martes, 13 de julio de 2021

¿Debatir la ampliación de la ORA?

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¿Debatir la ampliación de la ORA?

A nuestros dirigentes municipales, como a muchos otros políticos actuales, les gusta tomar decisiones a golpe de ocurrencia propagandística de partido. Son reacios al debate y la confrontación de ideas. Les va lo mediático y lo publicitario mucho más que la transparencia y el análisis crítico de una gestión en provecho colectivo de todos. Nunca como ahora el barullo, la apariencia y el cortoplacismo han tenido tanto predicamento, al tiempo que la reflexión, el estudio y el debate o, incluso, la coherencia se devalúa.

Una de estas últimas decisiones, en Palma, ha sido la ampliación de las zonas con aparcamiento regulado (ORA) que, a su vez, es consecuencia básicamente de otras dos anteriores. Por un lado, la de municipalizar el servicio, y por otro, la de suprimir centenares de plazas de parking en intramuros. Pues la primera significó contratar un personal que con la segunda se puede quedar sin trabajo. Así que la solución es ampliar el área de las restricciones.

Es decir, no se hace porque exista un auténtico problema de congestión en toda la periferia urbana, sino por la propia dinámica de funcionamiento del equipo de gobierno municipal. Un fenómeno que se repite una y otra vez en todos los niveles administrativos, y que nos conduce inexorablemente, a una paulatina pérdida de competitividad que nos hace descender posiciones en todos los rankings de bienestar, además de hacer más incómoda la vida.

La política se ha convertido en un problema para el ciudadano medio que ve como se merman sus recursos (por los fuertes incrementos tributarios y seudo-tributarios) al tiempo que todo se vuelve más difícil y complicado. Las administraciones cada vez son más mandonas, entrometidas y antipáticas.

Es previsible que con la ampliación de la ORA se vean, durante un tiempo, muchas plazas de aparcamiento vacías en las nuevas áreas que no sufren saturación (aunque la imagen no aparecerá en la televisión o prensa oficial). Mientras, la presión en las calles libres colindantes aumentará considerablemente haciendo más difícil la movilidad. Muchos ciudadanos intentarán desplazarse lo menos posible allí en donde el aparcamiento sea más arduo, provocando un traslado del tráfico hacia la, ya de por sí, saturada vía de cintura con rumbo a las zonas de parking libre. Es por esto que esta operación tiene unas implicaciones económicas importantes que las autoridades no querrán considerar. Lo relevante no es el resultado para la ciudad, sino para los dirigentes consistoriales y sus carreras personales en el seno de sus organizaciones.

Así, con toda probabilidad, han determinado cerrar el centro por seguir las directrices de sus respectivos partidos en materia municipal, y no por haberlo meditado conjuntamente con los vecinos de Palma a quienes, en teoría, representan. De igual forma, no tomarán ninguna otra medida que les suponga un coste en sus currículums, tales como podría ser la promoción de la construcción de las infraestructuras necesarias (segundo cinturón, nuevos parkings, etc.). Y por las mismas razones tampoco innovarán, racionalizando las escalas tarifarias o los tiempos tasados que eviten saltos excesivos entre zonas. La innovación siempre conlleva riesgo.

En definitiva, el caso de la ampliación de la Ordenanza de Regulación de Aparcamiento en Palma (ORA) es sólo un ejemplo más de la dinámica con que se están tomando muchas importantes decisiones colectivas que a todos nos afectan. Una dinámica que provoca una crisis de representatividad que aleja al ciudadano de la política.

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