miércoles, 20 de mayo de 2020

Por la profesionalidad de los docentes

Verónica Álvarez Alarcón
Pep Ignasi Aguiló Fuster
Miembros de la Directiva de PLIS, Educación por favor
Aunque el Gobierno parece actuar con total desorientación en materia de gestión de la crisis se mantiene firme, e incluso acelera, en su idea de dominar la comunicación para ocupar, más y más, espacios tanto en la administración como en el conjunto de la sociedad. Así, en materia educativa, la búsqueda de protagonismo por parte de la Ministra Celaá ha resultado del todo contraproducente. Lejos de implicar a la comunidad educativa, dando instrucciones claras y las herramientas necesarias para que fuese el propio profesorado quien resolviese los problemas ligados al confinamiento, ha optado por la confusión populista y, probablemente ilegal, de derivar responsabilidades hacia abajo, haciendo dejación absoluta de sus competencias y rompiendo el sistema educativo español. Por su parte, el seguidismo del ejecutivo balear les ha llevado a aprobar resoluciones en la misma línea de imprecisión y falta de claridad.
Nada de todo lo anterior ayuda a elevar el prestigio de los docentes ni tampoco el de las generaciones de jóvenes y adolescentes que son merecedoras de un sistema educativo a la altura de los tiempos de la sociedad del conocimiento. Lógicamente, ante cualquier acontecimiento la sociedad, las familias quieren soluciones y los alumnos necesitan avanzar en toda circunstancia, también en época de encierro.
Este es el momento para que los profesionales de la educación reclamemos mayores dosis de libertad, asumiendo al mismo tiempo la responsabilidad que nos debe corresponder; desenmascarando la trampa de manipulación política en la que, poco a poco, estamos cayendo. Pues desde hace demasiado tiempo nos quieren convertir en simples piezas de una maquinaria puesta al servicio de la conquista del poder.
Nuestro sistema educativo cuenta con más licenciados y titulados superiores que cualquier otro sector, muchos de ellos han accedido al mismo a través de un competitivo sistema de oposición, tratándose, además, de un tipo de actividad que requiere grandes dosis de vocación. No es de recibo que se nos trate como a los trabajadores de la era de la producción industrial en masa. Es la hora de recuperar el orgullo y el prestigio de nuestra profesión.
La problemática educativa es muy amplia, diversa y compleja, de forma que cualquier intento de uniformidad sólo puede ir en detrimento de la calidad del servicio. En este sentido, pasar a los alumnos de cursos, a modo de una casi promoción automática, no hará más que agravar la situación de todos los implicados, ahora y en cursos venideros. Desde PLIS no creemos que esa sea una senda constructiva, sino un camino cerrado que maquilla resultados y que traslada la responsabilidad al profesorado de forma torticera.
Hasta la fecha, al profesorado se nos intenta imponer el idioma en que tenemos que expresarnos, como si se tratase de apretar el botón de dual en la tv. Se intenta imponer los libros a utilizar, las pautas que hemos de seguir en clase, los métodos de evaluación, incluso las palabras con que nos expresamos, no sea cosa que no se ajusten al marco de la corrección política. Nunca se nos reconoce nuestra individualidad. Se nos considera como una masa homogénea e informe que puede alterarse a placer mediante unas líneas en el Boe o en el Bocaib.
Ese ha sido el caldo de cultivo que nos ha llevado a la absurda situación actual en que una ministra decide empujar hacia el aprobado general sin ser capaz de mojarse, ni de asumir su propia responsabilidad. Su intención no es ayudar a los desfavorecidos sino ganar terreno entre los que menos se esfuerzan, entre los que se entregan sin pensar, a quien les justifique su pasividad, al tiempo que ningunea a los que sí lo hacen. Lejos de ayudar a los desfavorecidos su actuación está abocada a aumentar su número.
Por todo eso, desde PLIS creemos que el momento es propicio para reivindicar, una vez más, el papel de los docentes de forma individual. Su profesionalidad les tiene que hacer acreedores ante la sociedad de la confianza suficiente, -tal como ocurre con los médicos-, para que se acepten sus criterios personales en aras a que nadie se quede atrás ni que pierda su oportunidad. Lo único que debería hacer el Ministerio y las Consellerias es definir unos objetivos a alcanzar en el conjunto del sistema y facilitar los medios para ello. Claro que eso pondría en peligro la gran maquinaria burocrática que permite acaparar puestos de mando.
En este sentido también debemos recordar que desde PLIS, Educación por favor, hace tiempo que reclamamos una mayor implicación de las consejerias de educación en el desarrollo de las facilidades digitales que permiten realizar parte del trabajo académico en el propio domicilio, no sólo en circunstancias excepcionales, sino de forma habitual. La nueva era aporta herramientas y soluciones como los videos-tutoriales, materiales virtuales, videoconferencias, chats, etc, que han de formar parte de la cotidianidad, al tiempo que contribuyen a la descongestión urbana.
Ante una crisis que ha llegado de forma totalmente imprevista, los profesores, los estudiantes y también sus familias llevan semanas haciendo un enorme y visible esfuerzo que podría ser correspondido, por las autoridades académicas, otorgarles la confianza que les permita mejorar su prestigio profesional, salvaguardando a la calidad educativa de caer víctima mortal del maldito Covid-19.
Nadie como los propios profesores conocen las circunstancias de sus estudiantes, y nadie como ellos sabe cómo enfocar el problema sobrevenido. Esta debería ser la hora de los profesionales; no de los aparatos burocráticos, ni de los políticos marquetinianos. Debería ser la hora de avanzar aprovechando todas las oportunidades de mejorar, no la de la resignación. Debería ser la hora de hacer realidad la máxima según la cual es el ejemplo de los maestros el recurso didáctico fundamental.

No hay comentarios: