martes, 5 de diciembre de 2023

Con inflación, Zapatero hubiese continuado de presidente

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Con inflación, Zapatero hubiese continuado de presidente

Si la semana pasada reflexionamos, en estas mismas páginas digitales, sobre como la inflación ha favorecido que Sánchez renueve su mandato como presidente del gobierno (https://www.mallorcadiario.com/sin-inflacion-sanchez-no-seria-el-presidente-pep-ignasi-aguilo), hoy lo podemos continuar el razonamiento recordando cómo, precisamente, fue el estricto control inflacionario, básico para la fundación de la Unión Monetaria, el que acabó con la presidencia del también populista Rodríguez Zapatero.

Efectivamente, las líneas maestras de los gobiernos de aquel presidente no fueron muy distintas a las del actual. Desarrolló una política de corte clientelista-populista con un despliegue mediático tan importante que, a día de hoy, todavía perdura. Es verdad, que el nacionalismo catalán todavía no había dado sus pasos manifiestamente secesionistas, sin embargo, el camino ya estaba tan definido, para quien lo quisiese ver, que tan sólo faltaba que se produjera una situación de estancamiento económico, tal como después ocurrió.

Cuando la crisis estalló en 2007, la respuesta inmediata de Zp, como suele ser habitual en la mayoría de gobiernos, fue negarla y atribuir a terceros las correspondientes responsabilidades. De esta forma, el líder de la ceja, no tan sólo no modificó ni un ápice su política, ni en 2008, ni en 2009, ni en el primer semestre de 2010, sino que la agravó acelerando su populismo-clientelar característico. Y fue precisamente por este tipo de actuación, incompatible del todo con la política monetaria europea de aquel momento, lo que acabó obligándole rectificar y a humillarse ante los representantes de la ciudadanía con su triste discurso del 12 de mayo de aquel año 2010. Incluso ahora, resulta vejatorio volver a ver y escuchar su intervención en el Congreso de los Diputados. Nunca antes habíamos visto a un alto dirigente hacerse el harakiri de aquella manera.

Es, por tanto, razonable pensar que, sí durante esos años, el Banco Central Europeo hubiese desarrollado la misma política que adoptó después, financiando todos los déficits públicos que se le presentan, el ínclito presidente Zapatero hubiese podido seguir gobernando hasta las siguientes elecciones, presentándose a las mismas con el alegre optimismo que su extenso control de los medios de comunicación le pudiesen facilitaban.

Sin duda, el fenómeno inflacionario hubiese hecho su aparición antes, aunque tal como sucede ahora, la propaganda oficial se habría encargado de atribuir las culpas a cualquier hecho geopolítico de los que sucedieron entonces o, cómo no, al socorrido cambio climático. Por ello, también no es nada descartable, pensar que Rodríguez Zapatero no tan sólo hubiese podido finalizar aquella legislatura, sino que incluso, hubiese podido prolongar su mandato, al menos, durante la siguiente legislatura.

La revalidación del socialista, por supuesto, hubiese hecho imposibles las reformas que realizó el Gobierno de Rajoy, hasta que el gobernador Draghi puso las bases para el abandono paulatino de alguno de los elementos estatutarios del banco emisor. Sin embargo, sin esas, más o menos limitadas reformas, la recuperación de aquella legislatura probablemente no habría tenido la robustez suficiente.

Y es que como manifesté en el artículo de la semana pasada, la inflación es un instrumento que confiere mucho poder al ejecutivo de turno, por ser un tributo, con alta capacidad recaudadora, que no requiere ni de aprobación, ni de control democrático. Y es justamente por eso que, para el ciudadano, resulta esencial que el banco emisor actué con el máximo rigor en esta materia, sobre todo, como forma de preservar los valores democráticos y liberales de nuestras naciones.

De hecho, utilizando un lenguaje vulgar, se puede afirmar que el otorgar independencia a los bancos centrales equivale a “quitarle la máquina de hacer dinero” a los gobiernos. Ahora bien, esa independencia se tiene que preservar y mantener en el tiempo para que no se degrade, lo que tal vez es más mucho más difícil que iniciarla.

 

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