continuo crecimiento de todo el sector público que va aumentando sus ámbitos de intervención.

Ante esta situación, la abrumadora propaganda gubernamental nos volverá a insistir en la importancia de sus políticas de redistribución de rentas. Unas políticas que, como vemos y como tantas veces pasa en asuntos económicos, paradójicamente pueden estar provocando el efecto no intencionado de contribuir a una mayor polarización de la sociedad.

 

 

 

martes, 24 de mayo de 2022

Cicerón, Hila y Armengol

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Cicerón, Hila y Armengol

Ser alcalde de una gran ciudad es mucho más complicado que ser presidente de una comunidad autónoma. Pues la política, como dijo aquel, es, en buena medida, “el arte de la apariencia”. Así que el postureo es mucho más sencillo a medida que las decisiones tomadas resultan más difíciles de “tocar con las manos” de forma inmediata.

Probablemente esta es la lección que tiene pendiente para septiembre (o más bien para otro curso) el alcalde Hila. Pues a poco que se haya seguido su trayectoria, se puede observar como ha intentado poner en práctica la misma que su jefa Armengol, una auténtica maestra el la practicar las tres grandes máximas del poder expuestas Cicerón para los supervivientes políticos. La primera de ellas es arriesgar poco, ciertamente, llevar a cabo transformaciones o reformas de mejora equivale a realizar una peligrosa apuesta electoral, pues lo normal es que aunque las reformas resulten claramente beneficiosas para el conjunto de la comunidad, pueden resultar perjudiciales para algún determinado grupo, que sí tiene capacidad de hacerse oír puede empañar la acción emprendida.

De esta manera, lo mejor que se puede hacer para mantenerse en la poltrona es prometer y prometer, incluso utilizando el BOCAIB o los nombres de las consellerias. Anunciar la realización futura de aquellas reformas que satisfagan a la parroquia propia, pero que queden lo suficientemente alejadas en el tiempo como para no despertar a las rivales. Armengol se ha revelado como una maestra en esta cuestión. Muchas de sus leyes han tomado de un eslogan político, propio de su color, el título de la nueva norma, cuyo contenido aplaza su implementación para otra legislatura.

Por este mismo principio, de aversión al riesgo, la presidenta nunca ha tomado una decisión sin antes mirar por el rabillo del ojo lo que hacen los otros dirigentes autonómicos. A diferencia de la presidenta de Madrid, nunca hemos visto que Armengol tomase una decisión con personalidad propia.

Hila, por su parte, ha intentado hacer lo mismo sin considerar que la política municipal es diferente y, se ha pasado de frenada. Ha realizado un montón de anuncios de reforma, sin ser consciente de que cada una de esas reformas puede despertar el resquemor de alguno de los vecinos afectados con independencia de sus simpatías partidistas. Ahora, al final de su mandato, está comprobando cómo ha conseguido el efecto totalmente contrario al pretendido, esto es, ha soliviantado a aquellos colectivos afectados negativamente por sus pretendidas reformas sin llegar a contentar a los que sí podrían resultar beneficiados. Y es que la inmediatez y complejidad de la vida municipal requiere de una mayor pericia política, que, en este caso ha estado claramente ausente.

La segunda gran máxima ciceroniana es la de ser amigo de los auténticamente poderosos. Una vez más Armengol ha seguido este principio a pies juntillas. No ha habido colectivo con poder, ya se trate de hoteleros, de periodistas o de cualquier otro, que no se viese cumplimentado por la presidenta. Hila por su parte también lo ha intentado, pero ni tan siquiera ha sabido identificar a los auténticamente poderosos, como puede ser el caso de los propios funcionarios municipales, sin los cuales la gestión de la complejidad urbana es imposible.

La última máxima heredada del romano es ser desdeñable con el adversario. Algo que a primera vista parece sencillo, pero que en realidad no lo es tanto. Pues se trata de hacer responsable a la oposición u otras administraciones de todos los males y errores que la presidenta, o en su caso el alcalde, no han sabido afrontar. Una acción que requiere de la complicidad de la prensa, a la que hay que comprar, para poder construir el correspondiente relato.

Armengol también ha practicado, como alumna aventajada, esta máxima del superviviente político cada martes en el Parlament. Ella nunca jamás se responsabiliza de una sola mala acción. Cualquier mal de la comunidad es responsabilidad o bien de los partidos del otro lado del espectro, o bien de los “gobiernos de Madrid” (sobre todo cuando son del PP).

Hila, como no podía ser menos, ha intentado seguir los mismos pasos.  Sin embargo, no ha sabido ni coordinar a los numerosos periodistas a su servicio, ni ha sabido jerarquizar por su relevancia los problemas a endosar a la oposición, y mucho menos al Govern. Y es que para un alcalde es mucho más importante conocer la historia no escrita de su ciudad y de sus barrios que para una presidenta de su comunidad.

En definitiva, tanto Armengol como Hila han practicado una política típica de superviviente en el poder, es decir, una política que en vez de tener como horizonte la mejora social, lo tiene en su propia continuidad. Sin embargo, la dificultad añadida que supone la política municipal, nos ha mostrado a un Hila mucho menos diestro en el manejo de las tres principales claves expuestas hace más de dos milenios. Así se podría decir que Armengol ha salido ganadora en la carrera entre los dos miembros del ticket electoral balear. Sin embargo, en nuestro peculiar sistema de organización política, la responsabilidad de la elección del candidato a la alcaldía Palma depende de la presidenta, por lo que podemos concluir que no hay vencedores.

martes, 17 de mayo de 2022

Estatismo

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Estatismo

A finales del siglo XIX, la filosofía político-económica liberal del laissez-faire entró en declive en toda Europa y, también, en los Estados Unidos. En Prusia se desarrolló un estado de bienestar y belicista sustentado en las ideas elaboradas por los principales catedráticos de las reputadas universidades germanas. Quienes, además de contribuir al alumbramiento del hasta entonces inédito estado alemán, irradiaron su ideología estatista entre numerosos hombres y mujeres influyentes de todos los ámbitos geográficos. De auto-consideraron más modernos y progresistas que a los anticuados liberales, a los que se despreció como “pasados de moda, al menos en muchos de sus aspectos.

Efectivamente, muchos de los vástagos de las clases dirigentes se formaron en Alemania al calor de sus potentes universidades, regresando después a sus países imbuidos de la necesidad de construir Estados grandes y poderosos, lo que incluía la constitución de Bancos Centrales que pudiesen facilitar un crédito ilimitado a sus respectivos gobiernos, aunque fuese a costa de abandonar el “patrón oro” que tan magníficos servicios había prestado a lo largo de la segunda mitad de aquel siglo.

Con el nuevo formidable estatal poder en manos de los gobiernos, pronto se sintió la necesidad de contar con académicos, científicos, escritores, publicistas y, en definitiva, con forjadores de opinión que ayuden a fraguar el consentimiento social del nuevo orden administrativo. Nunca antes se habían requerido de una forma tan clara los servicios de tantos intelectuales. En todo occidente las pequeñas organizaciones de académicos y hombres de negocios pro-liberales se vieron desplazadas por centros culturales y de estudio pro-estatistas muy generosamente financiados por los gobiernos o por sus afines. Desde entonces e tablero de juego está inclinado.

Sin duda, las causas de la Primera Guerra Mundial fueron muchas y variadas, no obstante, la existencia de gobiernos al frente de estados ultra-poderoso que disfrutaban de un crédito ilimitado y una cohorte de intelectuales que sustentaban el relato socialmente aceptado también ayudó mucho. Además, en el nombre de las naciones se volvieron a otorgar privilegios empresariales anti libre mercado que forjaron una nueva y estrecha alianza entre las élites económicas y políticas al objeto de frenar la incipiente mundialización. Estas fueron, en buena medida, algunas de las semillas del desastre con el que se inició el siglo XX.

La historia nunca se repite, pero el siglo XXI ha empezado con mal pie. La ideología liberal, que constituye el fundamento de los sistemas democráticos de libertades, vuelve a estar en declive. El estatismo retoma la consideración de fuerza organizativa más actual y superior. A lo que contribuyen los descomunales aparatos propagandísticos e intelectuales que en los últimos se han generalizado al calor del abundante dinero público. Así, además, se ha conseguido arrinconar presupuestariamente a los discrepantes. Los bancos centrales vuelven a ofrecer créditos ilimitados a unos gobiernos de voracidad insaciable, que en nombre del nacionalismo o del “kilómetro cero” limitan el comercio internacional. Un hecho que hace resurgir la alianza entre grandes empresas y gobiernos revestidos de progresismo. Por si todo lo anterior fuera poco, la Guerra de Ucrania permite justificar un nuevo militarismo que también se convertirá en más Estado.

Así, mientras los ciudadanos escuchamos machaconamente el discurso buenista y paternalista estatal que nos promete seguridad, tranquilidad y felicidad, al tiempo que vemos mermar nuestros márgenes económicos y de libertad, algunos no podemos dejar de recordar que la historia nos muestra como la concentración del poder, que siempre se realiza en nombre de buenas causas, acaba haciendo aflorar el mal.

 

sábado, 14 de mayo de 2022

El reparto de los fondos europeos ‘esquiva’ a las empresas

Carmen Planas firma el siguiente artículo en ultimahora.es: 

La semana pasada leíamos en estas mismas páginas como el Govern balear se felicitaba por la gestión que está haciendo sobre los fondos europeos. El conseller de Fons Europeus, Universitat i Cultura, Miquel Company, aseguraba que Balares es «la región que más rápido los está ejecutando». Resulta llamativo el optimismo del Govern balear por la ejecución de unas inversiones que en total deben llegar a 140.000 millones de euros para transformar la economía nacional. Un año después de la aprobación del Plan, Baleares apenas ha recibido un 1 % de los 31.000 millones llegados ya a España, según publica el Ministerio de Asuntos Económicos. Es más, según el último informe de la CEOE, sólo un 27 % del total de los fondos que el Estado gestiona de forma directa ha llegado al tejido productivo (805 de casi 3.000 millones).

El conseller también hacía referencia a la puesta en marcha de 70 actuaciones y la previsión de otras 40 en Baleares: proyectos públicos como reformas y equipamientos sanitarios y educativos, políticas de ocupación y/o movilidad sostenible, etc. Nada que objetar excepto que no debemos olvidar que los Fondos Next Generation son una oportunidad consecuencia de una pandemia devastadora. Sin haber sufrido una pandemia, ¿no se habría reformado el Hospital de Manacor ni se hubieran ejecutado inversiones educativas públicas?

La inmensa mayoría de las convocatorias están dirigidas exclusivamente al sector público. Las que permiten concurrir a empresas y particulares son prácticamente nulas. Los mayores importes se han dedicado a convocatorias continuadoras de programas que ya existían como las de energía o movilidad sostenible. Además, muchas de estas convocatorias simplemente se gestionan a nivel autonómico sobre otras diseñadas a nivel estatal, con lo que no recogen las necesidades de las empresas de Baleares. A nivel nacional el ritmo de publicación de convocatorias ha sido mucho mayor, pero sometido también a numerosas dificultades como la dispersión entre distintos organismos convocantes, lo que multiplica la burocracia obligando a las empresas a trocear proyectos.

Una tercera vía de acceso a los fondos muy publicitada son los denominados PERTEs, también de difícil acceso a empresas baleares por el ritmo muy lento de aprobación y complejidad de las convocatorias publicadas. Finalmente, la transparencia en la ejecución de estos fondos brilla por su ausencia. En Baleares no existe ninguna fuente oficial que recoja y publique datos detallados respecto de las tasas de ejecución. Hay que saber cuánto dinero se queda sin repartir en estas convocatorias por las dificultades de concurrir u otros motivos.

Tampoco se han llevado a efecto, ni a nivel nacional ni autonómico, la aplicación de incentivos fiscales o bajadas de impuestos a pymes y autónomos con cargo a estos fondos. Éstos tendrían un efecto inmediato sin apenas burocracia y llegarían eficazmente a las empresas en un escenario inflacionista. Países como Francia, Portugal o Italia ya los han implementado.

Desde CAEB no compartimos la euforia mostrada por el Govern balear y nos llama la atención que reclamen «más que nunca, la participación del sector privado». Las empresas son las que más saben cómo canalizar inversiones productivas, cómo transformar digitalmente nuestra economía, cómo innovar. Nos hemos puesto a disposición del Govern para ayudar, definir, planificar, difundir. Siempre decimos que si se le pregunta al que sabe la probabilidad de equivocarse es menor. Creemos en la colaboración público-privada, pero tras dos años de muchas dificultades las empresas también necesitan participar activamente de unos fondos que no pueden convertirse en un segundo Plan E. Para diferenciarlo, es necesario proteger al tejido empresarial del ‘shock’ producido por la pandemia.

martes, 10 de mayo de 2022

¡Liberalicemos la educación! ¡Soñemos!

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 ¡Liberalicemos la educación! ¡Soñemos!

¿Qué ocurriría si liberalizamos la educación?, es decir, si dejase de ser uno de los sectores más intervenidos, regulados y controlados de toda la actividad social, para pasar a permitir perspectivas diferentes que pudiesen ser comparadas y elegidas por los discentes. No lo sabemos, pero llevamos años en que cada nueva ley educativa, aprobada e implementada, es más restrictiva e invasiva que la anterior, limitando los márgenes de creatividad de los profesionales implicados y, con ello, las posibilidades de elección de las familias. Efectivamente, nos quieren hacer creer que existe un triste consenso según el cual sólo quien ocupa el gobierno (sobre todo si es de izquierdas) cuenta con el conocimiento necesario para el diseño de los planes y programas educativos. Sin embargo, la realidad es que el consenso se centra exclusivamente en considerar a la educación como parte esencial para el completo desarrollo personal.

Afortunadamente, en nuestra sociedad existen otros sectores que sí gozan de tales márgenes de libertad. Por ejemplo, el de la alimentación, lo que se plasma en tiendas y supermercados repletos de productos diferentes a precios razonables, que se adaptan a las exigencias de cada consumidor con unos niveles de calidad excelentes. Lo mismo ocurre en el caso de la vestimenta. Incluso, por poner un ejemplo más cercano, en los centros educativos de élite también existen mayores grados de libertad con modelos propios de aprendizaje.

Aclaremos, antes de continuar, que liberalizar no es lo mismo que privatizar. No estoy abogando por una privatización, sino por aumentar las posibilidades de los profesionales, al tiempo que las de elección de los padres, lo cual se puede llevar a cabo de distintas formas. Evidentemente, una liberalización supone un mayor grado de autonomía para los responsables de cada centro y de cada aula, cuyos resultados podrían ser observados mediante la publicación transparente de sus principales datos y, sobre todo, por la libre elección de los padres en sustitución de la libre elección de los políticos.

Sin ir más lejos, el extremadamente restrictivo diseño de las zonas de escolarización de Palma, solo puede ser resultado de la mente de un político de medio pelo sometido a presiones opacas, y convencido de que él conoce mejor que sus conciudadanos las necesidades de sus hijos, algo tan absurdo con los chistes de Tip y Coll.

Los españoles que tenemos una cierta edad hemos vivido distintos procesos de liberalización, a veces unidos a procesos de privatización y otras no. Y los resultados siempre han sido buenos, aunque, en algunas ocasiones, han supuesto dificultades iniciales. También es verdad que, en algún caso, los propios burócratas han querido pilotar de forma tan férrea los propios procesos de apertura que estos han quedado incompletos.

Pero, en cualquier caso, me atrevo a predecir que liberalizando la educación posiblemente apareciesen nuevos enfoques que harían realidad aquello de que “es posible aprender de otra manera”, más eficiente y adaptada a la realidad de todos y cada uno de los estudiantes. Y a pesar que la mayoría de los intervencionistas enseguida objetarán que la posibilidad de seguir itinerarios distintos genera desigualdad, lo cierto es que la diversidad a todos favorece, tal como ocurre con las dietas o con las formas de vestir. La energía imaginativa que se liberaría al abrir el frasco del sistema educativo, con toda seguridad, sería de tal magnitud que hace difícil conocer su alcance a priori.

Cómo padre se enfrenta al burocratizado proceso de escolarización, que hoy (lunes 9 de mayo) se inicia, soy consciente que liberalizar un sector tan repleto de intereses políticos, sindicales, económicos, y de todo tipo, parece un sueño imposible, pero para aquellos que confiamos más en las personas que en los gobiernos es un bello sueño. Al fin y al cabo, el formar a personas independientes que no necesitan ningún tipo de tutela es el objetivo declarado de cualquier sistema educativo.

 

viernes, 6 de mayo de 2022

¿Quiere el gobierno combatir la inflación?


Como se ve por el título de la entrada, que es el que le di. El error del publicado no es mio

martes, 3 de mayo de 2022

Empleo creado por inflación

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Empleo creado por inflación

Cuando estudiaba la carrera de ciencias económicas, en los años finales de la década de los setenta e inicios de los años ochenta, se decía que nueve décimas partes de las políticas de creación de empleo de entonces consistían en generar inflación. Incluso se nos mostraba una gráfica llamada Curva de Phillips que sugería que a más inflación más empleo. La idea esencial era que un aumento de la masa de dinero tenía un efecto a corto plazo sobre la demanda agregada, un efecto que también, nos advertían, era una simple “ilusión monetaria”.

Ciertamente, después, cuando pasó un tiempo (a largo plazo) la inflación provocó tal cantidad de distorsiones en el funcionamiento correcto de los mercados que imposibilitó a muchos su participación, convirtiéndose en estanflación.

Así que, ahora tristemente, no nos queda más remedio que desempolvar aquellas viejas enseñanzas para, una vez más, rebajar la alegría gubernamental y mediática sobre la situación del mercado de trabajo. Una parte importante de los empleos que se crean en este momento son, ni más ni menos, que el resultado del proceso inflacionario que desgraciadamente estamos viviendo.

Para empezar, la creación de empleo ocurre, de forma importante, en el propio sector público que está pudiendo funcionar gracias al dinero de nueva creación. Un dinero que también llega, entre otros agentes económicos, a colectivos como puede ser el de los jubilados cuyas pensiones también están siendo abonadas con dinero recién impreso.

Además, la política monetaria ultra expansiva comporta tipos de interés artificialmente bajos que distorsionan los planes de inversión, pues los más incautos tenderán a sobrevalorar sus beneficios futuros. Por ello pueden crear empleo durante un tiempo antes de descubrir lo insostenible del mismo. Así, de momento, la demanda se mantiene claramente por encima de la que realmente está vinculada a la producción, provocando burbujas de todo tipo que necesariamente pincharán más adelante.

La buena noticia es que, por ahora, no se han oído demasiadas voces abogando por el control de precios, aunque si las hay sobre el establecimiento de un imposible "pacto de rentas", con el numeroso colectivo de los jubilados con sus pensiones indexadas. Una política que podría tener parecidas consecuencias negativas, pues en el momento en que la inflación es planeada, admitida y prevista, se acabó todo.

Y es que, en definitiva, la inflación es un impuesto que no requiere que el gobierno tenga que someterse al preceptivo control parlamentario, es decir, es una estafa. Lástima que cuando, a medio plazo, aparezcan los grandes males asociados a la degradación del dinero lo más probable es que el presidente y los ministros de turno sean otros.