jueves, 21 de julio de 2016

Positivo versus normativo

Los economistas liberales creen en la existencia de un orden económico al que en cierto sentido puede llamarse natural. Su carácter es de comprensión difícil y ha dado lugar a largas controversias.

En general, existe acuerdo sobre la realidad y el carácter del orden físico y del orden jurídico. Las leyes del orden físico son leyes del ser que se cumplen inexorablemente. Si alguna vez se observa el incumplimiento de alguna ley del orden físico, ello indica que no es tal ley y que la ley verdadera ha de formularse de otra manera.

Las leyes del orden jurídico son leyes del deber ser, son normas que obligan a los hombres a una determinada conducta. Pueden ser incumplidas y su incumplimiento no implica su desaparición como tales leyes.

Estas dos clases de leyes son de comprensión fácil. Pero ¿qué es el orden económico?. Es difícil dudar de su existencia: los países de economía de mercado, los procesos de producción, distribución y consumo de los bienes tienen lugar con cierta regularidad, que no constituye un orden perfecto, pero que ciertamente es un orden.

Los economistas liberales creen que es fruto de la acción humana, como el orden jurídico. Pero una diferencia le separa de éste: el orden jurídico es fruto de la acción humana consciente, el orden económico es fruto de la acción de muchos hombres, no deliberada y consciente, sino coordinada espontáneamente. Esta ausencia de deliberación en la aparición del orden económico hace que, en cierto sentido, pueda llamarse natural, aunque este calificativo tenga distinto carácter al ser aplicado a él o al orden físico.

Este orden económico no ha sido comprendido hasta fechas recientes. Los griegos y los romanos no tuvieron idea de él. Los filósofos y moralistas medievales y renacentistas elaboraron gradualmente su concepto.

En 1775 se publicó el Ensayo sobre el comercio en general de Richard Cantillon, en el cual aparece descrito el orden económico natural.  De manera más precisa, fue expuesto por los fisiócratas y, sobre todo, por Adam Smith.

No hay comentarios: