martes, 29 de junio de 2021

La teoría de los incentivos

 mallorcadiario.com

La teoría de los incentivos

Si los ingenieros tratan averiguar el funcionamiento de las fuerzas de la naturaleza, los economistas intentan conocer la fuerza de los incentivos, y también en dónde estos tienen su origen. Dominar la “teoría de los incentivos” es clave para conocer el mundo en el que vivimos, y también para tratar de mejorarlo. Y es especialmente relevante para el político cuando actúa como legislador. Aunque también lo es para el elector que observa el propio comportamiento de los dirigentes y gobernantes.

El punto de partida de la teoría de los incentivos establece que cuando los hombres y las mujeres no tienen que responsabilizarse de sus actos, éstos tienden a ser irresponsables. Alternativamente, este es también el elemento fundamental por el cual la propiedad privada puede considerarse como una de las instituciones sociales más importantes, a la hora de explicar la prosperidad económica, al armonizar los incentivos individuales con los colectivos. Es decir, por su contribución a “la mano invisible” de Smith.

Por otro lado, cuando el juego de los incentivos actúa simultáneamente sobre distintos grupos sociales produce otro efecto denominado “teoría de las consecuencias no intencionadas”. Así, por ejemplo, cuando Luís XVI de Francia, y más tarde los revolucionarios que le sustituyeron, establecieron precios máximos para el pan, y otros productos básicos, con el objetivo de aliviar la situación que la inflación causaba a los más pobres, provocaron, de forma indeseada, sendas debacles al eliminar los estímulos a la producción de aquel alimento. Las consecuencias de cualquier acción son muchas y no siempre fácilmente determinables, de ahí la importancia y la complejidad de los estudios de economía.

En el plano de la política, un elector cualquiera por ejemplo uno de nosotros, puede pensar que nuestro voto tiene una capacidad de influencia tan limitada, que no vale la pena esforzarnos en conocer suficientemente, ni las diferentes propuestas ofertadas, ni los “incentivos” que mueven al proponente, ni mucho menos las “consecuencias no intencionadas” que se pueden derivar de ellas. Nos resulta mucho más sencillo prestar atención únicamente a la puesta en escena o a los titulares que se incluyen en el discurso.

Como hombres y mujeres inteligentes y ambiciosos que suelen ser, los candidatos de las distintas opciones políticas conocen a la perfección estos mecanismos mentales. Por lo que sus mensajes pondrán mucho más énfasis en la forma que en el fondo, prometiendo soluciones a diestro y siniestro sin considerar ninguna de las teorías mencionadas. Por supuesto, nunca jamás revelarán los auténticos incentivos que les mueve a participar en el juego político. Es más, bombardean a los votantes con la idea que los grandes empresarios se mueven por intereses propios, que también lo hacen las potencias extranjeras, los miembros de otras comunidades, o los de los partidos contrarios. Pero nunca reconocerán que ellos mismos también están sometidos al diseño de los incentivos implícitos en todas las leyes, en especial, las electorales.

Sin embargo, los políticos, como todos los demás mortales, están sometidos al juego de los incentivos y con ellos también la acción del gobierno, aunque se adorne con la vaga expresión del bien común. Es por ello que es tan importante el papel de la división y equilibrio de poderes y los límites que marca una Constitución.

En cualquier caso, Sánchez, Armengol, Hila y muchos otros dirigentes actuales comparten un determinado perfil, que algunos han denominado “funcionario de partido”, que es fruto de los incentivos que generan las leyes, los reglamentos y los usos establecidos en la arena política española. Es ese perfil el que impide llegar a consensos con la oposición para mejorar la calidad institucional de nuestra democracia. De ahí la gran importancia que tiene debatir sobre los incentivos a la participación ciudadana en los asuntos públicos, con especial atención a las leyes electorales.

No hay comentarios: