martes, 29 de noviembre de 2022

El viernes negro estaba prohibido

 El viernes negro estaba prohibido

 mallorcadiario.com

Visto con los ojos de hoy puede parecer extraño, pero la campaña de rebajas comerciales, que inicia la temporada de navidad, estaba prohibida hasta no hace mucho tiempo. En España la libertad económica y empresarial siempre se ha visto como un riachuelo que era mejor desecar. Todavía hoy los "enemigos del comercio", que diría Escotado, abundan y son mayoría en el paisanaje local.

La historia política da muchas vueltas y hace extraños compañeros de cama. Hubo un tiempo en que el partido socialista contó con un ministro partidario de abrir la economía nacional a las iniciativas individuales. Miguel Boyer liberalizó en 1985, entre otras cosas, muchas de las normas que restringían el comercio al por menor, aunque dejó la aplicación de tales medidas al desarrollo normativo de las comunidades autónomas. De manera que la práctica totalidad de los gobiernos locales acabaron por esterilizar lo liberalizado.

Los dirigentes de los gobiernos autonómicos tienen una marcada tendencia a sobre-regular los sectores económicos que consideran que les pueden apoyar. La idea es, supuestamente, proteger a los empresarios ya instalados con respecto a los que podrían constituir una nueva competencia. Así, con esta brújula se redujeron los días en que los comercios podían abrir sus puertas, y también los periodos del calendario en que pudiesen llevar a cabo campañas de rebajas.

De esta forma, los descuentos realizados durante esta tercera semana de noviembre, es decir, los del “viernes negro”, estuvieron literalmente prohibidos durante mucho tiempo. No importó que se pudiesen dinamizar las ventas y, por tanto, la actividad generadora de empleo y riqueza. La prensa vinculada al poder, mayoritariamente, apoyaba las restricciones a pesar de la evidencia de que estaban perdiendo los suculentos ingresos publicitarios que la campaña conlleva.

Sin embargo, las rebajas son una excelente oportunidad para llevar a cabo lo que los economistas denominan “discriminación de precios”, una práctica que permite el incremento de los ingresos por ventas. Pues, en resumidas cuentas, consiste en vender un mismo producto, o servicio, a diferentes precios a públicos diferentes con la finalidad de captarlos todos.

Tras el estallido de la crisis de 2008 se llegó a formar un amplio consenso para salir de la misma, sin las trampas ligadas a la inflación, mediante el diseño de políticas reformistas que permitieran alcanzar mayores niveles de actividad económica y, por tanto, de prosperidad. Una de esas reformas consistía en retomar la liberalización comercial pendiente desde 1985, lo que incluía permitir mejores horarios comerciales y periodos de rebaja liberalizados.

Fue por ello que, en 2012, los nuevos gobiernos de aquel momento eliminaron muchas de las restricciones comerciales en vigor. De esta forma, los empresarios más dinámicos aprovecharon la cultura difundida por Hollywood para importar el Black Friday, añadiendo así un nuevo periodo de promociones a los tradicionales de Reyes y verano.

Como ha ocurrido con todas las reformas, al introducir algún tipo de novedad, los sectores más reacios al cambio protestaron y organizaron manifestaciones, aunque rápidamente quedó demostrado que la liberalización resultaba ser muy positiva incluso para aquellos que más se opusieron a ella. En este sentido ayudó mucho el que la prensa percibiese, de forma casi inmediata, el maná publicitario de todos aquellos establecimientos que iniciaron la primera campaña.

En definitiva, la introducción del viernes negro en nuestros comercios es una lección que debería ser recordada en los libros de texto de política económica. Sectores como el de las ITVs, del taxi, etc podrían aprender mucho. Aunque, ¡Claro! recurrir a la inflación es más sencillo.

 

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