CONJURAR
EL VIRUS DEL MIEDO
mallorcadiario.com
Existe
un virus más potente y letal que el Sars-CoV-2,
capaz de destruir nuestra forma de vida por completo: el virus del miedo.
Sus efectos paralizantes, antisociales y anti-solidarios, lo arruinan todo a su
paso al dañar las células de la confianza entre seres humanos. Este otro
peligroso bicho puede encontrar, en la deficiente actuación del gobierno y
otras autoridades, el caldo de cultivo necesario para su expansión.
La
gestión realizada de la pandemia que ha derivado en una monumental y, mal
repartida, crisis económica puede acabar agitando una histeria colectiva que
haga aflorar conflictos sociales hasta ahora desconocidos.
¿Por
qué desde los poderes públicos se ha administrado mal la información?, ¿Por qué
se ha dictado una profusión de nuevas normas y contra-normas, no siempre
coherentes, simples y asumibles, tal como requiere la situación?, ¿Por qué, en
definitiva, se ha añadido leña al fuego de la incertidumbre que de por sí
conlleva la pandemia?
Quizás
la explicación la podemos encontrar en las enseñanzas de Jeremy Bentham quien sostenía que existe un “egoísmo de los gobernantes” por el cual anteponen su propio interés
a cualquier otro incluido, por supuesto, el del bien común. Es por eso que las
democracias de éxito se basan en una escrupulosa limitación del ejercicio de la
autoridad, mediante un perfeccionado sistema de “checks and balances” que, al incluir a los mass-media, se combina con una cierta y generalizada actitud
recelosa para con cualquier poder.
El
filósofo británico siempre se negó a aceptar la contradicción, frecuente entre
la izquierda, que supone pensar que mientras empresarios y ciudadanos buscan su
propio interés en sus conductas privadas, los políticos, alternativamente,
siguen un comportamiento altruista.
En
este sentido, el objetivo del presidente Sánchez
es, sobre todo, afianzarse en su puesto de mando. Aprovechado la
oportunidad que le brindaba la enfermedad para redoblar su permanente campaña
de marketing, a través de su desequilibrado poder de influencia en los más
potentes medios de comunicación, mostrarse como la encarnación de la imagen del
Estado del Bienestar, ya que éste, en teoría, ofrece seguridad ante las
adversidades. Su idea esencial ha sido prometer a su electorado, y al público
en general, la esperanza que demandaban. Sin embargo, el exceso de acento
puesto en la propaganda le ha llevado a no tener inconveniente en utilizar el
engaño, la mentira, la tergiversación o la incoherencia.
De
hecho, nunca ha querido admitir la realidad de su total desorientación, ni la
incapacidad del Estado del Bienestar para cumplir sus objetivos de forma
inmediata, ni la existencia de formas alternativas de afrontar el problema. Ha
preferido “vender” una imposible
seguridad absoluta, lo cual puede estar teniendo el efecto contrario e
indeseado de nuevos rebrotes y más caos.
“Tan sólo hay que tener miedo al miedo”
proclamó en 1933 el presidente Roosevelt
para conjurar la terrible crisis social de su época. Pero para conseguirlo hay
que reconocer la realidad con todas sus limitaciones y compartir las
dificultades diciendo siempre la verdad. Estar gobernados por una agencia de
publicidad con amplio dominio de los medios tiene sus peligros.
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