domingo, 19 de enero de 2014

¿Salimos de la crisis en 2014?. Nuevos objetivos

Antes que nada hay que decir que esta crisis se ha hecho muy larga, en buena medida porque el Gobierno, las entidades financieras de entonces y muchos, una y otra vez, se negaron a reconocer que habíamos acumulado múltiples desequilibrios y que, por tanto, había que corregirlos.

Así que cuando comenzamos a tomar medidas lo hicimos tarde, con sensación de cansancio y con la motivación principal de estar al borde del abismo en lugar de con la ilusión de las promesas de futuro.

No obstante, de un tiempo ha esta parte se ha realizado un gran esfuerzo por parte de la ciudadanía. Entre todos nos hemos marcado un camino que nos genera confianza entre nosotros mismo, y para con nuestros socios comerciales. Las reformas laborales, de pensiones, las del sector financiero –que ha experimentado una autentica revolución-, las reformas en materia de energía, del ramo comercial, y la contención del gasto en las comunidades autónomas. Han merecido el reconocimiento que necesitábamos para alejarnos de las zonas de mayor peligro.

Al mismo tiempo el Banco Central Europeo está aprendiendo a manejar una moneda compartida por Estados muy diferentes que cuentan con instituciones poco preparadas. Una Comisión con competencias todavía poco claras, y un Consejo con falta de visión de conjunto.

Es primera vez en la historia que España sale de una recesión sin de devaluar su divisa. Sin duda un paso en la dirección correcta.

Hemos de celebrar el logro obtenido, pero sin caer en la complacencia y, mucho menos, en el triunfalismo. Pues queda mucho por hacer, y el camino no está exento de dificultades.

Nuestra economía -mientras siga apalancada- continúa necesitando crédito tanto para refinanciar muchos de los vigentes, como para incorporarlo al capital empresarial. Algo imprescindible para continuar avanzando en la corrección de los desequilibrios y poder generar empleo. Por eso es especialmente importante continuar ganando credibilidad.

De hecho, ese es el motivo por el que el dinero extranjero está volviendo ya a nuestro país. No porque se haya salido de la crisis, ni porqué todo esté hecho, sino porque el programa de salida está marcado y asumido por una población que ha demostrado que es capaz de hacer lo necesario.

Pero a medida que nos alejamos del precipicio van disminuyendo los incentivos a continuar por la senda reformista, por ello nos debemos recordarnos una y otra vez que el reformismo es un proceso permanente. Sin final. Es la exigencia básica de un mundo cambiante que permite mejorar, día a día, la situación de muchos que hasta ahora se consideraban condenados a la pobreza y la miseria secular.

En este contexto, un objetivo importante que debería ganar un protagonismo y popularidad similar a los objetivos de déficit, es la reducción del peso del sector público en el conjunto del PIB. Ya que si el tamaño del Estado cuando la crisis comenzó se situaba entorno al 37% del PIB español, ahora se nos ha disparado a un 47%.

Volver a las cifras iniciales mediante las pertinentes reformas es importante, pues está en juego la sostenibilidad de la recuperación y el vigor de la misma más allá de los próximos meses. No perdamos la oportunidad y reformemos. Lo agradeceremos nosotros y nuestros descendientes.

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