La elaboración de un presupuesto del sector público comienza cuando el Ministro de Hacienda o equivalente pide una relación de gastos a los distintos negociados.
Los gastos con una buena imagen, como los sociales o algunas inversiones públicas muy visibles se sobrevaloran por sus responsables deliberadamente. A fin de cuentas el Presidente y el Ministro son políticos y su auténtica vocación es mejorar el mundo sobre el que tienen capacidad de influencia.
Se reducen el mínimo posible, sin embargo, los gastos con connotaciones menos populares, como por ejemplo el ejercito, o inversiones públicas menos visibles.
Finamente, también se presentan bajo una luz más favorable los gastos inevitables, como los pagos a entes administrativos menores, salarios públicos, etc. Estos últimos constituyen el grueso del documento presupuestario.
De esta forma se intenta casar la "necesidad" con la "virtud". Pues, un presupuesto no deja de ser la manifestación de un deseo, aunque una parte importante del mismo no pueda ajustarse a la realidad.
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