domingo, 24 de agosto de 2014

El algodón y la historia de un lobby.

El rechazo al algodón la Inglaterra del siglo XVII

En el siglo XVII, los ingleses usaban ropas de lana, lino, -y si eran ricos- seda. El algodón era prácticamente un desconocido.

Sin embargo, el comercio con la India traía cada vez más algodón "cálico". Por su ligereza, suavidad, facilidad para limpiarlo y por sus colores atrojo la demanda de los más acomodados. Además, su precio lo hacía mucho más asequible que sus alternativas.

De manera que los tejedores de lana y seda se resistieron a la llegada de este advenedizo rival; y presionaron al Parlamento para que les otorgara protección contra él.

Así, en 1699 se ordenó, por parte del Estado Británico, a todos los jueces y estudiantes a utilizar togas de lana. Un año después se dispuso que obligatoriamente los cadáveres fueran amortajados con telas de lana de oveja. Excluyendo de esta forma, claro, al algodón.

Y finalmente, al año siguiente, se prohibió que se diese color a los tejidos de algodón. De manera que las mujeres que quisiesen vestir más alegres debían hacerlo de muselina lisa que si se podía hacer teñir. 

Al mismo tiempo, los productores de lana llegaron a contratar matones para asustar a los que usasen algodón en sus ropas. Y de hecho, consiguieron que el uso de ese tejido tuviera una cierta connotación de "acto antipatriótico".

Pero el éxito definitivo lo obtuvo este lobby en 1722 cuando consiguieron que se promulgase la Ley del  Cálico por la que se prohibió la utilización del algodón en cualquier de sus formas. Incluso si se usaba para el limpiado de muebles.

Sin embargo, para evitar la Ley los importadores comenzaron a traer algodón en bruto, y a "colocarlo" entre las solteronas tejedoras rurales para que lo convirtieran en tela. Eso si, mezclándolo con lino o lana para que todo fuese legal.

Lo que provocó que el uso del algodón fuese un hecho a pesar de toda las persecuciones que se implementaron. Incluso muchos industriales que trabajaran con lana se pasaron a las filas del algodón. por lo que finalmente la Ley del Cálico fue derogada en 1774. Es decir, fue derogada por la fuerza de los hechos.

Con el fin de la prohibición que la difusión del algodón experimentó un crecimiento espectacular, pues las masas más populares se encontraron con un producto que podrían pagar, y utilizar en las mejores condiciones (lavar), con especial éxito en ropa interior. Es decir, que se produjo un claro mejoramiento de las condiciones de vida de los menos favorecidos -aunque con más de 50 años de retraso sobre lo que podría haber sido.

Esta historia fue de las que llevó a Joseph Schumpeter a exclamar que el logro del capitalismo "no consiste en proveer de más medias de seda a las reinas, sino en ponerlas al alcance de las jóvenes que trabajan en fábricas a cambio de una cantidad de esfuerzo cada vez menor".

Y es que las instituciones económicas inclusivas exigen no sólo mercados, sino mercados inclusivos que creen reglas de juego equitativas y oportunidades para la mayoría de la gente. El respaldo por el poder político a la élite contradice esa posibilidad.

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