El socialismo se caracteriza por ver antagonismos por todas partes: entre el propietario y el proletario; entre el capital y el trabajo; entre el pueblo y la burguesía; entre el agricultor y el fabricante; entre el campesino y el habitante de la ciudad; entre el nacional y el extranjero; entre el productor y el consumidor; entre la civilización y la organización. En una palabra entre la libertad y la armonía.
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