En definitiva, la energía nuclear, una actividad intensiva en capital, tanto financiero como humano y tecnológico, soporta fundamentalmente desde el punto de vista económico, tres grandes riesgos: (1) los altos tipos de interés; (2) el riesgo regulatorio; y (3) el alargamiento excesivo del período de construcción.
Sin embargo, presenta la ventaja de ser muy competitiva en una explotación en condiciones normales respecto a otras fuentes de energía. Asimismo, su coste total es poco sensible a la evolución del precio de las materias primas frente al resto, circunstancia más probable que una fuerte elevación de los tipos de interés. Además, emplea un recurso abundante, el uranio, que se puede optimizar en reactores rígidos reproductores o con elementos combustibles mixtos “uranio/plutonio” en reactores PWR o BWR.
Desde el punto de vista de los costes también presenta la ventaja de no emitir CO2 durante su explotación. Respecto a la garantía de suministro para reducir la vulnerabilidad energética española, se trata de una energía de un alto nivel de participación nacional, del orden del 65%, como establecí en mi tesis doctoral “La economía del ciclo del combustible nuclear en España”. Esta participación es alta, tanto en la construcción de la central como en el total del ciclo del combustible nuclear, puesto que España es rica en recursos de uranio.
En definitiva, la potencia nuclear presente y la posibilidad de construir entre tres y 10 nuevas centrales nucleares en España resulta fundamental en el mix energético para la garantía de suministro. Asimismo, cuando se desarrolle la pila de hidrógeno para transporte, la energía nuclear será muy adecuada para producir hidrógeno en condiciones de rentabilidad adecuadas y, por tanto, también puede ser una alternativa al fuel y la gasolina.
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