martes, 15 de marzo de 2022

"4.000 años de controles de precios y salarios"

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4.000 años de controles de precios y salarios

4.000 años de controles de precios y salarios” es el título de un libro de finales de los años setenta reeditado en 2020, Prologado en esta ocasión por el libertario argentino Javier Milei. En él sus autores Robert L. Schuettinger y Eamonn F. Butler hacen un repaso a cómo, una y otra vez, los gobiernos han recurrido a la inflación -esto es a la degradación del dinero- para financiarse. Para después, en un ejercicio de puro cinismo, demostrar que combaten el empobrecimiento de la población mediante el anuncio de políticas de control de precios o, como se denominaron más recientemente, políticas de rentas.

Se trata de una obra que no debería faltar en la biblioteca de ninguna facultad de economía, pues los fracasos narrados en la aplicación de tales políticas alcanzan el cien por cien. De manera que, aunque quizás los autores hayan dejado en el tintero alguna historia concreta, es más que dudoso que ahora esa política pueda funcionar.

De hecho, las fases por las que pasa el proceso inflacionario, y cómo lo abordan los gobiernos, se repiten con una cadencia y constancia digna de constituir una ley física. El dinero pierde valor y se degrada cuando se “imprime” a un ritmo superior al de la producción de bienes y servicios. Lo cual ocurre normalmente cuando los gobiernos se ven incapaces de financiarse por sus ingresos tributarios o, por los mercados ordinarios de crédito.

Tan pronto comienzan a producirse las alzas de los precios los portavoces gubernativos, y sus terminales mediáticas, lanzan el mensaje de que se trata de un fenómeno pasajero y que todo está bajo control. Luego cuando se hace evidente que el fenómeno persiste, desde los ministerios de economía, se intenta evitar la propia responsabilidad culpando a algún agente externo, como puede ser un dirigente extranjero sátrapa, a los especuladores, los capitalistas buitre o rata, a la oposición por una política anterior, o a cualquiera que el partido que el gobierno haya señalado como “enemigo peligroso”.

Y, ¡Atención, ahora viene la fase más peligrosa de todas! Cuando las protestas sociales comienzan, los gobiernos y funcionarios públicos lanzan la idea de que la inflación se puede atajar mediante el establecimiento de un sistema de control de precios y salarios de tipo obligatorio o voluntario. Esta fase es especialmente maligna porque si la inflación, por sí misma, ya daña el sistema de transmisión de información económica relevante que suponen los precios, someternos además a cualquier tipo de corsé supone su muerte definitiva. Por ejemplo, cuando uno de los últimos gobiernos de Franco topó el precio de los hidrocarburos durante los inicios de la inflación de los años setenta, lo único que consiguió es que se siguieran consumiendo derivados del petróleo a un ritmo creciente, agravando la situación económica y social al retrasar la inevitable reconversión energética e industrial.

Ciertamente, ahora el país necesita que sus estudiantes de economía conozcan los mecanismos que producen los desastrosos procesos inflacionarios, sin aceptar las simplonas explicaciones gubernamentales. Pues los gobiernos, como parte implicada, tienen sus propios intereses que no tienen por qué coincidir con los de la población en general a menos que ésta esté correctamente informada y formada.

Por otro lado, el prologuista Javier Milei es el auténtico nuevo fenómeno argentino, al saltar de las aulas y los platos de radio y televisión al primer plano de la política de la nación hermana. Predicando un rabioso liberalismo, magníficamente argumentado académicamente, aunque utilizando un lenguaje propio de las campañas electorales. Lo hace con tal éxito que está poniendo en dificultades la supremacía cultural del populismo peronista que ha lastrado durante décadas al país de la plata. Sin duda, su destino es la Casa Rosada.

Por todo ello, no pierdan tiempo y corran a la librería más cercana a adquirir esta monumental obra.

 

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