lunes, 16 de octubre de 2023

Los 15 misterios del Santo Rosario de la Bonanova en Palma de Mallorca

 

Desgraciadamente, uno de los monumentos se encuentra en lo que actualmente es un jardín privado. Y una de las escenas ha sido saqueada.














magnificat.ca Misterios gozosos:
  1. 1.-La Anunciación – Pidamos la virtud de la humildad.
    2.-La Visitación – Pidamos la virtud de la caridad.
    3.-El nacimiento de Jesús – Pidamos el desprendimiento de las cosas pasajeras.
    4.-La Presentación de Jesús en el Templo – Pidamos la virtud de la obediencia.
    5.-La pérdida y recuperación de Jesús en el Templo – Pidamos buscar la complacencia de Dios en todas nuestras acciones.

     

    Misterios dolorosos:

    6.-La agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní – Pidamos la contrición perfecta de nuestros pecados.
    7.-La Flagelación de Jesús – Pidamos la virtud de la mortificación.
    8.-La Coronación de Espinas – Pidamos la renuncia a nuestro juicio.
    9.-Llevar la Cruz – Pidamos llevar la Cruz con gran amor.
    10.-La Crucifixión y Muerte de Jesús – Pidamos la perseverancia final, la conversión de los pecadores y la liberación de las almas del Purgatorio.

     

    Misterios gloriosos:

    11.-La Resurrección de Jesús – Pidamos la virtud de la fe.
    12.-La Ascensión de Jesús al Cielo – Pidamos un gran deseo para el Cielo, nuestro único Hogar.
    13.-La Bajada del Espíritu Santo sobre la Santísima Virgen y los Apóstoles – Pidamos los dones y frutos del Espíritu Santo y la fidelidad a sus inspiraciones.
    14.-La Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo – Pidamos verdadera devoción a tan buena Madre.
    15.-La Coronación de la Santísima Virgen María en el Cielo – Pidamos la perseverancia en la gracia para ser coronados un día en el Cielo.





Diariodemallorca.es El santuario de Palma dedicado a la Virgen es el de la Bonanova, el cual ha sido mimado por los palmesanos durante siglos. Por todo ello trazamos algunas notas históricas sobre este bello lugar. De inmemorial, el barrio de la Bonanova formó parte de la caballería de Son Vich -que desde el siglo XVII perteneció al conde de Ayamans- y que a su vez formaba parte de la baronía del obispo de Barcelona. El oratorio perteneció a la parroquia de Santa Cruz como vicaría hasta que se constituyó la parroquia de Génova.

Parece ser que los orígenes de santuario de la Bonanova se remontan a una humilde ermita del siglo XIV dedicada a San Antonio Abad, padre de los anacoretas. De todas formas, la denominación del lugar se documenta por primera vez en el siglo XVII. Se conserva una concesión del Papa Clemente X, suscrita en Santa María la Mayor en 1675 por la cual se otorga indulgencia plenaria para quien visite la capillam Sancte Marie de buena nueva. En 1687, Margarita de Santacilia y Desclapés subastó el predio de la Bonanova, también conocido como s´Ermita, y lo adquirió D. Gabriel Mesquida, arcediano de la Catedral.

La propiedad estaba bajo alodio y dominio directo de D. Jerónimo Gual-Desmur y de Togores como sucesor del fideicomiso del conde de Ayamans. Finalmente en 1694, los padres Carmelitas lo adquirieron por subasta.

En el siglo XVII, la ermita tenía una capilla de la Virgen, y por tanto ya había entrado en el conjunto devocional mariano de Palma. El oratorio cambió la advocación de San Antonio por la de la Virgen del Carmen. Sin duda, la llegada de la familia del Carmen dio un fuerte impulso al culto y devoción de la Virgen de la Bonanova. También condicionó la decoración interior del oratorio en el que aparecen cuadros relacionados con los carmelitas. Aquí encontramos representados a San Elías, San Alberto y San Franco, o también el gran tema carmelitano-escapularista, la visión de la Virgen del Carmen al General de la Orden con la entrega del Santo Escapulario.

Hacia 1794, el oratorio se remodeló de forma importante gracias a la donación de la marquesa de Sollerich, doña Magdalena Gual y del Barco, que pasaba largas temporadas en su finca de Son Gual cercana al oratorio y se había convertido en ferviente devota de la Virgen de la Bonanova. Años más tarde llegó la desamortización de Mendizábal, que desposeyó, en 1836, a los carmelitas de su convento de Palma y de su pequeño santuario mariano. A pesar de todo, la devoción y culto a la Virgen de la Bonanova continuó. En 1837, los palmesanos pidieron autorización al obispo para instalar la Reserva del Santísimo en la iglesia y en 1877 incluso fue necesario ampliar el templo, que se realizó a partir del proyecto de D. Pedro de Alcántara Peña. La virgen que preside la iglesia es obra del escultor Luis Font Martorell, la cual fue costeada por todos los vecinos en acción de gracias por no haber sido contagiados del cólera que asoló la ciudad en 1865. Esta virgen vino a substituir una más antigua que había sido regalada por la marquesa de Sollerich.

Cuando a principios del siglo XX llegó el nuevo párroco de Génova y custodio de la Bonanova, D. Francisco Vives Ordinas -primo de D. Juan March Ordinas-, capitaneó la aspiración de los vecinos de construir cinco monumentos donde aparecieran repartidos los quince misterios del Santo Rosario. Un día que el obispo de Mallorca, D. Gabriel Llompart, hacía uno de sus paseos habituales por el Santuario de la Bonanova, se encontró con D. Francisco Vives, que aprovechó para hablarle del tema. El obispo quedó entusiasmado, y se dio el pistoletazo de salida al proyecto de los misterios.

El día de San Sebastián de 1930 se envió una circular a todos los vecinos pidiendo donativos para financiar las obras. Los propietarios de Son Buit cedieron los terrenos. En agosto ya se había construido el primer monumento, proyectado por el arquitecto diocesano D. José de Oleza, a excepción del mosaico cerámico que realizó, 19 años más tarde, D. José Pons Frau, de la Escuela de Artes y Oficios. El año siguiente, antes de proclamarse la II República, se construyó el quinto monumento, el de mayores dimensiones, también diseñado por Oleza y con azulejos de Pons Frau. En la parte superior están las armas de la ciudad, pues fue Cort quien lo financió. Con la República el proyecto se paralizó y no se reanudó hasta 1963. A partir de entonces se hicieron los demás monumentos.

Pese a la gran actividad constructora de la Bonanova de los últimos años y de la lastimosa pérdida de buena parte del paisaje, el Santuario de Nuestra Señora de la Bonanova conserva un cierto alo de espiritualidad que nos permite seguir subiendo por la empinada cuesta de la calle Bartomeu Pons sabiendo que al llegar al oratorio tendremos nuestra recompensa.

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