Urbanismo
de Palma
A
los planes de ordenación urbana de Palma les pasa algo similar -salvando las
distancias- a lo que les ocurría a los planes quinquenales de la desaparecida
Unión Soviética. Únicamente se publicó el primero, que debía estar en vigor entre
1928 y 1933, pero al que se le hicieron tantas correcciones y modificaciones
que los siguientes tan sólo se anunciaban, nunca se publicaban.
Ciertamente,
los planes quinquenales elaborados y administrados por el Gosplan nunca se cumplían, se revisaban y se re-escribían
constantemente o, simplemente, se pasaban por alto. Stalin y el Politburó
cambiaban de opinión con frecuencia, y a menudo los modificaban por completo.
Así, todos los Quinquenales llevaron siempre la etiqueta de “borrador” o “preliminar”.
Aquí,
en Palma, al igual que ocurre en otras ciudades, pasa lo mismo. Así, el Plan Urbanístico
actual se elaboró en las postrimerías del siglo pasado con una revisión en
2012. Así que, poco a poco, se han ido introducido tantas modificaciones
puntuales que en vez de crear certezas tiene el efecto contrario, la temida
inseguridad jurídica.
Y
es que, tal como está concebido, asignado usos concretos y exclusivos a cada
uno de los enclaves de la ciudad, introduce tal grado de rigidez que lo
convierte de imposible y, por supuesto, en paralizante al requerir mucho tiempo
la revisión y concesión de licencias. A nadie le puede resultar extraño que,
tal como le ocurría al sátrapa comunista, el Alcalde de Palma se vea impelido a
realizar, casi en cada Pleno, algún tipo de corrección del Plan. De hecho,
salvo en determinados aspectos generales, el urbanismo real funciona como si no
existiese plan alguno. Si se reitera el anuncio de la elaboración de uno nuevo
que nunca llega a materializase.
Por
supuesto, como era de esperar, la información facilitada sobre este tema en la
página del Ayuntamiento es terriblemente deficiente. Así que, por todo esto, la
ciudad pierde competitividad y capacidad de atraer vivificantes innovaciones.
Este, además, es uno de los motivos por los que resulta imposible ofrecer
viviendas a precios más accesibles, tal como ha reconocido esta misma semana el
presidente Asociación de Promotores Inmobiliarios (Proinba).
Por
ello, los candidatos a alcalde tendrían que dedicar más tiempo a repensar este
farragoso pero esencial asunto. Quizás se podría sustituir la detallada
zonificación actual, de carácter tremendamente intervencionistas y ex-ante, por reglas generales y simples
que sirvan para vincularlas a usos incompatibles. Pues como, ni aun teniendo
legiones de funcionarios, se puede reunir y manejar la información necesaria
para elaborar un plan viable con tal nivel de precisión. Por lo que sería mucho
mejor que, en vez de identificar usos precisos se intentase, alternativamente
se garantizar la compatibilidad entre usos permitiendo corregir externalidades
(efectos indeseados sobre terceros) pero sin decidir apriorísticamente la
cantidad de suelo o la ubicación de cada uno de los diferentes usos. Dicho en
otras palabras, se podría permitir todo lo que no esté prohibido en vez de
detallar lo que está permitido.
Esta
diferente técnica de planificación fue aconsejada, hace unos años, por la Comisión Nacional de la Competencia al
confiar que, de esta forma, los mecanismos de precios de mercado asegurarían
que cada suelo se dedica a su mejor uso. Lo que, a su vez, conlleva una
racionalización, y por tanto una posibilidad de mejora y abaratamiento, de los
distintos servicios municipales, así como de las necesidades de desplazamiento.
Estos
días, de forma audaz, introduciendo una buena dosis de inteligencia en el
desolado panorama del Cort actual, el flamante presidente del principal partido
de la oposición en Palma, ha vuelto a admitir la posibilidad de reconvertir
hoteles en viviendas. Un buen primer paso en la dirección correcta para volver
a impulsar a nuestra ciudad por la senda abierta y vanguardista que nunca debió
abandonar. ¡La ciudad espera, con expectación, los siguientes!
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