El caso de las disputas por el control de Repsol está poniendo de manifiesto que uno de los problemas que la crisis está haciendo emerger, es la lucha que en contra de las democracias de corte occidental se está llevando a cabo por parte de algunos Estados no democrátivos, que necesitan avivar los sentimientos nacionalistas de sus gentes como única forma de legitimar su poder.
Muchos países occidentales, con los Estdos Unidos a la cabeza, son conscientes de ello y obran en consecuencia; mientras que sin embargo, otros con gobiernos de corte populista juegan de forma peligrosa.
Para que el libre juego del mercado funcione, las reglas mercantiles tienen que ser comunes a todos los participantes. Algo que no ha ocurrido en la dividida Europa, y que mucho menos está ocurriendo con las potencias petroleras no democráticas.
El exministro Miguel Boyer publicaba ayer un interesante artículo en elpais.com.
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