Siempre he estado en contra de las cuotas en los órganos de representación política. Pues pienso que mi sensibilidad personal puede estar tan bien o mejor representada, por ejemplo, por una mujer, que, por un hombre, de hecho, con frecuencia, lo está. Podría repetir el mismo razonamiento con cualquier tipo de característica individual. Dicho en otras palabras, no considero que un parlamento deba ser un congreso de embajadores que defienden intereses a modo agentes o abogados de la propia identidad. Pues si así fuera ninguna asamblea llegaría a ser auténticamente representativa.
Tomemos, como ejemplo, -gracias a un reciente trabajo de fin de grado-, a los diputados que nos han representado en el Parlament hasta el pasado 28M. Nos encontramos que, de los 59 elegidos, el 60% han desarrollado su carrera profesional en el sector público, un porcentaje muy superior al de los puestos de trabajo realmente existentes en el conjunto de la comunidad autónoma. Lo que, sin duda, podría llevar a pensar que el sesgo estatista de la recién finiquitada legislatura podría estar motivado por el exceso de representación del colectivo funcionarial, aunque yo no lo creo.
Por otra parte, la población extranjera residente en las islas fluctúa entorno al 20% del total. Así, aunque buena parte de la misma no tiene derecho a voto (¿debería ser así?), sería lógico esperar que algún diputado tuviera algún apellido foráneo. Sin embargo, eso no ocurre. No ha habido ni uno, y no sólo eso, sino que tampoco hay apenas baleares de primera generación, aunque rondan el 50%. ¿Significa eso que sólo están representados los colectivos más arraigados con varias generaciones precedentes? Sinceramente, tampoco lo creo.
El 30% de sus señorías tiene formación jurídica, frente un reducido 13% que la tiene en economía, mientras que un ridículo 6% ha realizado algún tipo de estudio relacionado con el turismo.
Las licenciaturas y grados de derecho forman en materias normativas, es decir, en “lo que debe ser” la sociedad, no en lo que realmente es. Los economistas, por el contrario, estudian “lo que es” y las dificultades para lograr lo que debe ser. Por su parte, los estudios sobre turismo tienen un fuerte componente empresarial y organizativo. De esta forma, la radiografía formativa de nuestros, hasta ahora, diputados, muestra un claro sesgo normativista que quizás pueda explicar la gran cantidad de normas que se han elaborado, penetrando en todos los aspectos íntimos de la vida y, con frecuencia, sin tener en consideración el punto de partida ni los deseos de libertad individual propios del ser humano y de nuestra cultura occidental. Pero tampoco lo creo.
Podríamos seguir, y seguir, intentando analizar como el Parlament saliente ha estado lejos de tener una composición similar a la del conjunto de la sociedad. Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido establecer cuotas profesionales, ni de origen demográfico o formativo, puesto que lo relevante es que su capacidad representativa proviene de someterse a una dura competencia entre ellos, rindiendo cuentas cada cuatro años. Al respecto, soy de la opinión de que cuantas más cuotas se establezcan menos representativa es una asamblea.
Es cierto que, en nuestro sistema democrático, son los partidos políticos y no las personas que los nutren quienes configuran las diferentes ofertas políticas. Y cómo éstos están jerarquizados acaban siendo sus líderes quienes determinan las líneas programáticas concretas que se ofrecen para cada periodo electoral. Todo lo cual puede provocar, entre el público, una desagradable percepción de falta de representatividad. Pienso que ese fue el motivo que, en el caso de las mujeres, se intentó corregir mediante el establecimiento de cuotas.
Sostengo que hubiese sido mucho más interesante modificar el proceso electoral para que, junto a los diputados de “lista cerrada" también pudiesen elegirse otros en circunscripciones uninominales, pues estos últimos serían los encargos, por su mayor vinculación personal con sus electores, de detectar con mucha mayor precisión cuales son los temas y los problemas que han de ser elevados al rango de políticos, incrementando la competencia por los escaños y, por tanto, acercándose mucho más al objetivo definir los intereses de la totalidad, así como la razón de Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario