La reconciliación entre españoles vencedores y vencidos de la Guerra Civil comportaba una considerables dosis de olvido, o de memoria contenida. El pacto consistia en dejar en paz a los muertos.
Exhumar a los muertos no debería significar exhumar los odios. Habia que mirar hacia adelante y hacia los lados. Los herederos de Lorca consideraron que España necesitaba olvidar algunos deplorables y tristísimos episodios.
Ahora, que el olivido terapeutico ha pasado a la historia, la actitud puede ser distinta, pero sigue siendo mucho mejor seguir mirando hacia adelante, volviendo la cabeza para aprender y no volver a repetir ni tropiezos ni errores. Si hay que revisar ese desgraciado trozo de historia, la única forma de no urgar en la herida es honrando a todas las victivmas sin distinción.
La única forma de acabar con la tragedia de la historia es aceptándola integramente. Debemos aceptar como propio lo que nos ha precedido. Lo bueno y, también, lo malo. El horror fue compartido. Lo mismo valen unos abuelos que otros.
La única forma de acabar con la tragedia de la historia es aceptándola integramente. Debemos aceptar como propio lo que nos ha precedido. Lo bueno y, también, lo malo. El horror fue compartido. Lo mismo valen unos abuelos que otros.
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