martes, 13 de diciembre de 2022

Austeridad privada, abundancia pública

 Austeridad privada, abundancia pública

 mallorcadiario.com

Si la crisis del 2008 se intentó remediar apelando a la necesaria austeridad pública retornando a la senda del equilibrio presupuestario; la actual crisis se enfoca apelando a la austeridad privada de las familias y empresas.

Entre ambas crisis toma carta de naturaleza la Agenda 2030 con unos muy loables objetivos que, sin embargo, se utilizan para confrontar a la humanidad con la naturaleza. El máximo exponente viene de la mano del cambio climático antropomórfico que crea una urgencia medioambiental que impone la necesidad de cortar de raíz las emisiones humanas de CO2.

El razonamiento no puede ser más claro, el despegue capitalista iniciado con la revolución industrial incrementa exponencialmente el número de seres humanos hasta convertirlos en perniciosos para el medio natural. Así, es por ello que el nuevo feminismo aboga, no tanto por la igualdad entre mujeres y hombres, sino por considerar a ambos sexos como antagónicos. Un relato que dificulta el compañerismo que produce niños.

La difusión de la ideología queer tiene objetivos similares. El animalismo, por su parte, nos relata cómo cualquier otra especie está mejor enraizada en la madre tierra que nosotros mismos.

Con esta narración, lo que podemos hacer los individuos para alcanzar los objetivos de la Agenda consiste en no reproducirnos y, simultáneamente, en reducir al máximo nuestros niveles de consumo. Para lo primero, como ya se ha comentado, se fomenta un tipo de feminismo que concibe a hombres y mujeres como enfrentados en una especie de lucha de clases. Para lo segundo, las empresas tecnológicas nos brindan la oportunidad de aprovechar mejor los recursos ya existentes (plataformas para compartir bienes, o compras de segunda mano, etc.) y el consumo de bienes inmateriales (redes sociales o de entretenimiento). Con todos esos mimbres los ritmos de crecimiento económico que hemos conocido en las últimas décadas probablemente no se volverán a alcanzar, puesto que, la austeridad privada se irá acentuando en el tiempo, declinando los niveles reales de PIB.

Ahora bien, el gran peligro del decrecimiento siempre ha sido que, al convertir a la economía en un juego de suma cero, incrementa las posibilidades de estallidos de conflictos sociales que, en el margen, pueden llegar a ser bélicos. Sin crecimiento las ganancias o mejoras de cualquier grupo social, únicamente se pueden conseguir a costa de otros que empeoren su situación.

No obstante, la historia nos muestra cómo las religiones que ensalzan la pobreza pueden proporcionar estabilidad, y paz, a sociedades económicamente estancadas. Es por ello que soy de la opinión que la Agenda 2030 se está instrumentalizando a modo de una nueva religión que calme los ánimos ante el inicio de la actual senda de estancamiento, sin que ello desemboque en excesivos conflictos. En definitiva, a partir de los deseables objetivos propuestos se establece una instrumentalización, de entre las muchas posibles, encaminada a conseguir la aceptación de unos menores estándares de vida para los hijos de los que han gozado los padres.

La austeridad privada, además, permite la abundancia de lo público, lo cual se necesita para crear una nueva élite de sumos sacerdotes que articulen y prediquen el necesario control de los individuos que evite las desviaciones características de los librepensadores.

En nuestro país, Sánchez aprovecha estas tendencias para proclamarse Nuncio Papal de esta nueva creencia. Por ello gusta tanto de revestirse de la púrpura y oropeles que le permiten continuar avanzando en la nueva austeridad privada, y la modificación de los conceptos del bien y del mal, sin ser cuestionado.

 

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