Ana, mi tía, nos ha dejado este sábado día 7 de Octubre de 2017. La suya ha sido una partida anunciada. Ayer estuve con ella, y su cuerpo físico era ya una mínima expresión. Casi toda su energía la había abandonado. La enfermedad aceleró la velocidad de su deterioro de forma muy acusada a partir del mes de Agosto, cuando, tras la fiesta que mis primas le hicieron a Tia Kika por su 99 cumpleaños, Ana nos anunció que su tumor se había vuelto a reproducir.
Verónica y yo nos fuimos a Perú y el sábado 19, en Cusco, recibimos un mensaje suyo grabado en el que, por sus palabras y tono de voz, se presagiaba de forma clara su pronto final
El cáncer es una enfermedad dura, muy dura que va minando la energía del cuerpo a medida que también destruye la del alma. Sin embargo, Ana la ha padecido durante casi un año con una entereza psíquica increible. Daba ánimos a todo el mundo sin perder nunca su coquetería femenina; y siendo muy consciente de que no le quedaba mucho tiempo, supo sacar ilusiones y ponerse objetivos vitales. Viajó Logroño donde está su nieto y decidió que dejaría perfectamente arreglado su patrimonio material y vital para facilitar a los suyos la vida sin ella. No lo hizo como una penalidad, sino que le dedicó sus menguantes fuerzas con el ánimo de quien tiene una meta que alcanzar.
Se interesó y puso mucho énfasis en dejar cerrada la venta de la casa de Corp Marí con la finalidad no sólo de no dejar un lio de escrituras y legajos, sino también de dejar un capital líquido que facilitará la vida de sus hermanos e hijos.
Desde siempre he apreciado mucho la fortaleza vital de mi tía Ana que ha sido una constante en ella, pero el ver como ha vivido su terrible enfermedad me ha hecho, no sólo admirarla, sino también meditar mucho sobre los elementos que constituyen la fortaleza del alma. La lección que nos ha dado estos últimos meses me acompañará como una de mis principales referencias por el resto de mis días.
Verónica, mi mujer, sintonizó mucho con Ana, ambas se sentían identificadas con ese tipo de carácter madrileño, sincero, que habla sin tapujos, directo y tolerante, aunque a veces se empleen voces altas y expresiones fuertes. Así, visitarla, incluso cuando ya estaba postrada en el hospital, era recibir una inyección de positivismo y capacidad de control de las circunstancias de la propia vida.
Desde que abrí mis infantiles ojos, sin duda, ha sido uno de los personajes centrales de mi vida. Sin embargo, su forma de partir me ha dejado una increíble y sorprendente sensación de paz; incluso de armonía. Me ha mostrado que con valentía no existen temas tabú que se tengan que afrontar en solitario, ni tan siquiera la muerte. Pues constituye una circunstancia vital más, la última pero una más. Y que con la escala de valores que ella atesoraba como mayor legado se puede afrontar como cualquier otra de las adversidades de la vida.
Unos días antes de su fallecimiento, cuando todavía le quedaban algunas fuerzas nos abrazó a Verónica y a mi y nos dijo, sabiendo que era nuestra última oportunidad de decirlo, “os quiero mucho”.
Ana, nosotros también te queremos….!!!
1 comentario:
Ana ha sido un ejemplo de fuerza , entereza y valentía, gracias por todo el amor que nos has dejado siempre te llevaré en mi corazón .te quiero Ana
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