martes, 28 de septiembre de 2021

Pedro Sánchez es la consecuencia de nuestro sistema político

 mallorcadiario.com

Pedro Sánchez es la consecuencia de nuestro sistema político

Pedro Sánchez sigue, no por casualidad, el modelo de política desarrollado en Cataluña, por el cual al nacional-populista Pujol sólo le ha podido sustituir un puñado de presidents seguidores, todos ellos, de sus mismas políticas, aunque exagerando todas sus propuestas y tics electorales. El nacional-populismo lleva más de cuarenta años en el poder, y sin alternativa a pesar de sus deprimentes logros sociales.

Ciertamente, no son pocos los españoles que rechazan las políticas del actual presidente por las dificultades económicas, y, por tanto, de vida que generan. Desde luego motivos no faltan. La ausencia de reformas, como la del mercado de trabajo que facilitaría la inserción y la justicia laboral; o la tributaria que daría mayor coherencia y potencia al sistema impositivo sin necesidad de incrementar unos tipos ya de por sí muy elevados; o la energética que permitiría evitar los costes políticos en la factura eléctrica; o la del sistema de financiación autonómica que podría conducir a un menor despilfarro del gasto público; o la de pensiones para mirar al futuro con más tranquilidad, entre algunas otras, deberían constituir el camino a seguir.

Seguramente son esos mismos españoles los que rechazan el dominio gubernamental de los medios de comunicación, la política de gestos con efectos únicamente propagandísticos, la perversión de las instituciones públicas teóricamente independientes, o la compra de voluntades utilizando los presupuestos generales del Estado. Así mismo, es casi seguro que, así mismo, están en desacuerdo con las leyes de ingeniería social de igualdad-desigual, o las que intentan manipular la historia, o las orientadas a la instrumentalización de la educación, o sus prácticas corporativistas-clientelares, etc. Es muy posible que estos sean los principales motivos por los que las encuestas muestran una creciente falta de apoyo al PSOE, ya de por sí, minoritario.

Sin embargo, soy de la opinión que Sánchez tiene opciones de volver a ganar las próximas elecciones, sea cuando sea que las convoque, puesto que su forma de hacer política es la consecuencia del sistema político-electoral que nos hemos dado cuando las ideologías se difuminan.

Ciertamente, en nuestro sistema político tan sólo se escuchan las voces alineadas con las cúpulas de los partidos, lo que hace casi imposible introducir, en la agenda del debate, los temas que no superen el filtro de sus responsables de comunicación. Así, sólo se eligen aquellas cuestiones lo suficientemente generales e inmediatas como para que sus argumentos sean tan simples que quepan en un tuit. A pesar de que los problemas de nuestra sociedad son complejos, no hay lugar para la confrontación de ideas elaboradas con argumentos racionales. La apelación a los sentimientos resulta mucho más rentable electoralmente, sin importar ni la coherencia, ni el continuo cambio de criterio, ni incluso la utilización de la mentira.

Este es el motivo por el cual no se habla con claridad sobre las reformas que el país necesita para alcanzar mejores posiciones sociales, económicas y de justicia, ni tampoco sobre cómo compensar los costes y dificultades que conlleva el proceso de su implementación.

Es por todo esto que el descontento con Sánchez no tiene porqué traducirse en una pérdida de votos suficiente como desalojarlo de La Moncloa. Su acción política, mediática y propagandística, la utilización de unos presupuestos inflados por las ayudas europeas y su demostrada capacidad para utilizar todos los recursos para la colonización de las diferentes instituciones son la consecuencia de los incentivos generados por el sistema electoral.

Es cierto, que todavía no ha creado organizaciones sanchistas equivalentes a nacionalistas ANC u Omnium Cultural que le permitan responsabilizar a otros de cualquier mal, pero a su mandato todavía no ha terminado, y todos sus movimientos parecen indicar que tiene bien aprendida la lección económica que castigó a Zapatero.

Por todo ello, soy de la opinión que, sin introducir en el debate nacional al propio sistema político-electoral, a Sánchez probablemente sólo lo pueda sustituir otro Sánchez, como en el bucle melancólico catalán.

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