martes, 7 de febrero de 2023

La batalla cultural comienza en Cort

 La batalla cultural comienza en Cort

mallorcadiario

Si en Baleares hay un cargo político realmente interesante, por su capacidad de influencia a largo plazo, es el de regidor de cultura de Cort. El presupuesto que maneja, aunque con los lógicos límites municipales, permite un más que aceptable margen para colocar en la agenda aquellos eventos y promociones a los que se les quiera dar visibilidad, al tiempo que también permite arrinconar aquellos otros que no reciban tal consideración.

Salvo alguna excepción, hasta ahora, ese preciado cargo, por alguna extraña razón que se me escapa, ha sido mucho más utilizado por la izquierda y el nacionalismo que por la derecha. De esta forma, los retratos de los Hijos Ilustres que adornan, y otorgan solemnidad, a la magna Sala de Plenos están colocados en función de las preferencias socialistas e identitarias, como si unos fuesen más ilustres que otros. Por idénticas razones esa parte del espectro político no tiene ningún reparo en otorgar los premios, condecoraciones y distinciones a sus correligionarios. Ni en regar con subvenciones a los historiadores y cronistas pertinentes que elevan a los altares a aquellos que reciben la consideración de miembros de su santoral laico nacional-izquierdista.

Por supuesto tienen claras preferencias en cuanto al nomenclátor de las calles y, también de los colegios, aún sea a costa de dejar al descubierto la ignorancia histórica del alcalde. De hecho, llegan a colocar, placas que recuerdan alguna acción propia de cuando estaban en la oposición, tal como ocurre con la que está adosada al Pont d’es Tren.

No dudaron ni un momento en excluir el himno nacional de cualquier celebración, incluida la muy tradicional y arraigada del 31 de diciembre o, incluso, de la fiesta del día de la Constitución, dejando tal labor a la delegación del gobierno. Eso, equivale constatar que el consistorio, que es la institución decana de la comunidad, asiste únicamente como invitado y no como protagonista.

Tampoco han dudado, ni por un segundo, a la hora de excluir uno de nuestros dos idiomas, no sólo de los galardones Ciudad de Palma, sino de cualquier evento y comunicación. Ahora a este tipo de sectarismo, en la UIB, lo llaman “seguridad lingüística”. Eligen la relevancia otorgada a las instalaciones municipales, así, por ejemplo, nunca han habilitado ninguno de los numerosos, e interesantes, refugios antiaéreos que forman parte del patrimonio urbano como auténticos monumentos que permiten recordar el terrible horror de la guerra.

Rebautizan los propios nombres de las concejalías como elemento propagandístico de sus partidos. Y no tienen ningún empacho en hacer declaraciones para erigir nuevos monumentos, aunque sea en tamaño muy reducido. Al tiempo que proclaman la intención de utilizar importantes recursos municipales en destruir otros.

Desde luego la política cultural se ha fundamentado mucho más en la apariencia que en los hechos, intentando contentar, sobre todo, a la parroquia más extremista antiliberal. Probablemente por ello ha brillado por su ausencia la promoción de la cultura universal, desplazada, en numerosas ocasiones, por el clientelismo localista que, poco a poco, ha ido opacando el brillo natural de nuestra urbe.

En definitiva, podríamos seguir, porque, como señalamos, la iniciativa cultural de Cort ha estado prácticamente siempre en manos de la izquierda y del nacionalismo, aunque no hayan gobernado tantos años la institución como la derecha. Con su éxito, han conseguido que sus mitos formen parte de lo cotidiano. Y lo cierto y verdad es que quien controla los mitos sociales ostenta el poder con independencia de los asientos que ocupe en los plenarios.

Por ello, si finalmente en Cort se produce el relevo que las encuestas pronostican, es de esperar que esta vez se le dará la importancia que se merece a la concejalía de cultura, intentando revertir la actual línea, de forma especial en lo referente al intencionado mensaje de desprestigio de España y lo español, así como del liberalismo clásico e ilustrado, pues sin estos dos elementos la sociedad parece abocada a la fragmentación. 

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