Los adeptos al racionalismo somos ante todo enemigos de los dogmas y fieles seguidores del pensamiento científico.
Sin embargo, en el siglo XX la palabra racionamismo comienza a identificarse con una actitud cerrada consistente en reducir toda actividad del espíritu a sus componentes lógicos; ignorando la originalidad y la función del mito, de la poesía, de la fé, o la ideología, de la intuición, de la pasión, del culto a lo bello e incluso de la sed de lo feo y del mal. Normalmente poniendo a la misma altura las conductas racionales y las otras, como si todas las conductas fuesen irracionales y todos los conocimientos tuviesen el mismo valor.
Hoy como antaño el enemigo del hombre está dendro de él; pero ya no es el mismo: antaño era la ignorancia, hoy es la mentira. La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira.
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