A pesar de que los resultados de las pasadas elecciones europeas no son extrapolables a otras convocatorias, y que la actual UE está pasando por una etapa que se puede calificar de "lio", tal como expuse en otro post de este mismo blog, lo cierto es que resultan preocupantes.
Disraeli dijo
que los partidos políticos son la opinión organizada de un país. Hoy algunos
de los partidos de mayor crecimiento son claramente anti-sistema.
Sin duda, la
política tiene un fuerte componente de sentimiento, y como señala Lakoff, las
personas no votan de acuerdo con su propio interés, sino que se decantan por su
identidad. Lo que nos podría llevar a concluir que hoy una parte del
electorado se considera excluido del sistema.
No se observa
desinterés por la política, sino incluso más bien todo lo contrario.
Probablemente porque cuando no hay crecimiento económico el juego social es de
suma cero, ganando peso el reparto que se realiza a través del juego político.
Más en una nación como la española en donde se puede afirmar que existe un
fuerte apego al gasto público y a la regulación de los mercados.
Es cierto, que la
consolidación fiscal ha llevado a realizar un tipo de política muy diferente de
la desarrollada desde el inicio de la democracia, con lo que, los actores
políticos no han podido echar mano del manual no escrito que siempre habían
utilizado, lo que ha conllevado errores.
A nivel nacional,
el proceso de ajuste -llamado "recortes" por algunos- se ha
desarrollado a través de dos planes sucesivos, el primero realizado en la
primavera de 2010 y el segundo durante 2012. El primero de la mano del PSOE, y
el segundo por el PP. Lo que, en cierta forma los ha igualado, pues aunque en
diferente grado y con diferentes resultados, ni en uno ni en otro caso han
apelado a su propia filosofía para acometerlos, sino más bien los han
considerado básicamente cuestión de necesidad.
Durante estos
últimos años hemos aprendido que una de las características de la participación
popular en la política de nuestro país, es que ésta ha sido siempre
"reactiva". Acudiendo a manifestaciones cuando las decisiones ya
están tomadas. Participando poco o nada en los debates previos. Lo que ha
ocurrido por muchos motivos, pero uno de ellos tiene que ver con la estructura
de los grandes partidos y con la dificultad en cumplir el papel que Disraeli les
atribuye.
Pocos ciudadanos
conocen a sus diputados, y pocos diputados tan siguiera han participado
activamente en una campaña electoral.
Cuando un particular
quiera ofrecer su opinión no sabe a quién acudir. No sabe quiénes son sus
representantes políticos, no tiene un cauce para hacerse oír.
Uno de los secretos
mejor guardados del país es la elaboración de las listas electorales. Así,
cuando alguien quiere participar en el juego político, no le va a servir de
nada acudir a reclamar el voto a sus conciudadanos, sino que tiene que intentar
averiguar los misterios de ese magno secreto.
De esta forma, no
extraña que cuando un ejecutivo toma una decisión fuerte y se quieren conocer
las reacciones en las propias filas, la vista se dirige a los llamados barones
sean éstos presidentes de comunidades o alcaldes. Casi nunca o nunca la mirada
se dirige a los diputados por muy válidos que sean. Y es que muchos concejales
cumplen un papel representativo más claro que la mayoría de los diputados.
Tenemos pues un
problema de representatividad parcialmente asociado al bloqueo de las listas
electorales. Que provoca una reacción en contra de los principales valedores
del sistema. Quizás, tras estas últimas elecciones estemos ante una magnífica
oportunidad de pensar en todo esto, en aras a una mayor estabilidad democrática
en lo político, y a una mayor prosperidad en lo económico.
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