Si el economista Max Weber (1864-1920) viviera, puede que hoy hubiera titulado de otro modo uno de sus libros más importantes, La ética protestante del capitalismo. Porque el desafío económico de los países asiáticos, por un lado, y la emergencia de potencias que poco o nada tienen que ver con la tradición de Lutero configuran un panorama alejado del maniqueísmo protestantes-católicos en que se inscribe la obra de Weber, cuya tesis viene a ser que el talante industrioso, emprendedor e individualista de los protestantes es un factor más acorde con el mercado que el de los católicos, supeditados a la jerarquía y contrarios a la usura.
Los economistas, en general, niegan la mayor: no hay hecho cultural que influya en la cuenta de resultados. La clave está en si se adopta o no el capitalismo liberal.
Es una lástima que el artículo recoja opiniones sólo de la tendencia de la línea editorial del diario que lo publica. elpais.com.
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