martes, 25 de agosto de 2020

CONJURAR EL VIRUS DEL MIEDO

 CONJURAR EL VIRUS DEL MIEDO

mallorcadiario.com

 Existe un virus más potente y letal que el Sars-CoV-2, capaz de destruir nuestra forma de vida por completo: el virus del miedo. Sus efectos paralizantes, antisociales y anti-solidarios, lo arruinan todo a su paso al dañar las células de la confianza entre seres humanos. Este otro peligroso bicho puede encontrar, en la deficiente actuación del gobierno y otras autoridades, el caldo de cultivo necesario para su expansión.

 La gestión realizada de la pandemia que ha derivado en una monumental y, mal repartida, crisis económica puede acabar agitando una histeria colectiva que haga aflorar conflictos sociales hasta ahora desconocidos.

 ¿Por qué desde los poderes públicos se ha administrado mal la información?, ¿Por qué se ha dictado una profusión de nuevas normas y contra-normas, no siempre coherentes, simples y asumibles, tal como requiere la situación?, ¿Por qué, en definitiva, se ha añadido leña al fuego de la incertidumbre que de por sí conlleva la pandemia?

 Quizás la explicación la podemos encontrar en las enseñanzas de Jeremy Bentham quien sostenía que existe un “egoísmo de los gobernantes” por el cual anteponen su propio interés a cualquier otro incluido, por supuesto, el del bien común. Es por eso que las democracias de éxito se basan en una escrupulosa limitación del ejercicio de la autoridad, mediante un perfeccionado sistema de “checks and balances” que, al incluir a los mass-media, se combina con una cierta y generalizada actitud recelosa para con cualquier poder.

 El filósofo británico siempre se negó a aceptar la contradicción, frecuente entre la izquierda, que supone pensar que mientras empresarios y ciudadanos buscan su propio interés en sus conductas privadas, los políticos, alternativamente, siguen un comportamiento altruista.

 En este sentido, el objetivo del presidente Sánchez es, sobre todo, afianzarse en su puesto de mando. Aprovechado la oportunidad que le brindaba la enfermedad para redoblar su permanente campaña de marketing, a través de su desequilibrado poder de influencia en los más potentes medios de comunicación, mostrarse como la encarnación de la imagen del Estado del Bienestar, ya que éste, en teoría, ofrece seguridad ante las adversidades. Su idea esencial ha sido prometer a su electorado, y al público en general, la esperanza que demandaban. Sin embargo, el exceso de acento puesto en la propaganda le ha llevado a no tener inconveniente en utilizar el engaño, la mentira, la tergiversación o la incoherencia.

 De hecho, nunca ha querido admitir la realidad de su total desorientación, ni la incapacidad del Estado del Bienestar para cumplir sus objetivos de forma inmediata, ni la existencia de formas alternativas de afrontar el problema. Ha preferido “vender” una imposible seguridad absoluta, lo cual puede estar teniendo el efecto contrario e indeseado de nuevos rebrotes y más caos.

 Tan sólo hay que tener miedo al miedo” proclamó en 1933 el presidente Roosevelt para conjurar la terrible crisis social de su época. Pero para conseguirlo hay que reconocer la realidad con todas sus limitaciones y compartir las dificultades diciendo siempre la verdad. Estar gobernados por una agencia de publicidad con amplio dominio de los medios tiene sus peligros.

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