martes, 9 de noviembre de 2021

Yolanda, instrumento de Sánchez

mallorcadiario.com

Yolanda, instrumento de Sánchez

Está resultando apasionante el vodevil montado por el gobierno de Sánchez en torno a la ministra de trabajo Yolanda Díez, quien al tiempo que presumía de los buenos datos del empleo alcanzado bajo la legislación laboral reformada por Mariano Rajoy, prometía su derogación.

El gobierno de Sánchez lleva el tiempo suficiente como para haber realizado ya alguna reforma económica de calado. Sobre todo, considerando que, más allá de los juegos malabares con las cifras, el desempleo continúa siendo el principal drama de la nación al ser la mayor fuente de desigualdad entre los españoles. Sin embargo, en la agenda del primer mandatario tan sólo se puede encontrar leyes de carácter ideológico que afiancen su poder, relegando a la oposición a un papel testimonial que haga casi imposible la alternancia.

Por un lado, la necesidad de sustituir a Pablo Iglesias al frente del segundo partido de la coalición de gobierno obligaba a realizar el lanzamiento de la nueva líder con el suficiente protagonismo como para acaparar portadas de diario y aperturas de noticieros. Así que nada más fácil que arremeter con una ley identificada con el adversario político. Eso sí, sin importar lo más mínimo que, al mismo tiempo, se esté colgando la medalla de estar creando empleo a velocidad de crucero con esa misma ley. Lo importante no es la reforma en sí, tampoco lo es acabar con la catástrofe social que supone el desempleo, ni tan siquiera mejorar las condiciones laborales de todos los trabajadores. No, lo realmente importante es el lanzamiento de la nueva dirigente. Lo que quedó corroborado cuando, en plena campaña de promoción, en una entrevista realizada por Carlos Alzina en Onda Cero, el hasta hace poco principal lugarteniente del presidente Ivan Redondo incluyó a la podemita entre las tres únicas personas con posibilidades de alcanzar la silla curul monclovita.

Por otro lado, los únicos cambios normativos que se pueden vislumbrar con claridad son aquellos que han de contribuir a reforzar el poder de las grandes centrales sindicales que apoyan a los gobiernos de izquierdas y se oponen a los de derechas. Una labor que desgraciadamente lleva implícita la ampliación de la brecha entre fijos y eventuales y parados, es decir, lleva implícita la marca de la desigualdad.

La pantomima, alcanzó momentos esplendorosos cuando la propia ministra una mañana, con gesto severo y revestida con los oropeles de su cargo, anuncia su decidido empeño en la supresión de la reforma laboral del Partido Popular, para por la tarde, en un plató de una televisión amiga, declarar que no era "técnicamente" posible la completa derogación, es decir, que finalmente solo se harían retoques. Así que ahora mismo, toca otra derogación: la de la ley que bautizaron como mordaza, sin importar haberla utilizado para multar a todos aquellos ciudadanos que hicieron caso a la Constitución en vez de a las restricciones ilegales del gobierno.

Eso sí, para que los socios europeos que son quienes prestan el dinero no se alarmen, el ínclito presidente completa la escena con una televisada refriega entre vicepresidentas, generando de esta forma la confusión requerida.

Yolanda Díaz le resulta muy útil a Sánchez, quien, a su vez, necesita mantener con vida suficiente a “Unidas Podemos” como para mantener la bandera y el voto de la izquierda más extrema. También necesita una especie de ANC catalana que institucionalice su agenda ideológica, un papel que bien pueden cumplir las relanzadas grandes centrales sindicales. Nuestro pétreo presidente no dudaría ni un segundo en devolver el cadáver de Franco a su anterior sepultura si eso reforzaba su poder.

Por supuesto, toda la operación teatral está perfectamente sazonada y condimentada con un incremento espectacular de las subvenciones a sindicatos y patronales aprovechando la barra libre del BCE. Consiguiendo el efecto especial por el cual los interlocutores de las mesas de negociación ven brillar a la ministra bluf (“a panxa plena no hi entren penes'').

Definitivamente, con Sánchez se ha producido un cambio del paradigma político-electoral de la democracia española. Sin embargo, da la impresión de que no acabamos de comprenderlo. Quizás por eso, aunque a muchos las cosas no les vayan bien ¡Todos tan contentos!

 

No hay comentarios: