Tras varias semanas de postureo por ambas partes, el nuevo gobierno de Syriza ha parido finalmente la ratonil lista de reformas a cambio de la cual se prorroga la extensión del plan de rescate de la Troika (perdón, de “las instituciones”). Pese a toda la retórica antiausteridad con la que Syriza se encaramó al poder, al final la radical izquierda helénica se ha quedado en un servil propio de Bruselas (hasta el punto de que, al parecer, la lista de reformas fue redactada por un eurócrata de la Comisión Europea).
A continuación les adjunto un resumen de las más llamativas:
- Subida efectiva del IVA: Syriza acepta “racionalizar” los gravámenes del IVA para “maximizar los ingresos” por la vía de “limitar exenciones y descuentos no razonables”. Por tanto, probablemente no veremos subidas en los tipos, pero sí reclasificación de productos (en línea con lo que también ha hecho Rajoy en España).
- Subida del IRPF: Nuevamente, se habla de “modernizar el impuesto sobre la renta” y de “eliminar exenciones”. No habrá probablemente subidas de tipos nominales pero sí efectivos: como cuando Rajoy eliminó la deducción por compra de vivienda habitual o limitó la de aportaciones a planes de pensiones.
- Lucha enérgica contra el fraude fiscal: Aunque a los adalides de la supremacía estatal todo lo que suene a “combatir el fraude fiscal” les encanta, reparemos por un momento que el fraude en materia de IVA suele concentrarse en las rentas bajas y, sobre todo, que el fraude en el impuesto sobre la renta y sobre la Seguridad Social se concentra en Grecia entre los trabajadores autónomos (el 50% de ellos ni siquiera cotiza). Por tanto, una efectiva lucha contra el fraude significará una brutal subida de impuestos, especialmente para los más desfavorecidos. Así debe ser como Syriza lucha contra la “crisis humanitaria”: sableando a las clases medias y bajas cual déspota montoril.
- Rebaja de las pensiones: Evidentemente, la carta no lo expresa de este modo, pero su significado es obvio. Syriza se compromete a “establecer una mayor relación entre las contribuciones a la Seguridad Social y la renta”. Como se ha hecho en España, se alargará el período de cómputo de la base reguladora y se reducirá el porcentaje aplicable a la base reguladora. Resultado: menores pensiones per cápita.
- Alargar la edad de jubilación: Como es obvio, tampoco se expresa de manera clara en la carta (la transparencia ante el pueblo no es el fuerte de Syriza), pero no otra cosa significa “eliminar las laguna y los incentivos que dan lugar a una excesiva tasa de jubilaciones anticipadas por toda la economía”. De nuevo, calcado a lo que ha hecho Rajoy: trabajar más y cobrar menos.
- Consolidar los planes privados de pensiones como forma de reducir los gastos de la Seguridad Social: Sí, ha leído bien, Syriza promoverá el uso de los planes privados de pensiones para evitar que los gastos en la Seguridad Social sigan creciendo. Supongo que a esto se referirán muchos cuando hablan de “desmantelar y privatizar por la puerta de atrás el Estado de Bienestar para promover el negociete de los bancos”. Bueno, si es así, en Grecia disponen de todo un referente al respecto.
- No readmisión de los funcionarios despedidos por los anteriores gobiernos: Syriza se compromete a no bajar los sueldos de los funcionarios pero tampoco tiene permitido incrementar el gasto total en salarios públicos. O dicho de otra forma, ni subidas salariales ni nuevas contrataciones (salvo para reponer la plaza de algunos de los funcionarios que se vayan jubilando). Como Rajoy, vaya.
- Recortes en educación, sanidad y asistencia social: Syriza se compromete a “revisar y controlar el gasto en todas las áreas de la administración (educación, defensa, transporte, ayuntamientos y beneficios sociales)”. Asimismo, también habla de “controlar el gasto sanitario y mejora la provisión de servicios de calidad, asegurando el acceso universal”. El lenguaje típicamente troikiano (idéntico al utilizado por Rajoy para aprobar sus propios recortes) apunta, como poco, a que los recortes anteriores se mantendrán cuando no ahondarán. No habrá más gasto en servicios sociales, de modo que es de suponer que la “crisis humanitaria” provocada por el austericidio en materia de política social seguirá tal cual.
- Mantener todos los compromisos de privatizaciones de activos públicos: Las privatizaciones ya acordadas se mantendrán en las condiciones aprobadas por los anteriores gobiernos (¿Syriza ratifica el reparto caprichoso de “lo público” acometido por la “cleptocracia anterior?). Los proyectos de privatización no se cancelarán, si bien podrán revisarse las condiciones preliminarmente acordadas.
- La Troika decidirá cuándo se sube el salario mínimo: Aquí sí son bastante claros cuando dicen que “la magnitud y el momento de cambiar el salario mínimo se consultará con los socios europeos y las instituciones internacionales, incluyendo la OIT, así como de una nueva autoridad independiente que evaluará si los cambios en los salarios van en línea con la mejora de la productividad y de la competitividad”. Primero aumento de la productividad, luego aumento de los salarios mínimos. Lo mismo que hemos venido escuchando en España desde hace años.
- Se mantendrán los desahucios: Aunque la carta habla de que “se colaborará con la dirección de los bancos y con las instituciones [Troika] para evitar ejecuciones de la vivienda principal por debajo de un umbral de renta” (umbral no especificado) y de que “se tomarán medidas para apoyar a las familias más vulnerables que no pueden pagar sus deudas”, ambas actuaciones están restringidas a no perjudicar la capitalización de los bancos ni el déficit público (nada distinto, por cierto, a lo que ya viene sucediendo en España con el código de buenas prácticas bancarias aprobado por el PP). En materia de desahucios, de lo que se trata es de repartir un agujero entre familias, bancos y gobierno: si nos dicen ni bancos ni gobierno se van a comer ese agujero, ¿quién cree que lo seguirá asumiendo? Obvio: las familias. No en vano, la misma carta enfatiza la necesidad de “promover una intensa cultura del pago de las deudas familiares”. No habrá simpa, sino mucho compa.
- Lucha contra la crisis humanitaria sólo sobre el papel: El último de los epígrafes contenidos en la carta recalca el compromiso del gobierno griego de luchar contra la crisis humanitaria que asuela al país. Es una loable declaración de intenciones que, sin embargo, tiene un problema: no va acompañada de dotación presupuestaria. A la postre, la condición que ha aceptado Grecia para implantar este programa es “garantizar que la lucha contra la crisis humanitaria no tendrá efectos fiscales negativos”. Vamos, que nada nada de déficit para financiar la medida estrella de su campaña electoral.
Súmenle, además, a esta lista de reformas el “compromiso inequívoco” que asumió la propia Syriza en el Eurogrupo del pasado viernes sobre la necesidad de “cumplir con todas las obligaciones financieras plenamente y en el momento acordado”.
A la vista de todo ello, Syriza queda irreconocible: una mera calcomanía del Pasok y de Nueva Democracia salvo acaso porque para muchos Tsipras sea más simpático y empático que Papandreu o Samarás. Pero, en última instancia, ni aumento del gasto social, ni rebaja de los impuestos, ni readmisión de funcionarios, ni “desprivatizaciones”, ni reestructuración de la deuda. Nada. Tan sólo han quitado a unos de la poltrona para ponerse ellos. Casta y neocasta.
Eso sí, recuerden siempre que estamos hablando de un gobierno griego: nadie se sorprenda si Syriza, como ya hicieran el Pasok y Nueva Democracia, no cumple ni uno solo de sus compromisos. El papel lo aguanta todo.
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