martes, 12 de julio de 2022

Creciente importancia de Marruecos


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Creciente importancia de Marruecos

Hasta hace muy poco las hambrunas parecían una cosa del pasado, uno de esos grandes jinetes del apocalipsis que, gracias a los valores occidentales, habíamos superado. Sin embargo, el proceso de desmundialización que se inicia con la respuesta dada a la pandemia, y posteriormente con la guerra de Ucrania, están volviendo a levantar telones de acero entre los bloques que se nuclean en torno a las superpotencias. Con la consecuencia de generar un peligroso decrecimiento económico que puede resucitar fantasmas del pasado.

Desde que Alexandre Von Humboldt (castellanizado, Alejandro de Humboldt) viajó al Perú a inicios del siglo XIX, la humanidad dio un gran salto, pues este científico se percató, en aquellas tierras, que las parcelas más marginales y, aparentemente más estériles, producían buenas cosechas. Tardó muy poco en relacionarlo con un polvo amarillo con fuerte olor a amoníaco que los lugareños recolectaban y luego esparcían. Eran el guano, excrementos de aves, abono, fertilizante. También se hacía lo mismo con los excrementos de murciélago.

A Humboldt se unió el científico peruano Mario Rivero y Ustáriz quien estudió las propiedades del fertilizante. La idea se difundió rápidamente por toda Europa, que en aquel momento era el faro que iluminaba el mundo. De manera que la producción de alimentos comenzó a crecer alejando el pesimismo malthusiano con que se había inaugurado aquel siglo. Lo que permitió que la población humana creciese a ritmos exponenciales. Con el guano, el hambre comenzó a parecer cosa del pasado.

Desde todos los rincones del mundo se demandaba el nuevo "oro" recogido en la costa peruana. De manera que pronto comenzó a escasear. Así que la imaginación humana dio el siguiente paso intentando, y consiguiendo, crear un guano artificial. Fueron los alemanes Carl Bosch y Fritz Haber quienes, ya a inicios del silgo XX, encontraron la manera de utilizar el nitrógeno del aire para hacer amoníaco, como elemento esencial de los fertilizantes. Más de la mitad de la humanidad les debe a ellos el poder vivir, aunque tristemente, son recordados también por ser los padres del repugnante armamento químico. Los grandes hombres son casi siempre pura contradicción y, sin duda, este es un caso extremo.

El proceso Haber-Bosch, y los hallazgos de Humboldt, son un magnífico ejemplo de cómo un proceso de sustitución tecnológica permite afirmar que el principal recurso económico, no es una determinada materia prima, sino la mente humana, cuya actividad creativa aumenta con las interrelaciones propias de la mundialización.

Todas las plantas necesitan nitrógeno para crecer. Es, junto al fosfato y el potasio, el agua y la luz del sol uno de los elementos que permiten los cultivos a gran escala. Sin embargo, ni el fosfato, ni el potasio todavía pueden ser creados artificialmente. Este último se extrae básicamente de cuatro países, uno es el occidental Canadá, mientras que los otros tres están al otro lado el nuevo telón desmundializador, son Rusia, Bielorrusia y China.

Por su parte, el fosfato, que fue considerado el “cuello de botella esencial de la vida” por Isaac Asimov, se extrae casi exclusivamente en dos países. Uno de ellos es China quien ya ha prohibido su exportación, el otro es Marruecos, que cuenta con cerca del 70% de todo el fosfato que se estima hay sobre la faz de la tierra. Nadie goza de una exclusividad tan acusada.

Así, no es difícil concluir que Marruecos está, y va a va continuar estando, en una posición de ventaja en los próximos tiempos. Una ventaja que aumentará a medida que el proceso de desmundialización avance. Aunque, por supuesto, y a pesar ello, siempre se puede producir una nueva sustitución tecnológica como la de Humboldt o la de Haber y Bosch. Pero mientras eso no ocurra Marruecos será el aliado imprescindible de la superpotencia occidental.

 

 

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