domingo, 1 de enero de 2023

Pronóstico para el año que hoy comienza

 "El incremento de los conocimientos de todo tipo -que se acumulan e interrelacionan con mayor rapidez que nunca gracias a la digitalización- los convierte en instrumentos de control en vez de ser liberalizadores"

Siempre es difícil imaginar lo que sucederá en el futuro, aunque sea tan cercano como el año que comienza, pues los “cisnes negros” de Nassim Taleb ya nos han acostumbrado a constante presencia. Ciertamente, desde que el investigador y financiero libanes publicó su libro, hace poco más de una década, sobre los acontecimientos imprevistos e imprevisibles de gran impacto, estos se han sucedido sin solución de continuidad (la gran recesión, la forma china de gestionar la pandemia en Occidente, la guerra de Ucrania, etc.)

No obstante, hay tendencias de fondo que se mantienen impertérritas a pesar de las sorpresas del camino. Por ejemplo, la pulsión de muchos gobiernos por gastar por encima de sus posibilidades, tanto si están viviendo un año electoral como si no es así, los llevará a continuar presionando a los bancos centrales para que mantengan la política monetaria lo más laxa posible. Motivo por el cual es previsible que la inflación continúe dañando a la economía productiva con mayor o menor intensidad.

Por los mismos motivos, los precios de las viviendas continuarán situados a gran distancia de las posibilidades de compra de una parte creciente de la población, con sus negativos efectos sobre la cohesión social. Al mismo tiempo los salarios reales no podrán crecer al mismo ritmo que los precios, por la falta de las necesarias reformas estructurales que la dinámica política imposibilita. La consecuencia conjunta de ambos efectos continuará siendo la merma de la dimensión de las clases medias.

El envejecimiento de la población unido al declive demográfico y la crisis de la familia convierte, de forma paulatina, a la cultura social en más refractaria a las innovaciones. Así, a pesar del incremento de los conocimientos de todo tipo -que se acumulan e interrelacionan con mayor rapidez que nunca gracias a la digitalización- los convierte en instrumentos de control en vez de ser liberalizadores".

En política, la izquierda global, desde sus potentes, y dominantes, medios de difusión ideológica, continuará promocionando el victimismo ligado a la división identitaria de la sociedad. Lo que contribuye una excusa perfecta para la creciente intervención gubernamental en cada vez más ámbitos que hasta ahora de la vida. La máxima “lo personal es político” combinada con las más modernas tecnologías continuará el avance que ya ha emprendido, erosionando la libertad individual.

Es cierto que el año que viene es electoral en nuestro país, pero las tendencias que aquí menciono van más allá de quien ostente los cargos de poder en un determinado momento. Sin embargo, no se puede negar que un gobierno diferente puede tener un cierto impacto.

Por último, en el ámbito de la geopolítica, el crecimiento de la economía mundial previsiblemente será menor que el experimentado hasta ahora. Mientras que la rivalidad por el liderazgo global entre la superpotencia actual (EEUU) y la ascendente (China) también se verá incrementada. La combinación de ambos efectos, moderación del crecimiento y lucha por la hegemonía, aumenta los riesgos de conflicto.

En definitiva, el 2023 comienza mostrando un panorama complicado, aunque siempre puede hacer aparición un nuevo “cisne negro” que, a diferencia de los últimos conocidos, tenga un fuerte impacto positivo.

mallorcadiario.com

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