domingo, 10 de mayo de 2020

Las ciudades y la pandemia: contra el estado de alarma. último día de la octava semana de confinamiento.

Hasta ahora, la humanidad ha venido experimentado un proceso de urbanización creciente. al calor de la estabilidad en términos comerciales y de paz que nos ha traído la globalización. En buena medida porque las ciudades han sido la causa de poder "vivir bien". Los grandes núcleos urbanos son los principales generadores de riqueza, de creatividad, de innovación, de actividad comercial y de interrelación y también, como no, los grandes centros de cultura. Por lo que, hasta ahora, han sido los grandes imanes que atraen a más y más gente. Pues el crecimiento de las ciudades se produce por la migración, ya que las estadísticas suelen mostrar como en sus poblaciones hay más defunciones que nacimientos.

Cuanto más grande es una ciudad menos gasolineras por cada mil habitantes se necesitan, al igual que ocurre con los cables de electricidad, o de fibra óptica, o con los tubos de conducción de agua, etc. Con el tamaño también aumenta el número de salarios y su cuantía, el número de universitarios y la actividad cultural, la innovación tecnológica y el número de patentes. De esta forma se considera que doblar el tamaño de una ciudad, significa incrementar la productividad entorno al 15%.

Pero el tamaño de las ciudades también está asociado una mayor tasa de delincuencia, de enfermedad, de soledad, de congestión y de contaminación. Y sobre todo, las grandes urbes son muy frágiles, un atentado como el 11-S supone su colapso durante un tiempo, también un fallo tecnológico en el suministro de electricidad o de otro tipo. Ya hora vemos como las pandemias se ceban mucho más en donde la densidad de población es más elevada. Entonces, ¿Son mayores los beneficios que los inconvenientes?. 

Seguramente la respuesta más acertada es: depende. Ya que efectivamente, en donde existan gobierno democráticos y eficaces, transparencia en la toma de decisiones colectivas, medios de comunicación independientes y libres, en donde se respecte el imperio de la ley, y donde exista una sólida y dinámica económica de mercado libre, las ventajas superarán con creces a los inconvenientes, sobre todo porque el dinamismo que les es propio asegura la resilencia.

Sin embargo, en las ciudades que no se den esas condiciones la fragilidad les puede introducir primero en el colapso, y después en la decadencia. La alta fragilidad en sí misma supone unos costes difícilmente superables.

Desde hace tiempo sabíamos que en el futuro las enfermedades infecciosas serían una causa importante de mortalidad, sobre todo, urbana. Por lo que lo lógico era reforzar el marco institucional que protegiese las libertades individuales. Sin embargo, el Estado de Alarma y la agenda gubernamental española como mínimo no transita en esa dirección. 

Hoy hace diez años de la rectificación de Zapatero sobre sus promesas electorales. Sin embargo, ahora las cosas están mucho más difíciles para repetir una jugada parecida. Así que tendremos que estar muy atentos, en los próximos años, a la evolución de nuestras ciudades. 




No hay comentarios: