martes, 4 de enero de 2022

¿Nos servirán de algo los fondos europeos?

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¿Nos servirán de algo los fondos europeos?

Ni los gobiernos, ni los estados, ni las instituciones europeas crean riqueza, motivo por el cual los fondos que ahora reparten, en realidad se financian con la inflación que nos empobrece, y con los impuestos que nos reducen los salarios y se lo reducirán nuestros hijos. No obstante, así y todo, esos fondos, podrían tener sentido si servían para que los gobernantes pudieran llevar a cabo las reformas económicas y sociales que, rompiendo con el paralizador statu quo que impone la política, pueden impulsar la actividad generadora de prosperidad.

En nuestro país son varios los asuntos que requieren una revisión en profundidad, destacando la necesidad de reducir las catastróficas cifras de desempleo, y asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones. Sin duda, hay muchos otros aspectos de nuestra vida social que también habría que racionalizar y modernizar con el objetivo de mejorar la productividad que permite mayores salarios y mejores servicios públicos y sociales.

Así era de esperar que con los fondos llegados de Bruselas se intentará la introducción de novedades en la legislación laboral que facilitasen a los trabajadores poder cambiar de empresa sin perder derechos; que la injusta dualidad, que impide a muchos empleados incluso hacer cualquier plan de vida, se redujera; o que la incorporación al trabajo de los más jóvenes pudiese ser algo factible para todos y no sólo para aquellos que gozan de conexiones personales. Que aquellas personas que desean trabajar jornadas reducidas durante un tiempo lo puedan hacer sin tener que dar explicaciones; etc.

Todo eso facilita la vida del trabajador al tiempo que haría al empleador menos renuente a contratar a una persona más para desarrollar nuevos proyectos. Se trata de las fórmulas legislativas que están ensayadas en los países más avanzados de Europa. Incluso, en ocasiones, llevan el nombre del país desde donde se difunden como es el caso de la “mochila austríaca”.

Nada de eso ha pasado, sino más bien todo lo contrario. La mini-reforma que ha presentado a bombo y platillo Sánchez, y su coaligada Díaz, va en la dirección contraria. Cambia de nombre algún contrato eventual para denominarse, ahora, fijo sin serlo, y añade algunas rigideces con la única intención de incrementar el poder de los sindicatos.

En cuanto a las pensiones, la idea fundamental debería ser que es necesario fomentar el ahorro para afrontar el futuro, lo cual pasa por mejorar los niveles salariales y modificar la fiscalidad con la finalidad de incentivarlo. Sin embargo, también en esta materia los pasos dados van en la dirección contraria sin aprovechar en absoluto ese dinero salido de nuestros sufridos bolsillos y del de nuestros hijos.

Este año 2022 los salarios se reducirán como nunca lo habían hecho durante el siglo por efecto de la inflación y los incrementos tributarios. Y, aunque sea algo menor, también se reducirá fuertemente el poder adquisitivo de las pensiones.

Quizás los fondos tan reiteradamente anunciados por Ursula Von der Leyen acaben en manos de empresas, o instituciones públicas, con gabinetes de abogados capaces de cumplir las intrincadas condiciones impuestas, pero de momento, no parece que vayan a tener ningún efecto en la corrección de los principales males de nuestro país, ni mucho menos entre los sufridos contribuyentes de las pequeñas y medianas empresas que, estos sí, generan el 99% de la riqueza nacional.

Por todo ello, en esta nublada mañana de enero en que escribo esta carta me pregunto ¿nos servirán de algo los fondos europeos?

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