viernes, 20 de marzo de 2020

Palma sin esplendor acuático. (Artículo que se tenía que haber publicado el viernes 20 de marzo de 2020)

 Palma sin esplendor acuático

Los palmesanos de barrio amamos el agua tanto como los del Centro. Igualmente amamos las tertulias de terraza, las paredes limpias; comprar y hacer gestiones sin atascos o sin coger el coche, o acercarnos al mar caminando. El atractivo de Palma se debe a este típico carácter a la vez mediterráneo y multinacional de sus habitantes.

Ciertamente, el agua es un elemento esencial para que nuestra Ciudad sea un ejemplo de calidad de vida y emblema turístico. Seguramente por eso los diseñadores de muchos de nuestros parques incluyeron alguna lámina de agua, o algún refrescante surtidor, o un canal, o una acequia o cualquier otro motivo ornamental con protagonismo del líquido elemento. El agua es vida, alegría, reflejos de luz, color, rumor sosegado, temperatura templada, fuegos de artificio y pulcritud; un placer para los sentidos.

Pero algo está ocurriendo de un tiempo a esta parte. No sólo las terrazas, o la circulación están amenazadas, también el agua lo está. Efectivamente, las fuentes del inicio y final de las Avenidas, las del parque Krakovian, las de Son dameto, las del Conservatorio, las de Sa Quarentena, las de Sa Fertilizadora de Son Costa, etc, o incluso las de Ses Estacions se desangran sin su líquido vivificante. Permanecen secas y polvorientas, incluso en algunos casos, sucias y con bochornosas pintadas; como abandonadas, sin que estemos en emergencia hídrica.

Entonces, ¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso una fuente no es un circuito cerrado que apenas consume? ¿Por qué no podemos disfrutar de una ciudad con brillo acuático? ¿Por qué se ha promulgado esta nueva la ley seca?

Quizás una explicación se encuentre en la pasada legislatura, cuando se quería destruir el monumento de Sa Faixina. Una decisión que, sorprendentemente, conllevaba el daño colateral de la supresión del estanque en donde se ubica para convertirlo en una explanada dura.

No es posible que sea por falta de recursos municipales; pues es suficiente repasar cualquiera de los últimos presupuestos para comprobar los múltiples excesos. Aunque sea verdad que, hace mucho tiempo cuando comenzaron los ayuntamientos democráticos, con frecuencia se optó por los denominados “parques duros”, como la Plaza del Tubo, al objeto de reducir costes de mantenimiento. Sin embargo, desde entonces muchas cosas han cambiado, casi siempre en la dirección del abaratamiento de los precios de las bombas y material necesario para el funcionamiento de las fuentes, mientras que el presupuesto de Cort no ha parado de crecer.

Las crisis pasan, lo esencial permanece. Palma entera seguirá siendo la gran bala en la recámara para vencer a la estacionalidad. El potente motor del conjunto de la economía balear. Continuar en el pelotón de cabeza de las ciudades que atraen población, alejándonos de la decadencia de otras que la pierden, requiere que los palmesanos de extramuros no dejemos de amar el agua y recuperemos su esplendor.
Pep Ignasi Aguiló, economista



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