martes, 6 de diciembre de 2022

Dualidad digital

 Dualidad digital

 mallorcadiario.com

La digitalización de cada vez más actividades productivas es ya una tendencia imparable que, poco a poco, expulsa del mercado a aquellas empresas, profesionales o sectores que no se están adaptando. La “destrucción creativa” schumpeteriana, tan característica del capitalismo más genuino, es implacable sustituyendo el trabajo humano por el mecánico…. ¡Aunque no tanto! Pues el sector público redimensiona al alza sus plantillas mientras experimenta el mismo proceso. Y lo hace con una dinámica propia situada en las antípodas de la empresa privada. Ciertamente resulta fácil observar como en cualquier organismo público el incremento de la informatización o robotización, paradójicamente, suele ir acompañado por un incremento del personal que lo atiende.

De hecho, este es uno de los motivos que explica que esté aumentando el empleo a costa de una reducción de la productividad. O, dicho en otras palabras, el sector público aumenta sus efectivos para la realización de tareas que parecen resultar totalmente socialmente prescindibles.

En términos económicos, mientras la digitalización reduce los costes productivos en el sector privado, los incrementa en el público. Se pone en marcha, de esta manera, un peligroso círculo vicioso que se retroalimenta, pues a medida que el sector privado prescinde a algunos de sus trabajadores para hacer frente al incremento, sobre todo, de sus costes laborales y tributarios, en el sector público ocurre lo contrario, añadiendo aún más presión, vía nuevas necesidades fiscales, sobre el sector privado.

A lo anterior hay que añadir que el sector privado suele operar en régimen de competencia, mientras que el público lo hace como monopolio. La división se traslada, entonces, al ámbito de las condiciones laborales pues la competencia siempre es más exigente que el complaciente monopolio.

Está dinámica transforma las potenciales grandes ventajas de la digitalización, en un instrumento de control que limita las energías creativas, cercenando la libertad individual. Por ejemplo, surgen nuevas exigencias sociales, feministas, animalistas, etc., -siempre con apariencia de buena intención-, que engordan las filas de lo público socavando el potencial productivo privado. El resultado es un creciente dirigismo que, de forma lenta, añade dificultades a la iniciativa individual con el resultado de la disminución de los estamentos medios de la sociedad. De esta forma la polarización social está servida.

El modelo no parece sostenible a largo plazo, aunque el proceso es lo suficientemente lento como para poder perdurar durante algún tiempo. En cualquier caso, hoy por hoy y por distintos motivos que incluyen la dualidad del proceso de digitalización, la democracia avanza hacia su transformación en una enorme y burocrática maquinaria que genera la suficiente inseguridad jurídica como para permitir legitimar abusos de poder, agravios y privilegios.

Sin duda, este diferente impacto del proceso de automatización y digitalización, se convierte, por tanto, en un argumento más para que, desde esta tribuna, abogue por una mayor limitación de los poderes estatales y una reducción del peso económico del sector público.

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