martes, 1 de febrero de 2022

Los empleados del BCE y la inflación

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Los empleados del BCE y la inflación

Ben Bernanke, el todopoderoso gobernador de la Reserva Federal durante la Gran Recesión, defensor del “helicóptero del dinero”, sostenía que la política monetaria es en un 98% comunicación y, en un 2% acción. Ciertamente, la economía nunca ha sido únicamente técnica, tal como demostró Mario Draghi ante la incomparecencia de los principales líderes de las instituciones europeas.

Pues bien, quizás ahora el Banco Central Europeo opere en una realidad muy distinta, o quizás la ausencia de comunicación sea una forma de comunicación. A finales de noviembre pasado, mientras la presidenta Christine Lagarde se desgañitaba defendiendo que la inflación de la eurozona era meramente “transitoria”; los empleados de la institución reivindicaban incrementos salariales que evitasen la pérdida, de en torno al 6%, del poder adquisitivo consecuencia del aumento de los precios en la Eurozona, rechazando la subida del 1,3% pactada. ¡No son unos trabajadores cualquiera, son los trabajadores del BCE!

Sin duda, se trata de una noticia de la mayor relevancia, mucho más que la última subida del precio de la electricidad. Una contradicción de tal magnitud entre la dirección política del BCE y sus empleados, mayoritariamente altamente cualificados, resulta de gran interés para el conjunto de la población. Sin embargo, apenas la recogieron algunos diarios especializados hace un par de meses. Y, desde entonces, no hemos vuelto a tener información sobre cómo se ha resuelto la disputa. Una vez más, planea la sensación de que los grandes medios de comunicación no están cumpliendo el papel que se espera de ellos. ¡Dime quién te financia y sabré qué línea editorial sigues!

Volviendo al tema, Jerome Powell, a diferencia de su homóloga europea, ya ha anunciado subidas de tipos para neutralizar el enorme poder destructivo de una potencial inflación estructural. Por su parte, Draghi sostenía, cuando en 2015 ponía en marcha un potente programa de expansión monetaria, que esa política tenía que tener fecha de caducidad. Ahora, casi siete años después, De Guindos ha pedido a las empresas que no suban los salarios al ritmo de los precios, señalando que vincula una potencial alza de tipos, a las subidas salariales por encima del 3%, al objeto de evitar los efectos de las llamadas “segundas rondas” de escalada precios-salario.

Pero... ¿Qué ha pasado con las reivindicaciones de la Organización Internacional y Europea de Servicios Públicos, sindicato que defiende los intereses del personal del Banco Central Europeo?. No lo sabemos, sin embargo, dado el interés de la entidad monetaria central en la estabilidad de precios, la ausencia de noticias al respecto puede indicar que la institución puede estar dispuesta a atender las peticiones de sus trabajadores, haciendo caso omiso a sus propias recomendaciones.

A la falta de comunicación sobre este asunto, se une al trasiego de personas que pasan desde algún cargo político de gobierno a ocupar puestos directivos en el banco, o viceversa, lo que puede estar transmitiendo la idea de falta de neutralidad e independencia de la institución monetarias. Un peligro que ya vivimos, con dolor, hace cinco décadas.

En definitiva, si Ben Bernanke tiene razón, y no dudo que la tenga, el Banco Central Europeo desgraciadamente no parece estar siguiendo el mejor camino para librarnos del catastrófico mal de la inflación.

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