Antes que nada hay que decir que esta crisis se ha hecho
muy larga, en buena medida porque el Gobierno, las entidades financieras de entonces y muchos, una y otra vez, se negaron a reconocer que
habíamos acumulado múltiples desequilibrios y que, por tanto, había que corregirlos.
Así que cuando comenzamos a tomar medidas lo hicimos
tarde, con sensación de cansancio y con la motivación principal de estar al borde del abismo en lugar de con la ilusión de las promesas de futuro.
No obstante, de un tiempo ha esta parte se ha realizado
un gran esfuerzo por parte de la ciudadanía. Entre todos nos hemos marcado un
camino que nos genera confianza entre nosotros mismo, y para con nuestros
socios comerciales. Las reformas laborales, de pensiones, las del sector
financiero –que ha experimentado una autentica revolución-, las reformas en
materia de energía, del ramo comercial, y la contención del gasto en las comunidades autónomas. Han
merecido el reconocimiento que necesitábamos para alejarnos de las zonas de
mayor peligro.
Al mismo tiempo el Banco Central Europeo está aprendiendo a manejar una moneda compartida por Estados muy diferentes que cuentan con instituciones poco preparadas. Una Comisión con competencias todavía poco claras, y un Consejo con falta de visión de conjunto.
Al mismo tiempo el Banco Central Europeo está aprendiendo a manejar una moneda compartida por Estados muy diferentes que cuentan con instituciones poco preparadas. Una Comisión con competencias todavía poco claras, y un Consejo con falta de visión de conjunto.
Es primera vez en la historia que España sale de una
recesión sin de devaluar su divisa. Sin duda un paso en la dirección correcta.
Hemos de celebrar el logro obtenido, pero sin caer en la complacencia y, mucho menos, en el triunfalismo. Pues queda mucho por hacer, y el camino no está exento de dificultades.
Hemos de celebrar el logro obtenido, pero sin caer en la complacencia y, mucho menos, en el triunfalismo. Pues queda mucho por hacer, y el camino no está exento de dificultades.
Nuestra economía -mientras siga apalancada- continúa necesitando crédito tanto para
refinanciar muchos de los vigentes, como para incorporarlo al capital
empresarial. Algo imprescindible para continuar avanzando en la corrección de
los desequilibrios y poder generar empleo. Por eso es especialmente importante continuar ganando credibilidad.
De hecho, ese es el motivo por el que el dinero
extranjero está volviendo ya a nuestro país. No porque se haya salido de la
crisis, ni porqué todo esté hecho, sino porque el programa de salida está
marcado y asumido por una población que ha demostrado que es capaz de hacer lo
necesario.
Pero a medida que nos alejamos del precipicio van disminuyendo los incentivos
a continuar por la senda reformista, por ello nos
debemos recordarnos una y otra vez que el
reformismo es un proceso permanente. Sin final. Es la exigencia básica de un mundo
cambiante que permite mejorar, día a día, la situación de muchos que hasta ahora
se consideraban condenados a la pobreza y la miseria secular.
En este contexto, un objetivo importante que debería ganar un protagonismo y popularidad similar a los objetivos de déficit, es la reducción del peso del sector público en el conjunto del PIB. Ya que si el tamaño del Estado cuando la crisis comenzó se situaba entorno al 37% del PIB español, ahora se nos ha disparado a un 47%.
En este contexto, un objetivo importante que debería ganar un protagonismo y popularidad similar a los objetivos de déficit, es la reducción del peso del sector público en el conjunto del PIB. Ya que si el tamaño del Estado cuando la crisis comenzó se situaba entorno al 37% del PIB español, ahora se nos ha disparado a un 47%.
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