martes, 21 de julio de 2020

CORT DEBE UN HOMENAJE A TARONGÍ


CORT DEBE UN HOMENAJE A TARONGÍ

El canónigo Josef Taronjí (según la grafía de su sepultura) fue un intelectual de primera línea en la Mallorca de la segunda mitad del siglo XIX, pues su obra representa mejor que la de algunos el espíritu aperturista y modernizador que tanto contribuyó a poner las bases del posterior gran desarrollo social y económico de nuestras islas.

El clérigo es conocido, sobre todo, por su lucha sin cuartel para superar el arraigado prejuicio, de parte de la más petrificada sociedad mallorquina, contra los descendientes de judíos conversos conocidos como xuetas. Una fractura que pervivió mucho más allá del reconocimiento de los derechos individuales en la legislación española. Motivo por lo cual, a pesar de las razones que al canónigo le reconocieron con claridad todas las instancias jurídicas, no le quedó otro remedio que alejarse de su queridísima tierra natal al final de su corta vida.

Josep Tarongí Cortés, fue discípulo de los más destacados pensadores mallorquines de su siglo, y participó con entusiasmo del espíritu aperturista y modernizador que él fundamenta en los valores del humanismo cristiano en concordancia con el individualismo liberal. Esto es, aquellos que alumbraron los “derechos del ciudadano”, preludio de lo que ahora conocemos como “derechos humanos”. Así, desde su púlpito de sacerdote mostró con claridad su absoluta repulsa a la institución de la esclavitud y la discriminación racial. Al tiempo que abogó abiertamente por el movimiento constitucional español de los derechos y la dignidad de las personas.

Bilingüe militante, fue capaz de defender en castellano la literatura catalana y en catalán la patria española.  Siendo un intelectual que utilizó la literatura para sostener sus avanzadas ideas progresistas. Alejado del movimiento romántico, dedicado a la descripción de sublimes paisajes y hazañas pretéritas, el padre Tarongí prefirió centrarse en observar a sus contemporáneos con sus sufrimientos y sus anhelos, siendo, quizás por ello, el más urbano de todos literatos mallorquines del momento. Amó con cariño verdadero a su ciudad, a la que le dedicó uno de sus más reconocidos poemas: “Oda a la ciudad de Palma”.

Su modernismo le llevó a ensalzar también la tecnología decimonónica, viendo en el telégrafo, el teléfono o el ferrocarril un proceso de próspero hermanamiento y apertura entre los pueblos y las naciones, el inicio de una ventajosa globalización. Sin duda, pensando en el papel protagonista que nuestra tierra podía tener en ese devenir.

Por todo ello, el primer consistorio republicano, surgido de las lecciones de abril de 1931, decidió otorgarle el título de “Hijo Ilustre de Palma” y dedicarle una calle tal como era costumbre. Sin embargo, como aquel primer gobierno municipal apenas duró unas semanas, el nombramiento quedó en el olvido, a pesar de estar puntualmente recogido en el Acta del Pleno correspondiente. No se encargó ningún retrato, ni se hizo se celebró acto alguno. Incluso su nombre no aparecía en el catálogo de los que ostentan tan alto honor.

Es cierto que cincuenta años después de aquella decisión una calle del Coll d’en Rebassa fue bautizada con su nombre. pero todavía está pendiente el homenaje que se merece, no sólo como Hijo Ilustre de nuestra ciudad sino como representante del más genuino, abierto y universal espíritu palmesano. Cort se lo debe.

No hay comentarios: