martes, 3 de mayo de 2022

Empleo creado por inflación

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Empleo creado por inflación

Cuando estudiaba la carrera de ciencias económicas, en los años finales de la década de los setenta e inicios de los años ochenta, se decía que nueve décimas partes de las políticas de creación de empleo de entonces consistían en generar inflación. Incluso se nos mostraba una gráfica llamada Curva de Phillips que sugería que a más inflación más empleo. La idea esencial era que un aumento de la masa de dinero tenía un efecto a corto plazo sobre la demanda agregada, un efecto que también, nos advertían, era una simple “ilusión monetaria”.

Ciertamente, después, cuando pasó un tiempo (a largo plazo) la inflación provocó tal cantidad de distorsiones en el funcionamiento correcto de los mercados que imposibilitó a muchos su participación, convirtiéndose en estanflación.

Así que, ahora tristemente, no nos queda más remedio que desempolvar aquellas viejas enseñanzas para, una vez más, rebajar la alegría gubernamental y mediática sobre la situación del mercado de trabajo. Una parte importante de los empleos que se crean en este momento son, ni más ni menos, que el resultado del proceso inflacionario que desgraciadamente estamos viviendo.

Para empezar, la creación de empleo ocurre, de forma importante, en el propio sector público que está pudiendo funcionar gracias al dinero de nueva creación. Un dinero que también llega, entre otros agentes económicos, a colectivos como puede ser el de los jubilados cuyas pensiones también están siendo abonadas con dinero recién impreso.

Además, la política monetaria ultra expansiva comporta tipos de interés artificialmente bajos que distorsionan los planes de inversión, pues los más incautos tenderán a sobrevalorar sus beneficios futuros. Por ello pueden crear empleo durante un tiempo antes de descubrir lo insostenible del mismo. Así, de momento, la demanda se mantiene claramente por encima de la que realmente está vinculada a la producción, provocando burbujas de todo tipo que necesariamente pincharán más adelante.

La buena noticia es que, por ahora, no se han oído demasiadas voces abogando por el control de precios, aunque si las hay sobre el establecimiento de un imposible "pacto de rentas", con el numeroso colectivo de los jubilados con sus pensiones indexadas. Una política que podría tener parecidas consecuencias negativas, pues en el momento en que la inflación es planeada, admitida y prevista, se acabó todo.

Y es que, en definitiva, la inflación es un impuesto que no requiere que el gobierno tenga que someterse al preceptivo control parlamentario, es decir, es una estafa. Lástima que cuando, a medio plazo, aparezcan los grandes males asociados a la degradación del dinero lo más probable es que el presidente y los ministros de turno sean otros.

 

 

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