martes, 1 de agosto de 2023

Toni Costa y Elena Salgado

mallorcadiario.com

Como muchos habrán pensado, se trata de dos personas que, por muchos motivos, están en las antípodas la una de la otra, y, efectivamente es así. El actual Vicepresident es uno de los economistas más brillantes del panorama balear quien ya destacaba desde sus tiempos de estudiante. Pasó, además, por la dirección general que mejor amuebla la cabeza de cualquier político, la de presupuestos, aunque, probablemente ya era el mejor conoce –a mucha distancia de cualquier otro-- de todo lo relacionado con las cuentas y finanzas de esta comunidad. De orígenes familiares ibicencos sencillos, ha demostrado que no le asustan ni los retos ni las dificultades. Ahora acaba de coronar su aterrizaje en la antigua sede del Credit iniciando una senda de alivio fiscal que promete tener continuidad a lo largo de toda la legislatura.

Por su parte, cuando el recientemente fallecido Pedro Solbes, exministro de economía y hacienda, decidió abandonar a su presidente en abril de 2009 para, así, poder intentar recuperar un mínimo de reputación profesional. Dejó dos herederos: Pedro Sánchez en su escaño y Elena Salgado en el ministerio. Así que, a ésta última le tocó lidiar con la rectificación realizada por su jefe Zapatero el fatídico 10 de mayo de 2010, obligado, a su vez, por la llamada Troika (Comisión Europea, BCE y FMI) con sus "hombres de negro". El de la ceja puso en marcha el mayor recorte en gasto social de la historia de la democracia. Ni siquiera con la dura crisis de los años 70’s un gobierno se había atrevido a tanto, ni se atrevería después. Se congelaron las pensiones (vulnerando el Pacto de Toledo), se redujo el sueldo de los funcionarios, se redujeron las partidas de gasto farmacéutico, lo mismo que las prestaciones por dependencia, se incrementaron tributos y se paralizó la inversión pública. De esta forma, en las elecciones a comunidades y ayuntamientos de un año después, el pueblo español le dio la espalda. No le sirvió de nada decirnos que estábamos en la “champions league” de la economía negándose a reconocer la mayor crisis vivida por su generación. El mapa patrio, por todo ello, se tiñó de azul.

Doña Elena, por su parte estudió ingeniería y economía ocupando, desde sus inicios, múltiples cargos en los distintos gobiernos de Felipe González que se formaron a partir de 1982. Procedente de una selecta familia gallega, durante un breve período de tiempo fue gestora del Teatro Real para después utilizar las que la izquierda bautizarían como “puertas giratorias” durante los mandatos de Aznar. Luego, ya con Zapatero volvió a ocupar otro sin fin de elevados cargos públicos hasta que un Pedro Solbes visiblemente abrumado dejó el ministerio y su acta de diputado, a tiempo para la rectificación del 10 de mayo.

La labor de la ministra se centró en endosar a las comunidades autónomas los ajustes pendientes para volver a encauzar, no sólo las finanzas públicas, sino la marcha de toda la economía. El motivo esencial era político pues teóricamente las elecciones locales y autonómicas se celebraban más o menos a mitad de mandato. Esa era la parte final del Plan de Zapatero. Dicho más claramente, tras los recortes de mayo de 2010, el resto de los ajustes y reformas las deberían hacer las comunidades y los municipios. Así, si la economía no remontaba la culpa se la podrían endosar a los gobiernos autonómicos que no eran de su partido.

Conociendo la trayectoria de Sánchez, pienso que hay una elevada probabilidad de que repita la jugada, si finalmente, como parece, vuelve a ser investido Presidente. No sabemos quién será la Salgado de turno, aunque bien pudiera ser la mismísima Nadia Calviño, quien, a pesar de tener una trayectoria algo diferente, viene realizado un papel similar. En cualquier caso, con un gobierno estatal del PSOE y 15 comunidades gobernadas por el PP. No tardaremos mucho en ver que la inflación, los problemas energéticos, el déficit y en general cualquier mal de la economía, ya no estarán motivados ni por la pandemia ni por la guerra en Ucrania, sino por las autonomías azules.

Hace ya tiempo que sostengo que la deslealtad institucional es uno de los males de la economía española, fruto de determinados incentivos motivados por elementos del diseño institucional, que sólo se pueden corregir con reformas importantes que únicamente están al alcance de los dos grandes partidos actuando conjuntamente. Algo que parece imposible con un socialismo fiel al Pacte del Tinell.

Por ello, desde Baleares, esta legislatura, va a ser muy importante mantener la iniciativa en todos los asuntos, de forma especial en los financieros, tal como está haciendo Costa bajo el mandato de Prohens, adelantándose a los movimientos que puedan realizar los estrategas al servicio de Sánchez, poniendo tanto o más énfasis en el plano político y mediático-propagandístico que en el técnico, pues ese es el terreno preferido por la izquierda actual heredera de aquel Solbes que debatió con Pizarro tergiversando la verdad. Aunque, en realidad, ese siempre ha sido el terreno preferido de los socialistas desde los tiempos del fabianismo británico.

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