Si a la mayoría de los palmesanos le preguntamos por las Casas del Retiro, seguramente, su mente viajará a la capital del reino. Sin embargo, las Casas del Retiro son una auténtica joya en manos de Cort, situada en unos de los enclaves más maravillosos de nuestra ciudad, entre el recoleto y bellísimo oratorio de La Bonanova y el Castillo de Bellver. Ahora bien, también constituyen una auténtica vergüenza para los últimos gestores de nuestra casa consistorial, pues el grado de abandono y degradación llegó a su máximo con el ínclito alcalde Hila y su socio Noguera.
Se trata de una magnífica finca expropiada a sus antiguos dueños para uso público en tiempos del popular Fageda, quien pretendía, además de ampliar el perímetro verde del bosque de Bellver, convertirla en un albergue juvenil. Por ello procedió a realizar la inversión necesaria para su rehabilitación. Sin embargo, nunca llegaron a utilizarse esas modernizadas instalaciones. Por distintos motivos, la finca permaneció cerrada, aunque sin degradarse ostensiblemente hasta el mandato de Hila-Noguera, cuando ocupas y grafiteros se convirtieron en habituales. Finalmente, con este dúo de alcaldes el recinto acabó clausurando a cal y canto, privando a los vecinos de poder disfrutar de este magnífico espacio natural.
Por supuesto, el equipo de Hila-Noguera, acostumbrados a realizar actuaciones de cartón piedra, anunciaron una nueva rehabilitación encaminada a la creación de un Centro de Interpretación, creo que de los bosques o algo así. Como en tantas otras ocasiones no se llegó a hacer nada, así que más recientemente varias asociaciones han vuelto a demandar que se actúe para darle algún tipo de utilidad a esa joya echada a perder.
Las Casas del Retiro, junto con el Hostal Términos de la Plaza de España, las Galerías de la Plaza Mayor o Gesa, constituye uno de esos ejemplos palmarios de cómo, con frecuencia, la gestión pública puede resultar catastrófica para inmuebles especialmente emblemáticos. Esos edificios, a día de hoy, son un auténtico insulto a la ciudadanía.
Pues bien, mi propuesta es que, en ese lugar, se cree una gran biblioteca especializada en temas turísticos (https://www.mallorcadiario.com/biblioteca-central-del-turismo-pep-ignasi-aguilo), con especial atención a las obras de los emblemáticos pioneros visitantes que acudieron a nuestra ciudad durante el siglo XIX, incluyendo a aquellos que no lo hicieron por gusto, tal como fue el caso del pensador Jovellanos. Pues justamente, el asturiano Hijo Ilustre de Palma tuvo la necesidad de hacer una ruta, que tal vez pasase por este enclave para poder realizar, en Cala Mayor, beneficiosos baños de mar que mejoraran su maltrecha salud visual durante los años de su injusto cautiverio.
Así, propongo crear la “Ruta cultural Jovellanos” procurando, también, la colaboración de establecimientos privados que quisieran unirse a esta alternativa turístico-cultural, consistente en un tonificante paseo a pie, de menos de una jornada laboral de duración, que además mayormente es cuesta abajo, por lo que “los santos empujan” ampliando el espectro del público objetivo. Una ruta que comenzaría su punto más elevado, esto es, en mismísimo Castillo de Bellver para descender, primero, hasta las Casas del Retiro en donde, gracias a la emblemática biblioteca, se podría adquirir una visión suficientemente completa de cómo a lo largo del siglo XIX nuestra Isla se convirtió en un centro de atracción para de muchos europeos privilegiados deseosos de mejorar su nivel cultural realizando un “Grand Tour”, origen del fenómeno turístico y de la propia palabra.
La ruta continuaría por la calle Francesc Vidal i Sureda hasta la Saridakis atravesando el puente elevado que cruza la autopista de Andratx para llegar a la Fundación Miró, otra joya arquitectónica y pictórica poco conocida a pesar de estar también situada en un lugar excepcional. Tras la visita, la caminata podría continuar hasta por hacia la calle Bernat de Santaeugènia para, posteriormente, descender por las monumentales escaleras elaboradas en “pedra en sec” que ostentan orgullosas el emblema de los ingenieros de caminos, canales y puertos (actuales ingenieros civiles) a modo de firma de firma de una auténtica obra de arte. Una vez alcanzada la calle Joan Miró el senderista urbano se encontraría frente el hotel Nixe Palace. Establecimiento que quizás podría habilitar una sala para que los visitantes conocieran el origen de su nombre (en su web y videos promocionales se echa de menos un poco de narrativa histórica), por estar éste relacionado con la época que este pretende evocar. Recordemos que este lujoso hotel toma el nombre de la embarcación utilizada por el archiduque Luís Salvador de Austria, tal vez el visitante más destacado de aquella centuria.
Por último, y antes de llegar a la playa, en donde Jovellanos tomaba sus baños de mar, en el cruce entre las calles Joan Miro y Gavina, hay un solar de generosas dimensiones, también abandonado en estos momentos, sobre el cual el Ayuntamiento, en reiteradas ocasiones (períodos electorales), se ha comprometido a adecentar para convertirlo en un espacio verde. Pues bien, ese jardín podría estar dedicado a todos aquellos visitantes y turistas que han contribuido a mejorar nuestra ciudad con independencia de su origen. Son muchos, y Palma también es de ellos.
La ruta podría finalizar contemplando el atardecer, de forma relajada, en alguno de los bares y restaurantes que están ubicados en la mismísima Playa o en sus inmediaciones. Les aseguro que a pesar de que el lugar ha sido minusvalorado por muchos de nosotros debido a los errores urbanísticos cometidos, el espectáculo sigue siendo impresionante. Indudablemente, para los insatisfechos, la jornada se podría alargar visitando los preciosos jardines de Marivent.
Si esta senda urbana tuviera éxito, como lo tiene otras rutas y caminos, los establecimientos de la zona se podrían ir adaptándose a la demanda de un público más exigente que el actual, tanto desde el punto de vista cultural como medioambiental. Y a buen seguro florecerán nuevos negocios que contribuirán a afianzar el paseo convirtiéndolo en una alternativa a los que discurren por el centro urbano, redistribuyendo flujos, y volviendo a unir de forma clara y diáfana, como en sus orígenes, las palabras turismo y cultura.
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