martes, 20 de septiembre de 2022

Dos daños colaterales de los persistentes déficits públicos

 Dos daños colaterales de los persistentes déficits públicos

 mallorcadiario.com

La gente, los partidos políticos y los gobiernos se preocupan mucho de incrementar el gasto público, incluso aunque en muchas ocasiones sea mero gasto político, sin preguntarse nunca de donde proviene ese dinero. De este modo hay fuertes incentivos para gastar por encima de lo recaudado, teniendo que apelar al endeudamiento para endosar la factura a las generaciones que todavía no tienen derecho a voto o que, sencillamente, todavía no han nacido.

Si esa tendencia no se corrige, tal como es nuestro caso, sino que además se agrava, al residir las principales partidas de gasto en manos de unas administraciones (las comunidades autónomas) diferentes a las que recaudan (central); entonces las necesidades de endeudamiento se vuelven endémicas, y finalmente, sólo pueden ser financiadas mediante el engaño de la sobre-impresión de dinero. Un viejo truco practicado históricamente en momentos de decadencia.

Cuando se produce un aumento significativo en el volumen del dinero y crédito en circulación, el valor de ese mismo dinero y crédito, se reduce. Mientras que, en paralelo, se produce el efecto de elevar el valor de otros activos como es el caso de los inmuebles.

En 2012 Mario Draghi rompió el plan y los acuerdos establecidos para fortalecer la economía del conjunto de la Unión Europea mediante una moneda sólida con aspiraciones de referencia internacional. El italiano, de esta forma, consiguió sortear la crisis de aquel momento y el aplauso general, pero lo hizo al coste de hipotecar el futuro en el que ahora ya estamos.

Efectivamente, al dar renovadas alas a los gobiernos gastadores, se dejó de pensar en los variados daños colaterales que generan los permanentes déficits públicos. Hoy me referiré únicamente a dos de ellos, el precio de las viviendas y la polarización social.

El alza del precio de los inmuebles tiene varios desencadenantes como pueden ser la falta de protección a los propietarios, el retraso en la concesión de licencia de construcción, restricciones urbanísticas, la deficiente planificación municipal, una fiscalidad inadecuada o excesiva, etc. A todos ellos hay que añadir la política monetaria expansiva (flexibilización cuantitativa) que, con el objetivo principal de financiar a los gobiernos deficitarios, opta por bajos tipos de interés y una excesiva impresión de dinero. Una actuación que tiene la consecuencia indirecta, tal como hemos señalado, provocar un fuerte incremento del precio de los activos alternativos al dinero degradado.

La política de Draghi, continuada por Lagarde, no sólo ha incrementado mucho el precio de la vivienda, sino que también ha permitido mantener el auge de los mercados de capitales. Dicho en otras palabras, han implementado un tipo de actuación altamente beneficioso para aquellos que son lo suficientemente ricos como para poseer activos. Pues, al ser el dinero prestado en esencia gratuito ha podido ser empleado por los inversores para mejorar su financiación empujando al alza sus ganancias. La combinación de ambos efectos, viviendas caras y ricos beneficiados, tiene como lógico resultado un incremento de la polarización social.

Es decir, como en materia económica todo está relacionado con todo, los gobiernos que pretenden ponerse medallas de protección social gastando por encima de sus posibilidades, acaban dañando a los sectores más vulnerables, al crearles dificultades indirectas para acceder al bien básico de la vivienda. Un capítulo más de la teoría de las consecuencias no intencionadas típica de los intervencionistas.

Sí, además, se beneficia a los mejor posicionados, profundizando las brechas de riqueza, se está produciendo un daño al conjunto de la sociedad que, de persistir, puede generar no sólo polarización sino, lo que es más grave, también confrontación y dificultades de convivencia.

Desgraciadamente, en nuestro país, el actual presidente de gobierno también opta por una política de confrontación como método para aglutinar a las minorías que le apoyan.

 

 

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